
El 28 de julio se conmemora en Argentina el Día de la Concientización y Aceptación del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Esta fecha tiene como objetivo sensibilizar a la sociedad, derribar estigmas, promover la inclusión y reconocer que el TDAH es una condición del neurodesarrollo que acompaña a las personas a lo largo de sus vidas.
Frecuentemente diagnosticado en la infancia, el TDAH no desaparece con los años. Afecta aproximadamente al 5% de los niños y al 2,5% de los adultos a nivel global, y es una de las condiciones neurobiológicas más comunes en la infancia argentina. Sin embargo, su impacto va más allá de las aulas: afecta el ámbito social, emocional, familiar y laboral.
¿Qué es el TDAH?
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad se manifiesta a través de síntomas persistentes de inatención, impulsividad e hiperactividad, que interfieren significativamente en el funcionamiento cotidiano.
Estudios afirman que el 80% de los niños continúa con síntomas durante la adolescencia, y entre un 30% y un 65% en la adultez. Además, se presenta con mayor frecuencia en varones (3 o 4 por cada niña), aunque en ellas tiende a manifestarse con más síntomas de inatención o ansiedad, lo que muchas veces retrasa el diagnóstico.
Cada persona con TDAH presenta una combinación única de síntomas, que pueden variar a lo largo del tiempo y coexistir con otras condiciones. Por eso, es clave evitar diagnósticos reduccionistas y enfoques estandarizados.
De trastorno a condición: por una mirada respetuosa
En los últimos años, diversas voces han cuestionado el uso del término “trastorno”, por su carga negativa. Activistas, personas con TDAH y especialistas en neurodiversidad proponen referirse a esta y otras formas de funcionamiento cerebral como “condiciones” o “neurodivergencias”.
La socióloga autista Judy Singer, quien acuñó el término neurodiversidad en 1998, remarca la importancia de reconocer las fortalezas individuales y fomentar una sociedad que abrace las diferencias humanas, en lugar de intentar “normalizarlas”.
En este marco, se afirma que no hay una única manera correcta de pensar, sentir o relacionarse, y que la diversidad neurocognitiva debe ser aceptada como parte de la pluralidad humana.
El impacto del estigma
Quienes conviven con TDAH o condiciones del espectro autista suelen enfrentarse a prejuicios sociales, exclusión escolar, burlas y aislamiento familiar. A menudo, el entorno no logra ver más allá de los síntomas, ignorando las potencialidades y talentos de estas personas.
Un estudio reveló que el 75 % de los niños neurodivergentes sufren exclusión social, y un 37 % fue objeto de burlas en su entorno. A nivel familiar, el 40 % experimentó aislamiento social o pérdida de vínculos debido al estigma.
Además, el desconocimiento lleva a que muchos adultos no sean diagnosticados, lo que afecta su autoestima, su salud mental y su desempeño laboral.
Mitos y verdades: repensar el TDAH desde una mirada integral
En la cultura popular, el TDAH se asocia frecuentemente con la hiperactividad en niños, pero eso reduce y distorsiona su verdadero alcance. No todas las personas con TDAH son inquietas; muchas presentan sobre todo dificultades para sostener la atención, regular emociones o gestionar el tiempo.
Tampoco es cierto que el TDAH sea sinónimo de bajo rendimiento: con acompañamiento adecuado y comprensión del entorno, muchas personas con esta condición destacan por su creatividad, intuición, energía e innovación.
El rol de la sociedad: de la aceptación al apoyo
La inclusión no se logra solo con diagnósticos. Es fundamental crear entornos educativos, laborales y sociales que comprendan la diversidad y acompañen con empatía. Esto implica capacitar docentes, adaptar currículas, formar profesionales en salud mental y, sobre todo, escuchar a quienes viven estas condiciones.
Como afirma Caroline Miller, del Child Mind Institute, el movimiento de neurodiversidad no niega los desafíos, pero propone abordarlos desde una perspectiva que potencia fortalezas y acompaña las dificultades sin estigmatizar.
Neurodivergencias y derechos
Conocer y aceptar el TDAH es también una cuestión de derechos humanos y justicia social. En un mundo donde se valora la productividad por encima del bienestar, es fundamental visibilizar y respetar las múltiples formas de ser y estar.
El camino hacia una sociedad inclusiva no pasa por corregir a quienes son diferentes, sino por ampliar las estructuras para que todos puedan desarrollarse con dignidad.