Este miércoles 3 de septiembre, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) abrirá sus puertas a una experiencia inédita: la creación de la Escuela de Formación Urbano-Ambiental.
La iniciativa, impulsada por el movimiento cartonero en articulación con la casa de altos estudios, se traduce en un espacio que reconoce el valor del trabajo de los recuperadores urbanos. Es por ello que apuesta a profesionalizar su experiencia y propone un puente entre los saberes de la calle y las herramientas académicas.
Esta propuesta surge de la alianza entre la UBA, la Federación Argentina de Cartoneros (FACCyR), la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) Capital y diversas cooperativas del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Para conocer más detalles, Nota al Pie dialogó con Alejandro Gianni, referente del movimiento cartonero y de la Cooperativa Recuperadores Urbanos del Oeste (RUO).
En medio del escándalo protagonizado por el Gobierno porteño que anunció que cobrará multas a quienes revisen los residuos, sostuvo: “Nuestro objetivo es condicionar las políticas públicas que los distintos municipios de la capital y del conurbano implementan”.
“La escuela de formación surge con la idea de que el sistema de reciclado en capital se volvió complejo”, explicó. “Tan complejo que tiene centros verdes, que tiene logística, que tiene distintas maquinarias, que tiene distintas formas de abordar a los distintos grupos sociales para que clasifiquen sus residuos”, agregó.
Entre la criminalización y la dignificación
La puesta en marcha de la Escuela llega en un momento paradójico. Mientras se recortan derechos sociales y se persigue a los sectores populares, el trabajo de los cartoneros y cartoneras continúa siendo esencial para la gestión de residuos en las grandes ciudades.
Sin embargo, en lugares como la Ciudad de Buenos Aires, lejos de valorizar esta tarea, se profundiza la criminalización a través de multas por la basura, que afectan sobre todo a quienes sostienen el reciclado día a día. Al respecto, Gianni aseguró que “la idea misma de reciclado, con el gobierno de Milei y con este nuevo Macri (Jorge), no les interesan. Ellos prefieren seguir enterrando los residuos”.
En ese contexto, que la universidad pública reconozca al movimiento cartonero y lo incorpore como sujeto de formación académica marca un hito político y cultural: del carro al aula, de la marginalidad al reconocimiento como protagonistas de un modelo urbano más justo y sostenible.
Una apuesta por la economía circular con justicia social
Cada clase de la nueva escuela será un espacio de intercambio colectivo, donde la experiencia territorial se articule con la mirada académica. El objetivo es fortalecer la gestión social del reciclado, avanzar en políticas de economía circular y generar herramientas concretas para que el trabajo cartonero deje de ser invisibilizado y precarizado.
Además, la propuesta contará con certificación oficial de la UBA, lo que no solo suma valor académico, sino que también funciona como un reconocimiento institucional de una tarea que históricamente fue relegada. “En esta dialéctica de ida y vuelta entre lo popular y la universidad, se fue tejiendo un conocimiento que la verdad es inédito en Latinoamérica y en Argentina”, destacó el referente.
El lanzamiento de la Escuela de Formación Urbano-Ambiental abre un debate de fondo sobre el modelo de ciudad y la manera en que se gestionan los residuos. Si las políticas públicas insisten en multar o perseguir, se refuerza la exclusión; si en cambio se apuesta por la formación y la inclusión, se construye un camino hacia la justicia ambiental y social.
En tiempos de ajuste, la organización cartonera demuestra que la dignidad también se defiende con conocimiento, y que el reciclado con inclusión puede ser una respuesta real frente a la crisis ecológica y social que atraviesa el país.