
El renombrado ilustrador argentino Gustavo Cabral, conocido como Ciruelo Cabral, expresó públicamente su malestar al detectar una obra en exhibición en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) que, según él, replica elementos visuales distintivos de su trabajo.
La pieza cuestionada forma parte de la muestra de Carrie Bencardino y es motivo de controversia en redes sociales y medios locales. Ciruelo, icono mundial del fantasy art, advierte que la pintura expuesta no solo evoca su estética, caracterizada por dragones y ambientaciones mitológicas, sino que muestra una correspondencia visual lo suficientemente significativa como para justificar su denuncia.
La acusación tomó fuerza en redes sociales como Twitter (actual X) o Facebook, en donde él mismo ilustrador advirtió la semejanza y expresó su incomodidad por la apropiación de su estilo iconográfico.
Repercusiones y dimensiones del conflicto
El hallazgo resonó de inmediato en redes, donde usuarios compartieron comparaciones entre la obra cuestionada y creaciones previas de Cabral. Algunos lo consideran un caso evidente de plagio, mientras otros lo ven como una coincidencia estética o una reinterpretación.
Algunos medios recogieron el caso, subrayando que la acusación se produce en un espacio cultural de alto prestigio como el Malba. Hasta el momento, ni la institución ni la artista Carrie Bencardino han emitido declaraciones públicas, y la comunidad artística debate sobre los límites de la apropiación creativa y la inspiración legítima.
Contexto de la acusación
Ciruelo Cabral es reconocido internacionalmente por sus ilustraciones de dragones, paisajes de fantasía y por la creación de la técnica “petropictos”, con trabajos que han llegado a colaborar con figuras como George Lucas.
Por su parte, Carrie Bencardino presenta en el Malba la muestra El desentierro del diablo, una propuesta que explora lo imaginario, lo simbólico y lo poético, en un recorrido que incluye figuras mitológicas, animales fantásticos y referencias culturales diversas.
El punto de fricción radica en que uno de los trabajos exhibidos presenta, según Cabral, una composición, un diseño de criatura y una paleta cromática que recuerdan directamente a una de sus obras más conocidas.
¿Qué está en juego con esta denuncia?
El caso reabre el debate sobre la delgada línea entre la inspiración y el plagio. Para muchos, reproducir rasgos tan específicos de un estilo puede vulnerar derechos de autor, mientras que otros defienden la libertad de reinterpretar universos visuales ajenos.
En paralelo, se plantea la responsabilidad de instituciones como el Malba de velar por la autenticidad de las obras que exhiben, aLasegurarse que no se incurra en apropiaciones indebidas. Para Ciruelo, el asunto no es solo legal sino también ético: proteger la integridad de un lenguaje visual que construyó durante décadas.
¿Qué sigue a partir de este caso?
Por el momento, se espera una respuesta oficial del Malba o de la propia Bencardino, que podría aclarar si la semejanza es involuntaria, un homenaje o parte de una decisión creativa deliberada. Si el conflicto escala, podría derivar en instancias legales y en peritajes especializados para determinar la existencia de plagio.
Más allá de la resolución, la controversia ya abrió una conversación más amplia sobre los límites éticos y legales en el arte contemporáneo, especialmente en géneros como el fantasy art, donde la iconografía es tan marcada que las fronteras entre referencia y copia pueden volverse difusas.