René Favaloro nació en la ciudad de La Plata el 12 de julio de 1923. Su nombre completo era René Gerónimo Favaloro y fue hijo del carpintero Juan Manuel Favaloro y la modista Ida Raffaelli.
Hizo sus estudios primarios en la escuela N° 45 y en 1936 comenzó la secundaria en el Colegio Nacional Rafael Hernández. Luego, decidió estudiar medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Para realizar las prácticas correspondientes al tercer año, Favaloro asistía al Hospital Policlínico y fue allí donde tuvo contacto por primera vez con pacientes. Su pasión por la profesión era tal, que volvía por las tardes para controlar cómo evolucionaban las personas internadas.
También se tomaba el tiempo de asistir a las cirugías que llevaban a cabo los médicos José María Mainetti y Federico E. B. Christmann. Ellos fueron quienes le enseñaron técnicas de simplificación y estandarización que luego aplicó en la cirugía cardiovascular.
El joven médico prácticamente vivió en el hospital durante los dos años que duró su residencia. Finalmente se graduó en el año 1949 y logró obtener una vacante para médico auxiliar.
Favaloro, el médico rural
En el Hospital Policlínico trabajó durante un tiempo, hasta que a principios de los años 50 recibió la carta de un tío oriundo de Jacinto Aráuz. En ella, el hombre le comentó que en ese pequeño pueblo pampeano se habían quedado sin médico porque éste se había enfermado. Como consecuencia, les casi 3.500 habitantes estaban desamparades en materia de salud. Por eso, le pidió que tome el lugar del Dr. Dardo Rachou por algunos meses.
Favaloro llegó a Jacinto Aráuz en mayo de 1950 y forjó una amistad con el Dr Rachou, quien meses más tarde murió producto de un cáncer. Para ese momento, ya era parte de ese pueblo, donde la mayoría de las personas se dedicaban a las tareas rurales. Fue así que el joven platense obtuvo el reconocimiento como médico rural, característica que sostuvo con orgullo hasta morir.
Al poco tiempo, su hermano Juan José, también médico, se sumó a la clínica pueblerina. Juntos trabajaron durante los 12 años en los que ambos lograron fundar un centro asistencial. Gracias a su trabajo, en Jacinto Aráuz disminuyó notoriamente la mortalidad infantil de la zona; se redujo la desnutrición y la cantidad de infecciones en los partos. Además, crearon un banco de sangre de personas vivas y realizaron charlas en las que enseñaban métodos para prevenir enfermedades.
Estudios en Estados Unidos y la creación del bypass
Favaloro se capacitaba constantemente en La Plata. Se interesó por las recientes intervenciones cardiovasculares, como también por la cirugía torácica. En este sentido, consideró la posibilidad de terminar su etapa de médico rural y viajar a Estados Unidos para seguir su capacitación. Colegas de su cercanía le recomendaron la Cleveland Clinic, y en 1962 se desempeñó allí primero como residente y luego en el equipo de cirugía.
El doctor argentino colaboró con médicos locales y centró su trabajo en enfermedades valvulares y congénitas. Luego, se interesó en otras especialidades; como el estudio de la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco.
Fue a comienzos del año 1967 que estudió la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria, e hizo prácticas con sus ideas en mayo de ese año. La técnica fue bautizada como Bypass, aunque también se la conoce como cirugía de revascularización miocárdica. Este procedimiento fue clave en su carrera e incluso obtuvo el prestigio por conceder la técnica que cambió para siempre la historia de la enfermedad coronaria.
En Argentina, por ejemplo, el bypass es la cirugía cardiovascular más común y se estima que se realizan entre 40 mil y 50 mil procedimientos por año.
El regreso a la Argentina y la Fundación Favaloro
Favaloro volvió desde Estados Unidos a la Argentina en 1971, con la idea de instalar un centro de excelencia parecido al de la Cleveland Clinic. El objetivo era que en dicho lugar se pudiera combinar la atención médica, la investigación y la educación.
En su carta de renuncia, el médico argentino sostuvo que “una vez más” el destino había puesto sobre sus hombros “una tarea difícil”. “Voy a dedicar el último tercio de mi vida a levantar un Departamento de Cirugía Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires”, comentó. Además, aseguró que en ese momento particular, las circunstancias indicaban que él era “el único con la posibilidad de hacerlo”.
Fue así que en 1975 creó la Fundación Favaloro junto con otros colaboradores. Tiempo después, su colega Luis de la Fuente contó cómo surgió la institución: “Habremos tomado mucho vino, qué sé yo. A René lo han criticado mucho, porque dicen que se puso el nombre. No es cierto: yo fui el responsable”.
“En ese momento, él brillaba en todo el mundo, y si queríamos conseguir fondos para hacer la fundación era una forma de atraer. Él no quería. Pero esa noche, con cuatro o cinco vinos, aceptó”, relató De la Fuente.
La inesperada muerte de Favaloro
Corrían los 2000 y Argentina ya estaba sumergida en una crisis económica, política y social que parecía no tener retorno. Como consecuencia, al igual que el resto del país, la Fundación Favaloro se encontró en una situación muy difícil. En ese entonces, era acreedora de grandes deudas con obras sociales, entre las que figuraba el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI).
Ante un conflicto que superaba los 18 millones de dólares, Favaloro se dedicó a pedir ayuda al gobierno comandado por Fernando de la Rúa. Sin embargo, nunca pudo obtener una respuesta oficial por parte del mandatario, como tampoco desde otras entidades nacionales, provinciales o empresariales.
“Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata. No puedo cambiar”, lamentó en la carta que escribió antes de tomar la decisión de suicidarse. En ella denunciaba, además, actos de corrupción por parte de dirigentes y una constante por desprestigiar su profesión.
En su carta, también aseguró que no era una decisión fácil, “pero sí meditada”. “No se hable de debilidad o valentía”, señaló al mismo tiempo en que aseguró que “el cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano”.
Así fue que dio explicaciones a la escena que sus allegades encontrarían. Como si fuese una ironía, un 29 de julio, el cardiocirujano había decidido encerrarse en un baño y dispararse en el corazón.