
El Museo de Farmacobotánica “Juan A. Domínguez”, perteneciente a la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), celebra 125 años de historia. Fundado en 1900, el espacio es referente en la preservación del patrimonio científico, académico y cultural vinculado al uso de plantas medicinales en la Argentina y América.
Cuenta con 3.000 muestras desecadas de drogas vegetales procedentes de distintas regiones del país y del mundo, y un herbario con más de 800 mil ejemplares, instrumentos y aparatos científicos y una colección de especies de animales vertebrados e invertebrados. En un contexto de crisis ambiental y pérdida de biodiversidad, estas piezas adquieren un gran valor para la investigación científica y la reflexión sobre el vínculo entre naturaleza, salud y cultura.
Además, el museo posee una gran cantidad de plantas tóxicas que a lo largo de la historia de la humanidad se usaron con distintas finalidades. Desde la construcción de leyendas y especulaciones con orígenes mitológicos hasta aplicaciones mágicas. Entre las más exóticas y seguramente más escuchadas se encuentra la Mandrágora, conocida por la película Harry Potter y la cámara secreta. En la edad media las brujas la utilizaban para sus rituales como pomadas o líquidos tanto en magia negra como blanca.

Del mismo modo cuentan con ejemplares del Beleño Negro, utilizado por videntes y sacerdotisas que lo tomaban para tener visiones del pasado, presente o futuro, y una gran cantidad de hongos como por ejemplo el Cornezuelo utilizado desde los movimientos contraculturales de la década de 1960 y la psicodelia como drogas psicoactivas en una derivación conocida como LSD. Jimi Hendrix, Janis Joplin, The Doors fueron gurúes del consumo de esta droga y uno de sus efectos populares es el llamado “Síndrome de Alicia en el país de las maravillas”.
A lo largo de más de un siglo, el museo atravesó transformaciones institucionales, científicas y culturales que marcaron hitos fundamentales en su evolución. Desde la incorporación de los herbarios históricos pertenecientes al Dr. Domingo Parodi en 1904, pasando por la donación de la biblioteca botánica de Domínguez en 1919 y su posterior transformación en Instituto de Botánica y Farmacología, hasta su renovada reapertura al público general en 2013 y su activa participación en eventos como La Noche de los Museos y la Semana de la Ciencia. De este modo el museo se consolidó como un puente entre la botánica, la farmacia y la historia.
Fiel a su origen, el Museo continúa siendo un espacio formador para estudiantes, investigadores y profesionales de la salud. A su vez, mediante visitas guiadas, talleres y participación en redes de museos, reafirma su rol como actor activo en la divulgación científica y en la construcción de una ciudadanía crítica y curiosa.