
¿Y si el autor de ese libro que te sorprendió nunca existió? Eso ocurrió con Hipnocracia, un ensayo publicado recientemente y atribuido al supuesto filósofo chino Jianwei Xun. Con una biografía creíble, entrevistas ficticias y hasta una imagen generada por inteligencia artificial, el personaje fue creado por el editor Andrea Colamedici como parte de una performance filosófica.
Lo que nadie sabía al momento de su publicación es que Xun era una invención. El texto fue coescrito con herramientas de IA como ChatGPT y Claude, sin advertencias ni aclaraciones iniciales. La revelación posterior encendió alarmas en el mundo editorial, académico y cultural.
Jianwei Xun, presentado como autor de Hipnocracia, fue incluso mencionado en debates internacionales de alto nivel. En febrero pasado, la ciudad francesa de Cannes acogió una mesa redonda sobre cómo la inteligencia artificial redefine la política y la gobernanza digital. Allí se citó la teoría de la «hipnocracia» atribuida a Xun. Sin embargo, la periodista Sabina Minardi de L’Espresso reveló que este supuesto filósofo hongkonés no existe: fue creado por Colamedici en colaboración con plataformas de IA, violando la normativa europea que exige informar sobre el uso de inteligencia artificial en contenidos culturales.
El diario EL PAÍS eliminó posteriormente un artículo publicado en marzo en el que se hacía referencia al inexistente autor. A su vez, académicos como Cecilia Danesi, del Instituto de Estudios Europeos y Derechos Humanos de la Universidad Pontificia de Salamanca, también reflexionaron sobre los conceptos del libro sin saber que su autoría era ficticia.
¿Qué es la “hipnocracia”?
El concepto central del libro no es menos provocador. “Hipnocracia” proviene de los términos griegos hypnos (sueño) y kratos (poder). Se refiere a un tipo de control social ejercido de forma sutil, en el que las personas aceptan discursos sin cuestionarlos. Una suerte de hipnosis colectiva generada por discursos que aparentan profundidad y autoridad, aunque puedan carecer de sustento real.
Colamedici explicó que su intención era justamente esa: demostrar lo fácil que es construir una narrativa verosímil y engañosa en la era digital, utilizando herramientas de inteligencia artificial y la falta de filtros en los circuitos de validación del conocimiento.
Reacciones y críticas: entre la ética y el escándalo
El experimento generó fuerte repercusión mediática. El principal punto de conflicto fue la omisión de transparencia. Colamedici no informó que el libro había sido coescrito con IA ni que Xun era un personaje inventado, lo cual contraviene normativas europeas sobre el uso de inteligencia artificial en contenidos culturales.
Medios, académicos y lectores citaron y celebraron el libro sin advertir el engaño. Sólo tras la polémica, la web del autor ficticio fue actualizada para reconocer que no era una persona real.
¿Qué entendemos por autoría hoy?
El caso de Hipnocracia no solo expone los riesgos de manipulación con inteligencia artificial, sino que reaviva un debate profundo:
- ¿Importa quién escribe si el contenido genera impacto?
- ¿Es posible convivir con obras co-creadas entre humanos y máquinas?
- ¿Cuáles son los límites éticos y legales que debemos exigir?
La situación revela que incluso los sistemas culturales y periodísticos pueden fallar ante discursos bien presentados, y que los mecanismos de validación tradicionales ya no son suficientes.
Más allá del engaño: una llamada de atención
El experimento de Colamedici con Hipnocracia fue, en sus palabras, un llamado a “despertar”. Un intento por evidenciar cuán fácilmente aceptamos contenidos sin verificación y lo vulnerable que puede volverse el conocimiento cuando se diluyen las fronteras entre lo real y lo fabricado.
En tiempos de sobreinformación, más que la IA, lo que verdaderamente nos adormece es dejar de cuestionar.