Este martes 11 de junio se conmemoran 445 años de la segunda fundación de la ciudad de Buenos Aires. La primera había sido llevada a cabo por Pedro de Mendoza en 1536, pero fue Juan de Garay quien, en 1580, concretó la definitiva.
Garay había partido en abril de 1573 desde Asunción al mando de una expedición compuesta por cien hombres. Al arribar el 11 de junio de 1580, fundó la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre.
Tras ese acto, tuvo lugar el reparto de tierras entre muchos de quiénes lo acompañaban y se estableció el Cabildo de Buenos Aires. Desde el punto de vista estratégico, las aguas poco profundas del Rio de la Plata ofrecían a los nuevos habitantes una defensa natural contra las naves enemigas, dado que no permitían la llegada directa de éstas a tierra firme.
Para principios del siglo XVII, Buenos Aires estaba formada por doscientas cincuenta manzanas rectangulares, contando con un fuerte, tres conventos y varias casas de barro y paja. Ya para mediados de dicho siglo, la población de la ciudad se estimaba en tres mil habitantes. La lejanía con los grandes centros urbanos y comerciales implicó, durante un buen tiempo, la falta de todo tipo de recursos.
En 1776 se crea el Virreinato del Rio de Plata y Buenos Aires pasa a ser su capital. Al ser una ciudad portuaria, permitía una vía de comunicación fluida hacia España mediante el Atlántico. Desde entonces se vio favorecida en su desarrollo, gracias al incremento del comercio y la relevancia en términos administrativos. Pronto se transformó en la principal proveedora de productos importados en el interior del país y la región pampeana incrementó la exportación de productos ganaderos.
Entre 1780 y 1800 la ciudad progresó sustantivamente, recibiendo una fuerte afluencia de inmigrantes que se dedicaban fundamentalmente al comercio y a las actividades rurales. Esa prosperidad favoreció también, el arribo de las ideas liberales provenientes de Europa que desembocarían años más tarde en la Revolución de Mayo.