
La conferencia climática COP30 abrió este jueves en la ciudad amazónica de Belém, bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva. El objetivo central de la cumbre es poner en marcha compromisos concretos para frenar la deforestación y la crisis climática.
Pero el encuentro comienza marcado por un vacío político: los líderes de Estados Unidos, China e India, los tres países más contaminantes del planeta, no están presentes.
El presidente estadounidense Donald Trump decidió no enviar representantes de alto nivel, en línea con su postura escéptica sobre el cambio climático. China, por su parte, participará con su viceprimer ministro Ding Xuexiang, mientras que India no enviará delegación presidencial.
Preocupación por un “retroceso global”
Diplomáticos y activistas temen que la falta de compromiso de las principales potencias derive en un retroceso global en política ambiental.
“La postura de Trump empuja a otros gobiernos hacia la negación y la desregulación”, advirtió Nadino Kalapucha, representante del pueblo kichwa amazónico.
En sintonía con esa tendencia, el presidente argentino Javier Milei, aliado político de Trump, volvió a calificar el cambio climático como un “engaño socialista” y retiró al equipo negociador argentino de la COP anterior.
Lula entre la defensa del clima y las críticas
Desde Brasil, Lula da Silva intenta reposicionar al país como referente ambiental con el lanzamiento del Fondo Bosques Tropicales para Siempre, un proyecto destinado a financiar la conservación en 70 países en desarrollo.
Sin embargo, su liderazgo se ve empañado por las contradicciones internas: mientras reduce la deforestación, autorizó nuevas exploraciones petroleras cerca del Amazonas.
“No quiero ser un líder medioambiental. Nunca he afirmado serlo”, declaró Lula en la antesala del evento.
Belém desbordada por la COP30
La ciudad amazónica, con 1,3 millones de habitantes, enfrenta un caos logístico. Con apenas 18.000 camas hoteleras disponibles, los precios de hospedaje se dispararon.
Incluso los llamados “moteles del amor”, que suelen alquilarse por horas, llegaron a cobrar 200 dólares la noche ante la saturación de la demanda.
A diferencia de las últimas cumbres realizadas en países con fuertes restricciones a la protesta, en Brasil las manifestaciones están permitidas. Movimientos indígenas y ambientalistas ya se movilizan por el río Amazonas para reclamar acciones concretas.

