Malvinas, el Amazonas y la Antártida son tan solo algunos territorios que operan como factor de disputa a escala internacional. Nota al Pie conversó con Leandro Ocón, Magíster en Estrategia y Geopolítica, sobre las condiciones de Defensa de los países sudamericanos y, particularmente, del desafío del “continente blanco” para Argentina.
¿Cuál es la situación latinoamericana en relación a los aspectos de Defensa? Considerando que los conflictos pueden aportar a la integración regional o bien al divisionismo.
Hay cuestiones permanentes y otras que son de corto y mediano plazo. Cuando vino (Gabriel) Boric, recientemente electo en Chile, a Argentina salió el tema de la Antártida. ¿Y qué dijo? Que la Antártida es de interés permanente para Chile. Un joven que ascendió en un contexto de crisis desde la centro izquierda habló como un político que en Argentina sería considerado pro militar.
Brasil, Chile y Colombia son países que tienen claro cuáles son sus intereses permanentes y también el camino para mantenerlos. Argentina los tiene parcialmente identificados pero no hay acuerdo social de cómo llevarlos adelante. Chile y Brasil siguen invirtiendo en sus FFAA, en poder militar, gobierne quien gobierne.
Del famoso ABC de Argentina-Brasil-Chile pareciera que la B y la C no han parado desde el retorno de la democracia en modernizar sus FFAA, sus capacidades industriales y militares. Cuando dicen cosas sobre el Amazonas y Lula pienso que él no va a tocar nada el aparato militar de Defensa brasileño. Es un país donde no importa si sos de izquierda o de derecha, los intereses permanentes de Brasil hoy son ser potencia regional. No hay gobierno con capacidad electoral que asuma y vaya a modificar eso. Y eso mismo pasa en Chile.
Entonces, teniendo clara esa discusión a nivel regional ahí podemos debatir sobre el Sistema de Defensa Sudameriano, el Paraná, el Mercosur, la Unasur, perfecto. Hoy los países de la región tienen muy en claro cuáles son sus propios intereses, Argentina no. A veces cree que los intereses son el de todos y antepone el de los otros ante el propio. Quizás somos demasiado idealistas. Miremos cómo se comportan ellos y cómo nos comportamos nosotros.
Acá en Argentina uno quiere poner plata para modernizar su sistema y lo acusan de encarar una carrera armamentística. En cambio, cuando el país vecino de Chile lo hace, se está modernizando. Yo también quiero hacerlo y no significa que incurra en una carrera armamentística. Estamos cayendo en una trampa discursiva e ideológica muy fuerte. Las posibilidades de integración regional se van a dar en la medida de que uno tenga poder económico y militar.
Brasil, Chile y Uruguay burlan la soberanía argentina sobre Malvinas habilitando vuelos comerciales. ¿Cómo ves esa relación de Argentina con sus países sobre la cuestión Malvinas?
Esto también remite a los dos paradigmas vigentes de los partidos con más capacidad en Argentina. Por un lado, quienes pretenden un acercamiento con Inglaterra y, por otro, quienes tienen una línea de reclamo permanente a Inglaterra.
En este sentido, quizás el Frente de Todos se sitúa en la línea de los reclamos y la contradicción yace en querer tener una zona de paz sin llegar a ningún lado. Y por otro, quienes quieren un acercamiento a Inglaterra y están dispuestos a ceder parcialmente el reclamo por Malvinas con tal de llegar a un acuerdo.
Entonces lo que hay que redefinir y repensar es la estrategia para la recuperación de Malvinas, que está en la Constitución. Pero eso involucra al mismo tiempo tomar las tensiones internas en cada una de las coaliciones. No hay una bajada de línea clara porque tienen miedo a romper la coalición.
Lo que falta es decisión política. Y no voy a discriminar por gobiernos, los ministros de Defensa no tienen capacidad de decisión política. Pero como nadie se anima a tomar decisiones difíciles estamos en esta inacción que nos conduce a la decadencia, ese es el problema. Entre los partidos que disputan el poder hay un acuerdo común de inacción en Defensa.
Aferrándonos al sentido amplio de la Defensa que también comprende lo espiritual, ¿cuánto ha contribuido la desmalvinización a estos acuerdos tácitos de la dirigencia política desde el 82 hasta la actualidad?
La desmalvinización ha sido un fracaso. Uno va al Interior y el habitante promedio de este país tiene un sentido de pertenencia por Malvinas mucho mayor al de los dirigentes políticos. Y eso se expresa en lo popular, en el fútbol y el Mundial por ejemplo. Si hay algo que entendió el pueblo argentino son los intereses permanentes de la Patria. Vas a hablar con cualquier argentino y entiende la importancia de la Antártida, de Malvinas, de una identidad nacional, del consumo de carne. Y ese es el principio articulador nacional.
¿Pero cómo es posible que si la gran mayoría de los electores entienden eso no sea una política pública? Porque la dirigencia política actúa en silencio, yendo y viniendo, y eso se vio en la compra de aeronaves. Implican una gran inversión de dinero y estuvimos yendo y viniendo con informes técnicos. Que el avión chino, que el norteamericano, que el pakistaní. Y al final, quedó en la nada. De una forma muy caótica el presidente dice que no es prioridad para Argentina. Esa es la contradicción en la dirigencia y generó malestar sobre todo en el ámbito de la Defensa.
¿Cómo analizas la proyección antártica en el concierto internacional y cuál es la capacidad argentina para disputar eso?
Hay que destacar la labor de las FFAA. Hay tipos que van con instrumento obsoleto y le ponen el cuerpo. Aunque le compren malas botas y mala ropa, van igual. Y hablás con esas personas y te dicen que van porque “es lo que tienen que hacer”. Entonces hay que pensar lo que ya tenemos y lo que ya hemos logrado. Hay un colegio, hay niños que han nacido en la Antártida. Esto es parte de la estrategia de poblar y educar. Esa misma construcción política, territorial y geopolítica en la Antártida necesita una capacidad de Defensa.
Cuando se revise el Tratado Antártico hay dos o tres opciones: la primera, que se caiga; la segunda, que se sostenga y se prorrogue. Argentina comprende que lo primero es muy probable pero no actúa de forma consecuente. Esta gestión entiende que la Antártida es un enclave estratégico, ¿pero está dispuesta a hacer un esfuerzo? Mínimo, pero entiende la relevancia. Y la tercera opción es que se haga un nuevo acuerdo antártico donde se revisen las cosas.
La diferencia con el Ártico es que, si estamos en un momento climático tendiente al deshielo, cuando el Polo Norte se descongele solo habrá agua. En cambio, en la Antártida habrá tierras raras y fuentes minerales.
¿Qué estamos haciendo todos los que estamos en la Antártida? Estamos investigando científicamente para saber qué hay, dónde están los recursos. Porque si se cae el tratado, tenés la información. La idea de la ciencia como un “protector” es falsa. La investigación científica la están haciendo en distintas áreas para ganar tiempos; invertir para reducir los riesgos de especulación con el petróleo.