
La sesión convocada para insistir con la Ley de Financiamiento Universitario, vetada por el presidente Javier Milei, no es un trámite legislativo más: es la oportunidad de demostrar si nuestros representantes están del lado de la educación pública o del lado del ajuste que exige el Fondo Monetario Internacional.
La Universidad Pública: orgullo nacional
La historia de nuestra Universidad Pública representa uno de los mayores orgullos nacionales. Desde la Reforma de 1918, cuando los estudiantes cordobeses conquistaron la autonomía universitaria y el gobierno tripartito, hasta la gratuidad establecida en 1949, cada avance democratizó el acceso al conocimiento y fortaleció nuestra soberanía intelectual. Cinco premios Nobel, miles de profesionales que sostienen nuestro sistema de salud, ingenieros que diseñaron nuestros satélites, científicos que desarrollan vacunas y tecnología nacional, surgieron de aulas públicas y gratuitas.
En el año 2005, ese mismo Congreso voto la Ley de Financiamiento Educativo que destinó recursos históricos a ciencia y educación, permitiendo la creación de 16 nuevas universidades públicas y la repatriación de investigadores. Hoy, el gobierno libertario busca dinamitar todo ese legado con la misma saña que destruye hospitales, jubilaciones y derechos laborales.
El veto como política de sometimiento
El veto presidencial al financiamiento universitario no responde a criterios técnicos ni a supuestos equilibrios fiscales. Es parte de una estrategia deliberada de desmantelamiento del Estado nacional que exigen los organismos financieros internacionales. Mientras Milei recorta partidas para la educación y la salud pública, su gobierno protagoniza escándalos de corrupción inéditos, como el caso ANDIS, donde sus funcionarios y su hermana están en la mira de la justicia por robar fondos públicos destinados a medicamentos para personas con discapacidad.
La misma lógica atraviesa el veto al presupuesto del Hospital Garrahan, la institución pediátrica más importante del país. Negarle recursos a un hospital que atiende a los niños más vulnerables de Argentina constituye un acto de crueldad que define la naturaleza de este gobierno. No se trata de austeridad: se trata de un proyecto político que considera descartables a los sectores populares y utiliza el sufrimiento como herramienta de disciplinamiento social.
Trump, Milei y la nueva subordinación
La reciente visita de Milei a Estados Unidos para reunirse con Donald Trump expone con crudeza el modelo de país que buscan imponernos. La agenda trumpista para nuestra región es explícita: desregulación total de mercados, eliminación de barreras comerciales que protejan industrias nacionales, acceso irrestricto a recursos estratégicos y subordinación política a los intereses de Washington. Milei no solo acepta este programa, sino que lo celebra como si fuera una virtud patriótica. Su «América Primero» implica necesariamente «Argentina Última» para nosotros, y el Presidente argentino colabora entusiastamente con la degradación nacional.
Los acuerdos que emerjan de esta subordinación tendrán consecuencias devastadoras para nuestra economía productiva. La apertura indiscriminada destruirá las industrias nacionales que sobrevivieron a décadas de neoliberalismo, la dolarización que promete Milei nos convertirá en una economía satélite sin instrumentos de política monetaria propia, y la entrega de recursos estratégicos hipotecará el futuro de varias generaciones de argentinos.
El Senado ante su responsabilidad histórica
Mañana, cada senador deberá elegir entre dos proyectos de país antagónicos. Quienes voten por mantener el veto estarán respaldando un modelo que condena a Argentina al subdesarrollo perpetuo, que expulsa a nuestros mejores talentos hacia otros países y que destruye el tejido productivo construido durante décadas. Estarán avalando la entrega de nuestra soberanía educativa a los intereses del capital concentrado y las potencias extranjeras.
Por el contrario, quienes insistan con la Ley de Financiamiento Universitario estarán defendiendo un proyecto de Nación soberana, donde la educación pública garantiza igualdad de oportunidades y desarrollo científico-tecnológico propio. Estarán honrando la tradición de San Martín y Belgrano, de Sarmiento y los reformistas del 18, de todos quienes entendieron que sin educación no hay patria posible.
La decisión trasciende las diferencias partidarias. Senadores de distintas fuerzas políticas tienen la oportunidad de construir una mayoría nacional que defienda la educación pública. El kirchnerismo, el radicalismo, los bloques provinciales y federales, incluso legisladores que provienen del PRO pero conservan algún amor por las instituciones argentinas, pueden conformar los dos tercios necesarios para rechazar el veto presidencial.
La movilización popular como garantía de un modelo alternativo
Las calles argentinas demostraron durante 2024 que la Universidad Pública tiene defensa. Más de un millón de personas marcharon en abril y octubre, estudiantes y docentes sostienen un plan de lucha ejemplar y la comunidad universitaria de todo el país acompaña la resistencia. La sesión de mañana debe estar acompañada por la presencia popular en las inmediaciones del Congreso. Cada estudiante que esté allí defenderá su derecho a educarse, cada docente luchará por condiciones dignas de trabajo, cada graduado honrará la institución que lo formó y cada ciudadano comprometido estará defendiendo el futuro de la Patria.
Frente al proyecto de entrega y subordinación que representan Milei, Trump y el FMI; Argentina necesita recuperar la senda del desarrollo soberano con inclusión social. Esto implica defender la Universidad Pública como pilar estratégico, pero también construir un modelo económico que privilegie la producción nacional sobre la especulación financiera, que industrialice nuestros recursos en lugar de exportarlos como materias primas, que fortalezca el mercado interno y que genere empleo de calidad.
En materia educativa, debemos ir más allá de la resistencia defensiva para construir una Universidad del siglo XXI que dialogue con las necesidades del desarrollo nacional. Necesitamos más inversión en investigación científica, vinculación permanente entre universidades y sectores productivos, formación de técnicos e ingenieros en las especialidades que demanda la industrialización y democratización real del acceso para los sectores populares.
El futuro se decide mañana
La votación del Senado será un hito que las futuras generaciones recordarán. Si nuestros representantes tienen la valentía de rechazar el veto presidencial, habrán dado un paso fundamental en la defensa del proyecto nacional. Si por el contrario se subordinan a las presiones del Ejecutivo y los poderes concentrados, estarán golpeando fuertemente el futuro de la educación pública argentina.
No podemos permitir que la Universidad termine convertida en un privilegio para ricos mientras los sectores medios y populares quedan excluidos del acceso al conocimiento. No podemos aceptar que la investigación científica se desfinancie hasta la extinción mientras nuestros mejores cerebros emigran a otros países. No podemos tolerar que Argentina renuncie a su futuro tecnológico e industrial por someterse a las exigencias del FMI y los intereses extranjeros.
Mañana el Senado tiene la palabra. El pueblo argentino estará atento, las calles estarán movilizadas y la Historia juzgará a cada legislador por su voto. La defensa de la Universidad Pública es la defensa de la soberanía nacional, del desarrollo con inclusión y una oportunidad de futuro para las próximas generaciones. Es la defensa de la Patria misma.
Esperemos que el amor por Argentina pese más que las presiones del gobierno y que la dignidad nacional se imponga sobre la subordinación a los yanquis. Mañana se define si tenemos representantes a la altura de las circunstancias o simplemente funcionarios del ajuste.
La Universidad Pública no se toca y la educación argentina no se negocia.
El futuro de la Patria no está en venta.
*Dirigente de Libres del Sur Ciudad de Buenos Aires
@adolfobuzzo