El film Ese fin de semana, lanzado en el 2021, tendrá su reestreno este viernes 8 de julio a las 21 h en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, Ciudad Autónoma de Buenos Aires), en el marco del “Ciclo Vamos al Cine”. La película es la ópera prima de Mara Pescio, y relata la historia de una madre ausente que decide dejar a su hija al cuidado de su padre para vivir de la música.
La historia transcurre en un fin de semana. Julia, interpretada por la artista Miss Bolivia, viaja a la provincia de Misiones, donde reside su hija, para buscar un dinero que podría sacarla de sus deudas.
Sin embargo, lo que ella no imaginó es que Clara (Irina Misisco), su hija, descubriría que había vuelto y le ofrecería plata con tal de retenerla.
Por esa razón, Clara decide enfrentarla y pedirle que no firme el permiso que su padre le envió a Julia para salir del país. Así, comienzan a surgir momentos especiales que generan en la joven la necesidad de ocultarle la llave a su madre para que se quede en Misiones con ella.
Ese fin de semana tuvo su premiere mundial en la sección Nuevos Directores del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (España). Para saber más acerca del largometraje Nota al Pie dialogó con su directora y guionista, Mara Pescio.
¿Por qué el personaje de Julia es una madre ausente?
Me interesaba indagar en una madre cuyo mayor acto de amor fuera distanciarse de su hija. Una mujer que comprende que no está en sí maternar, y por eso decide hacerse a un lado. Esa distancia es lo más amoroso que tiene para darle. Implica pasar a un segundo plano y dejar que su hija sea quien tenga relevancia.
Por otro lado, quería construir una película en la cual las relaciones afectivas estuvieran atravesadas por el dinero. Una madre vuelve al barrio del que huyó en busca de su botín y se encuentra con su hija en pleno proceso de convertirse en adulta. Esta hija le ofrece plata con tal de retenerla.
Ya en la segunda escena se ve a la protagonista contar dinero y se la ve en detalle cada vez que esto sucede. Es algo importante, que atraviesa a los personajes y sus vínculos.
¿Cómo fue crear la historia de “Ese fin de semana” y verla desarrollarse?
Hubo varios factores que fueron ganando trascendencia y que modificaron lo que a prioridad estaba escrito en el guión. Por un lado, el espacio fue ganando importancia. Misiones es justamente una mixtura cultural que no se replica en otros lugares. El multilingüismo genera una manera particular de relacionarse. A su vez, es este sitio fronterizo donde se hablan distintos idiomas. Donde el guaraní, el español y el portugués se entremezclan fluidamente. El mismo crea un imaginario que se vincula al western, un género que siento sobrevuela toda la película.
Por otro lado, lo documental le fue ganando terreno a lo ficcional. Si bien había un guión trabajado durante varios años, se transformó completamente. Se sostuvieron los puntos estructurales, los temas sobre los que queríamos indagar. Pero el resto se fue cambiando a medida que íbamos filmando. También, en gran medida, sucedió en el proceso de montaje.
Decidimos priorizar las secuencias de naturaleza documental y el trabajo con actores/ actrices amateurs junto a actrices/actores profesionales que le dieron una impronta y una esencia que primó en el resto de la película.
¿Qué fue lo que te llevó a crear “Ese fin de semana”?
La idea de esta película surgió hace más de una década cuando estaba embarazada de mi primera hija. Me daba miedo arrepentirme, no querer ser madre. En ese entonces, quien era mi terapeuta me quitó la presión diciéndome que, con tal de que tuviera un entorno amoroso, no hacía falta una madre. Lo que importaba es que esa niña fuera querida por quien la criara.
Así empezó Ese fin de Semana. Ante todo es una película en donde quiero abordar ese instinto materno, algo que claramente no es instintivo, sino construido.
El instinto materno como construcción política que interfiere en el deseo, en nuestra propia y singular forma de maternar, y lo normaliza. Ese mandato hace que nos dé culpa cada vez que priorizamos nuestros propios impulsos; o incluso en ese salir del hogar para no quedar dependientes exclusivamente de los deseos de nuestros hijos.
Sin esta noción que nos inculcan de chicas, estoy segura nos podríamos relacionar más libremente con el exterior. Y, sobre todo, hacerle un espacio a nuestra particular forma de maternar. También la respuesta que recibí ese día de mi analista me disparó el deseo de hablar de cómo se cría una niña en comunidad. De cómo ese ámbito social se vuelve esencial para su identidad. De ahí también surgió la película.
¿Qué podés destacar de la experiencia de trabajar con Miss Bolivia?
Fue un trabajo complejo y sumamente disfrutable. El rodaje se desarrolló en dos etapas, ya que la pandemia hizo que paráramos casi un año. Por eso, parte del equipo se replicó en estas dos etapas. Fue arduo e intenso. Los productores Paula Zyngierman; Georgina Baisch; Sazy Salim; Santiago Carabante y, del lado brasilero, Tathiani Sacilotto, tuvieron un gran compromiso con el proyecto que se sostuvo en el tiempo. Fue un placer trabajar con todo el equipo técnico y artístico. Respecto a María Paz (Miss Bolivia), es una artista sumamente comprometida y exigente con sus ensayos, en el aprendizaje de sus líneas. Fue un gran motor para llevar adelante la película y sumamente divertida en los momentos de encuentro fuera del set. Le estoy sumamente agradecida por el poder de transformación que llevó adelante para construir este personaje.