Para entender por qué el gobierno de Gerardo Morales decidió avanzar sobre los territorios de las comunidades indígenas en Jujuy a partir del decreto que modifica la Constitución provincial, primero es necesario revisar cuál es el verdadero fin de obtener aquellos terrenos. Las zonas de Salinas Grandes y Laguna, territorio de los pueblos originarios, enfrentan hace años actividades relacionadas con la búsqueda de litio.
Jujuy se convirtió en uno de los principales productores de litio a nivel mundial, formando parte del Triángulo del Litio. Esto se debe al papel fundamental del mineral en la fabricación de baterías y sistemas de almacenamiento de energía sostenibles.
Raúl Montenegro, biólogo y presidente de la Fundación para la Defensa del Medio Ambiente (FUNAM), dialogó con Nota al Pie sobre la relación del extractivismo con la represión en Jujuy, la importancia de las políticas socioambientales alejadas de la explotación de mineras y los intereses corporativos de los gobiernos.
¿Cuál es la relación entre el extractivismo del Litio y el escenario de represión que atraviesa Jujuy?
Hay dos escenarios. Por un lado, que buena parte de los recursos mundiales de litio, por lo menos la mayor cantidad, se encuentren en Chile y Argentina. Ahí hay un escenario real en un mundo, sobre todo en el norte global que está en un proceso de transición energética, al haber una gran demanda de litio para el tema de baterías, no solamente para vehículos sino también para la informática. Ese es un escenario que está marcando muchas cosas en el caso particular de Jujuy.
El otro escenario tiene que ver con una tradición de manejar una provincia como una suerte de estancia, en donde no debe haber resistencia, no debe haber crítica. En ese contexto de estos dos escenarios es donde se produce ese mamarracho institucional que es la modificación en la Constitución de la provincia de Jujuy. Son esos dos escenarios los que están interactuando.
¿Cuánto daño causa el extractivismo?
Lamentablemente, no hay ninguna explotación de litio que sea definitivamente amigable, eso debe quedar claro. Igual con el tema de la megaminería, no hay una megaminería sustentable.
Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que por cada kilogramo de litio que se produzca, por lo menos hay un consumo de 2.000 litros de agua aproximadamente. Estamos hablando de una tonelada, son 2 millones de litros en zonas, sobre todo en salina, en donde precisamente el agua no es el recurso más frecuente.
¿No hay ninguna reglamentación que frene el avance de la explotación de litio en esos territorios?
El problema es que los intereses económicos son muy poderosos y, para colmo, con una fuerte asociación gubernamental. Son tan poderosos los intereses que se mueven alrededor que, si bien existen normas que deberían ser aplicadas, sobre todo la normativa que tiene que ver con comunidades indígenas y su derecho a reconocimiento de tierras ancestrales, lamentablemente eso también ha sido pisoteado.
En este momento estamos sintiendo la usura de una empresa china vinculada al litio, por ejemplo en Catamarca, que muestra la irresponsabilidad con que se hace. Entonces, hay elementos, hay herramientas, pero no hay voluntad política, y obviamente no hay voluntad corporativa de que eso se aplique.
¿Qué políticas podría tomar el Estado?
También hay varios escenarios. En un escenario nacional, por ejemplo el caso de Chile, directamente se considera al litio como un elemento estratégico y por lo tanto el Estado sí o sí participa en cualquiera de las actividades de litio. Eso no pasa en Argentina.
El otro es respetar la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el territorio ancestral. Por eso, es importante entender lo que pasa en Jujuy. La Constitución lo que pretende es sacar obstáculos de terreno para que los lugares donde hay litio y comunidades indígenas puedan ser explotados. Entonces lo que se tiene que respetar es el cumplimiento tanto de la Convención, que está por encima del país, pero también la Ley 26.160 de regulación.
El tercer punto es el mamarracho de la Constitución, lo mejor que puede pasar es que se quede sin efecto.
Pero nos dicen que el litio es necesario, ¿cómo se articula eso?
Me parece importante no creer en los espejitos de colores, como creer que la salvación de la provincia de Jujuy o de un país está en el litio o en Vaca Muerta. Yo creo que esos son espejitos de colores peligrosos, muy peligrosos, porque en realidad lo mejor que le puede pasar a una provincia es que haya una buena administración de todo su sistema socioambiental.
No es cierto que estos espejitos de colores derramen bienestar, es un mensaje que les conviene a las corporaciones, nada más.
¿Cuál podría ser una buena administración socioambiental?
Implicaría que haya una cierta inteligencia territorial para armonizar las actividades. De alguna forma lo que no está pasando es esta inteligencia territorial, entonces se vive pasando de espejitos de colores en espejitos de colores. Y lo que es más, creo que hay que tener en cuenta que cualquier jurisdicción, cualquier provincia y por lo tanto el país en su conjunto, no puede funcionar a largo plazo si no se coexiste con la biodiversidad, si no se coexiste con las raíces indígenas que hay en cada lugar.
Entonces, mientras esto no sea entendido, lo que va pasando es que se va transformando, en algunos casos por culpa del xaquín, en otros casos por culpa del uranio, en este caso por culpa del litio, se terminan transformando territorios en zonas de sacrificio, irreversibles en el tiempo humano.
Todo esto podría tener un enfoque totalmente distinto, pero cuando el país está muy atravesado por gestiones de los partidos políticos, no entienden cómo funciona el ambiente, pero sí entienden cómo funcionan las corporaciones. La única herramienta que van a tener los ciudadanos es la protesta, hacer acciones administrativas, judiciales.
¿Están trabajando en alguna acción para el caso de Jujuy?
Ahora estamos trabajando para hacer justamente un posicionamiento para que internacionalmente se conozca lo que está pasando. Me temo que mientras no haya inteligencia territorial desde los gobiernos que están demasiado enfrascados en sus peleas para ver quién obtiene más cargos, a la sociedad no le queda más alternativa que la de exigir.