Este jueves llegó a los cines nacionales “Adiós señor Haffmann”, una película conmovedora y ambiciosa del director francés, Fred Cavayé. La misma está ambientada en 1939, a principios de la Segunda Guerra Mundial.
Sobre la película
El dilema de “Adiós señor Haffmann” (Adieu Monsieur Haffmann, en francés) mezcla la cuota justa de drama con el suspenso en una París bajo la hostil ocupación alemana.
No obstante, lo que la hace muy eficaz es que la historia no se centra en lo bélico sino en el enfrentamiento de dos hombres que antes trabajaban juntos y ahora sobreviven en ese clima hostil. Otro gran acierto es la reconstrucción de la época, lo cual aporta realismo y el marco perfecto para desarrollar esta tragedia intimista de cuidada sensibilidad.
El film es una adaptación de una obra de mucho éxito lanzada en 2016, fecha de su estreno en la ciudad francesa de Aviñón. Dicha obra supo cosechar varios premios teatrales nacionales y es de autoría del actor francés, Jean Philippe Daguerre.
El hecho de que Daguerre fuese amigo del director Cavayé permitió que sea llevada al cine con ciertos cambios en el guión. Aunque, la película se aleja bastante de la obra, en ella se suma mucho más dinamismo y tensión en el trío protagónico.
Otra de las características es que se aleja totalmente del cine bélico norteamericano. De modo que en la atrayente trama de “Adiós señor Haffmann” prevalece el aspecto psicológico. Esto último la transforma en una excelente producción de carácter más realista y representativo.
Asimismo, cabe destacar que en la película quedan ciertas raíces de la obra de teatro, ya que mucho de la acción sucede en pocos espacios y sobre todo en interiores, mayormente en un sótano, donde la claustrofobia reina y enmarca la emocional historia.
“Adiós señor Haffmann”: un guion con giros inesperados
La trama comienza al presentar a un hombre de clase baja, François Mercier, que solo aspira a formar una familia con la mujer que ama, Blanche. Mercier trabaja como empleado de un joyero muy talentoso, el Sr. Joseph Haffmann, quien, al darse cuenta que los alemanes están por deportar en demasía a los judíos, decide armar un plan junto a su empleado para sobrevivir con su familia.
En ese sentido, para mantener sus propiedades, firman un pacto donde Haffmann le cede el local y su casa a Mercier. Esto último con la condición de que los mismos sean devueltos cuando termine la guerra y regrese de su exilio en Suiza.
Al principio todo parece funcionar, logra mandar a su esposa e hijos a una zona libre pero al otro día, cuando Haffmann intenta escapar, los controles se han agudizado y no consigue huir. De este modo, regresa a su local y decide esconderse en el sótano, quedando bajo el control de su ex empleado.
Desde esa premisa, la película se centra en los cambios de caracteres de sus protagonistas bajo la tensión de tener que “convivir”. Además marca la presión de ser todo el tiempo visitados por alemanes y la posibilidad de ser descubiertos. Esto último no solo perjudicaría al que se esconde sino también a los encubridores.
En ese marco, en la película se dan una serie de cambios de posiciones muy marcadas: el pobre con poder se vuelve tirano y maltrata a su ex jefe como a su esposa.
Un acierto en dirección y actuaciones
El film es una vuelta de Fred Cavayé al género del suspenso. Sus tres primeras películas fueron excelentes thrillers, “Para ella” (1996), “A bout pourtant” (2010) y “Mea Culpa” (2014). Luego, incursionó en la comedia con producciones originales como “¡Radin!” (2016) y “The Game” (2018) pero que no tuvieron mucho éxito ni la misma eficacia que las anteriores.
En efecto, en esta ocasión Cavayé creó un film que se distancia del género de guerra con mucha originalidad. Casi no se ven batallas ni grandes persecuciones de acción sino que prevalece el drama y la tensión de las relaciones interpersonales. Esto último cautiva rápidamente al espectador.
Otro punto fuerte de la película son las actuaciones. Daniel Auteuil, como el joyero, está increíble; Gilles Lellouche saca lo mejor de sí para crear el personaje de un empleado que, con un poco de poder, se vuelve una persona sin límites. Y Sara Giraudeau, como su esposa, también crea un personaje tan creíble que es difícil no ponerse de su lado.
El resultado es una película increíble, donde se puede apreciar las consecuencias en la psiquis de estas personas durante la guerra. Además, permite reflexionar sobre lo que haría uno en esas mismas situaciones. Por último, quizás el final se vea un poco forzado pero el suspenso y la tensión es tan grande que a la mayoría del público no le importa.