Dentro del ciclo de AMIA Cultura se presenta este mes una increíble obra armada en 2005 por Claudio Tolcachir. Se trata de una oportunidad para descubrir, revivir o disfrutar de lleno la pieza llamada “La omisión de la familia Coleman”.
Acerca de “La omisión de la familia Coleman”
La misma está basada en una familia disfuncional y año a año cada temporada atrae a más espectadores. “La omisión de la familia Coleman” es una obra que nació en el ambiente under del teatro porteño, luego pasó al circuito comercial. Otro dato no menor es que la misma fue vista en más de 22 países.
En el caso de este año, la misma fue presentada en el Teatro Timbre 4, aunque también se programó una función especial para el 20 de diciembre a las 20:00. La misma será en el primer subsuelo del Auditorio AMIA, ubicado en Pasteur 633, CABA.
No obstante, la obra lleva casi dos décadas en diferentes escenarios. Nacida en el barrio porteño de Boedo, ya recorrió con éxito numerosos continentes. La clave de ello es que su temática es universal, además de que está representada con tal naturalidad que al verla parece que se está espiando a una familia real.
No por nada ha sido subtitulada de idiomas que van desde el chino hasta el serbio. En ese marco, en cada ciudad refleja con total acierto el drama casero, despertando con total desconcierto profundas y distintas emociones.
Asimismo, se trata de una obra condimentada con mucho humor y con la chispa para pasar de la risa a la tragedia en cuestión de minutos. En efecto, es una pieza tan contemporánea y costumbrista que invita a reflexionar sobre la manera de relacionarse. Por otro lado, logra trazar con suspicacia un retrato social carente de responsabilidad y solidaridad.
Cabe destacar que, en estos años, la puesta en escena de la obra ha cambiado mucho. Así, lo original de esa época se pierde al ser trasladada a un escenario convencional.
En efecto, la obra supo ser cautivadora cuando, en un principio, se daba en una casa, con una estructura básica de vivienda y con elementos reales. Allí, les espectadores estaban entre los actores e iban siguiendo la trama a pocos centímetros de estos.
En tanto, las últimas puestas de “La omisión de la familia Coleman” se dan en un solo espacio, con una escenografía despojada, y las escenas transitan con sutiles cambios de luz.
Retrato de una familia con buenas actuaciones
“La omisión de la familia Coleman” fue visitada por más de 280.000 espectadores desde su estreno, todo un récord. La misma no solo recorrió toda la Argentina, sino también países como Estados Unidos, España, Portugal, Francia, Italia, Serbia, Irlanda, China y Canadá, entre otros.
La obra, escrita y dirigida por Claudio Tolcachir, es la historia de una atípica familia argentina de clase baja. En ella, a pesar de la dureza dramática de los conflictos y secretos que sacuden a la familia, se da una cuota de humor en personajes tan humanos y simbólicos. Esto último genera una atracción inmediata, mucha ternura y hasta compasión.
Otra clave del éxito son las actuaciones, cada una de las interpretaciones tiene su momento de brillo y sobresalen a través de la buena dirección. Durante una hora y cuarenta y cinco minutos esta familia, al límite de la rotura, se vuelve realidad sobre el escenario.
Gracias al trabajo actoral que es impecable y muy parejo, Cristina Maresca representa con total simpatía y carácter a una abuela enferma que es el pilar y nexo primordial de la familia.
Por su parte, la actuación de Miriam Odorico, como su hija y madre de cuatro hijos de distintos padres, es genial. Así, cada vez que su entrañable personaje entra en escena, brilla y sorprende a les espectadores.
Luego, completan el reparto José Frezzini, Tamara Kiper, Inda Lavalle, Gonzalo Ruiz, Fernando Sala y Jorge Castaño. Con una puesta en escena sencilla y conformando así un equipo sólido, los mismos recrean con total acierto las andanzas de los Coleman. La actual puesta se da en dos ambientes; en el humilde hogar de la abuela, y en la habitación de un hospital.
En resumen, se trata de una obra que es sinónimo de buen teatro argentino. Lo tiene todo, la dosis justa de lo absurdo, la reflexión, la reclusión, el humor negro, la comicidad y exabruptos decadentes e inadmisibles. Por último, “La omisión de la familia Coleman” retrata la realidad, el mundo interno de cualquier familia. De allí su acertadísimo y agridulce final, que no se puede revelar pero que es emocionante.