Banderas sindicales, bombos, columnas que avanzaban desde las diagonales y un mensaje claro desde el escenario: la CGT y las dos CTA le dijeron “no” a la Reforma Laboral que impulsa el gobierno de Javier Milei y anticiparon el inicio de un plan de lucha que podría desembocar en un paro nacional. Partidos políticos, movimientos sociales y diversas agrupaciones sectoriales también fueron de la partida.
Desde temprano, las inmediaciones de la Plaza comenzaron a poblarse con delegaciones gremiales, organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos. Aunque el espacio no llegó a colmarse por completo y quedaron claros visibles, el núcleo más compacto se concentró sobre la Avenida de Mayo y la Diagonal Sur. A la izquierda, como es habitual, le tocó la Diagonal Norte. El clima fue de protesta sostenida, con consignas contra la “flexibilización” y el “ajuste”, y con una fuerte presencia de dirigentes sindicales y del peronismo.
El acto tuvo como oradores a los tres cosecretarios generales de la CGT. El tono más duro lo puso Octavio Argüello, quien desde el escenario advirtió a los legisladores: “A los senadores, ojo con lo que hacen, porque el pueblo y la patria se los vamos a demandar”. El dirigente camionero sostuvo que la central obrera rechaza “rotundamente” una reforma laboral que calificó de “entreguista” y negó que quitar derechos genere empleo. “Es mentira que se dé más trabajo sacándoles derechos a los trabajadores y extendiendo las jornadas”, afirmó, y llamó a “ganar la calle” para defender los ingresos y las condiciones laborales.
Cristian Jerónimo, otro de los triunviros, cuestionó el texto del proyecto por considerar que está “redactado de forma maliciosa a favor de las grandes corporaciones” y no de las pymes ni del mundo del trabajo. “La CGT no va a dar ni un paso atrás”, sostuvo, en una apelación directa a la historia de la central.
El cierre quedó a cargo de Jorge Sola, quien trazó un paralelismo histórico con intentos anteriores de reformas similares. Recordó antecedentes en la dictadura y en los años noventa, y advirtió sobre el final de esas políticas en la crisis de 2001. “No queremos menos derechos: queremos más trabajo, más dignidad y más salarios”, dijo, y apuntó contra el fondo de despidos incluido en el proyecto, al que describió como una herramienta para “hacer más fácil echar trabajadores”.
También cuestionó el intento de “limitar el poder gremial” y sumó críticas al Presupuesto nacional por su impacto en áreas como discapacidad, salud pediátrica, el Hospital Garrahan y la educación.
Las palabras de Sola fueron las que encendieron la ovación más fuerte de la tarde. “Este es el principio de un plan de lucha. Si siguen sin escucharnos, terminaremos con un paro en todo el país”, lanzó.
La amenaza de la medida de fuerza, sin fecha concreta, fue celebrada por las columnas, aunque desde sectores de izquierda se escucharon reproches por la falta de una convocatoria inmediata.
La Plaza contra la Reforma Laboral
La movilización contó con la presencia del gobernador bonaerense Axel Kicillof; los senadores José Mayans y Jorge Capitanich; el diputado Juan Grabois; y dirigentes sindicales como Hugo Moyano, Héctor Daer y Andrés Rodríguez, además de las Madres de Plaza de Mayo. También participaron las dos CTA, la UTEP y otras organizaciones. Desde la CGT destacaron que el Consejo Directivo estuvo “a pleno”, sin ausencias de la conducción.
En paralelo, las centrales sindicales enmarcaron la protesta como parte de una jornada nacional de lucha contra un proyecto que, sostienen, profundiza la precarización laboral en un contexto de caída del empleo. Referentes de la CTA denunciaron un “cambio filosófico” en las relaciones laborales y alertaron sobre ataques específicos a sectores como la comunicación, la cultura y el periodismo.
Tras el acto, la tensión se trasladó a las calles linderas. Se registraron empujones e incidentes entre manifestantes y fuerzas de seguridad en el marco del operativo dispuesto para garantizar el cumplimiento del protocolo antipiquetes. Aunque las calles cercanas permanecieron cortadas, los gremios denunciaron demoras y controles a colectivos que trasladaban afiliados desde el conurbano.
La imagen final fue la de una Plaza que funcionó como advertencia política. La CGT evitó, por ahora, ponerle fecha al paro que reclaman las bases, pero dejó planteado el escenario: si el Congreso avanza con la reforma laboral, la respuesta sindical promete escalar.