Luisa González es la presidenta del movimiento Revolución Ciudadana liderado por Rafael Correa, fue candidata presidencial en Ecuador y compitió contra Daniel Noboa en las elecciones que terminaron con el ballotage del 13 de abril. Actualmente visita Argentina para denunciar un fraude electoral en su país.
Este miércoles, en el marco del XVII Congreso Internacional de Comunicación Política-Campañas Legislativas, fue parte de un panel junto al especialista Daniel Ivoskus, el principal referente del encuentro que se realiza hasta este jueves 12 de junio en la Universidad Católica Argentina (UCA).
Nota al Pie dialogó en exclusiva con Luisa González, para conocer de primera mano la experiencia de Ecuador y el destacado papel que llevó adelante junto a su fuerza política en el marco de un contexto adverso de persecución judicial, una grave crisis económica y violencia social.
“En los años 70 y 80 vivimos dictaduras militares que estaban orquestadas bajo el Plan Cóndor, en una estrategia de Estados Unidos para la región, que luego se llegó a revelar y en donde se usó a la fuerza pública, los militares, para tomarse los gobiernos y ser funcionales a intereses geopolíticos”, planteó González, en una definición que también fue parte central de su intervención en el panel.
Llevado al plano de lo que ocurre hoy en día en Latinoamérica, Luisa advirtió que “donde hemos tenido gobiernos progresistas se aplica exactamente la misma receta: usar al poder judicial para bloquear electoralmente a gobiernos de izquierda, a gobiernos progresistas y vemos que es una receta estandarizada, que incluye a la Fiscalía General del Estado, jueces corruptos, que tienen la función de bloquear políticamente”.
En ese sentido, aseguró que esto sucedió con Lula en Brasil, con Evo Morales en Bolivia, en Argentina con Cristina, y en Ecuador con Rafael Correa. “Se lo condena por influjo psíquico porque no encontraron una sola prueba y al margen de lo que dice la ley y la Constitución”, dijo en relación al exmandatario. También señaló que lo mismo ocurre ahora con el presidente Gustavo Petro en Colombia, “y vemos que es exactamente la misma receta”.
Puntualmente sobre el caso de Ecuador, Luisa se refirió a la fiscal general Diana Salazar, quien llevó el proceso en contra de Rafael Correa. “Al ganar Daniel Noboa, ella lo que hace es limpiar los expedientes del presidente, archiva los procesos que incluso llegan a narcotráfico”, apuntó.
Esos procesos, agregó González, iban en contra de Guillermo Lasso (el antecesor de Noboa), procesos en contra de Daniel Noboa, de su círculo cercano, de su familia. Luego Salazar es nombrada embajadora en Argentina. “La novedad en esto es que cuando ella ya era fiscal, cuando ella archiva esos procesos, ya contaba con el beneplácito del gobierno argentino para ocupar el cargo de embajadora”, detalló.
La aceptación por parte del gobierno de Javier Milei ocurrió en enero de 2024, apenas asumido el presidente argentino y, mencionó Luisa, “ella era ya una empleada prácticamente de Daniel Noboa y en ese proceso aún seguía siendo fiscal y archiva los casos judiciales”.
“Se archivan los casos que les conviene a la derecha, cuando hay pruebas e investigaciones, de policía nacional e internacional, que hay vínculos incluso con narcotráfico. Pero cuando es la izquierda, se inventan pruebas o sin pruebas se sentencia”.
Luisa González
Los datos del fraude en Ecuador
La primera vuelta electoral entre el presidente Daniel Noboa, que iba por la reelección, y González se desarrollaron en febrero y terminaron prácticamente con un empate técnico. Se enfrentaron en el ballotage del 13 de abril y con los hechos consumados de lo que denunciaron como un “fraude estructural”, elaboraron esta guía para entender la situación, a la que documentaron en cinco dimensiones:
- Matemáticamente: Inconsistencias aritméticas en las actas electorales.
- Estadísticamente: Desvíos inexplicables en los resultados oficiales, a pesar de que once encuestas la daban como ganadora.
- Institucionalmente: Uso del aparato estatal para la campaña y bloqueo de auditorías electorales.
- Políticamente: Uso del poder para proscribir rivales y manipular la campaña con recursos públicos.
- Socialmente: Clima de miedo y desinformación durante las elecciones.
Con estas definiciones, Luisa González busca exponer cómo el fraude electoral moderno opera sin “violencia visible, pero con precisión, afectando la democracia”. Es un testimonio potente y es un llamado de atención para toda la región.
Luisa González y el panorama en la región
Álvaro García Linera habló hace varios años del empate transitorio en América Latina y hay una mirada sobre lo pendular de los procesos. ¿Cómo ves los ritmos de ese proceso?
–Primero hay una característica clara. Los gobiernos de izquierda que han sido perseguidos fueron quienes le han dado crecimiento económico, estabilidad, salud, educación, obras y empleo a los países en los que hemos gobernado. Ecuador fue denominado “el jaguar de Latinoamérica”. Lo mismo pasó con las condiciones sociales en Brasil y en varios de esos países.
Los gobiernos de derecha que han asumido después de los que han sido perseguidos lo único que han traído es pobreza, desempleo y esa violencia que es palpable en las calles de nuestros países.
Retomamos el poder, en el caso de Lula en Brasil, pero sigue esa agenda internacional, una agenda idéntica, una misma receta para poder bloquearnos políticamente.
¿Qué es lo que tenemos que hacer? Primero, levantar las voces, hablar claramente, denunciarlo como lo estamos haciendo desde Ecuador, porque esto que acaban de hacer en Ecuador se puede replicar en otros países en las próximas elecciones en los diferentes países latinoamericanos, si no estás acorde a un poder hegemónico de turno.
Seguir también en unidad de la izquierda en los países progresistas, en una campaña en donde nosotros no nos quedemos callados y exijamos también que, como el proceso electoral de Ecuador se haga auditoría, y detectar dónde fue cometido el fraude.
Ecuador fue visto muy de cerca desde la Argentina por el proceso de dolarización. El actual presidente prometía en campaña dolarizar la economía nacional. Ustedes tienen un cuarto de siglo con este esquema que no logró cambiar ni siquiera Rafael Correa. ¿Qué balance o qué lectura se puede hacer a partir de eso, que estructuralmente también modificó mucho la economía de Ecuador?
–Nosotros apoyamos la dolarización, porque nos ha dado cierta estabilidad. Lo que te quita es la política económica de poder devaluar cuando lo hace un país vecino y al tener una moneda extranjera manejar la economía es bastante complejo.