En los últimos días, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Ministerio de Seguridad local quedaron en el ojo de la polémica. El Juzgado en lo Contencioso, Administrativo y Tributario Nº2, a cargo de Roberto Gallardo, ordenó un allanamiento en Centro de Monitoreo Urbano (CMU) de la Ciudad por espionaje.
Nota al Pie dialogó con el periodista especialista en policiales, Ricardo Ragendorfer, para conocer su análisis del tema. Además, reflexionó sobre el vínculo de caso con el concepto de sociedades de control y la manera cómo afecta a la privacidad ciudadana.
Espionaje, la polémica
“Pienso que la utilización que hace el Ministerio de Seguridad sobre el Sistema de Reconocimiento Facial de Prófugos es delictivo. Dicho sistema contempla un universo de 40 mil personas que son las que están en rebeldía con la Justicia; en tanto que Poder Ejecutivo ensanchó ese universo”, consideró Ragendorfer.
La polémica surgió a partir de que el Juez Gallardo dio la orden para que la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) allane la sede del CMU y del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño.
La investigación judicial se llevó a cabo debido al “uso ilegal de datos biométricos de 10 millones de personas”. En este contexto, fuentes judiciales afirmaron: “Desde el Gobierno porteño se extrajeron datos de funcionaries nacionales, legisladores, periodistas y hasta figuras del pepino partido”.
Mientras que el Magistrado ordenó la suspensión del Sistema de Reconocimiento Facial de Prófugos, la respuesta del Gobierno porteño llegó con una denuncia para pedir la recusación del Juez Gallardo.
En este marco, el ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, defendió el sistema a través de Twitter. Allí definió la medida del Juez como “maliciosa”; y sostuvo que el programa “funcionaba con una base de datos pública y lo que hacía es identificar únicamente a las personas que tenían pedido de captura de la Justicia”.
El poder que vigila
Ragendorfer reflexionó sobre cómo este caso se vincula con el concepto de “sociedad de control”. Según el autor Gilles Deleuze, en ella el control “se ejerce fluidamente en espacios abiertos, en forma desterritorializada, mediante los psicofármacos, consumo televisivo, marketing, entre otros”.
“Hay que empezar a asumir que vivimos en una sociedad de control. O en una sociedad donde determinados poderes, en este caso el Poder Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires es concretamente una sociedad de control”, manifestó el entrevistado.
A su vez, el escritor agregó y subrayó que, como dato paradojal, “los hacedores de esta metodología también fueron espiados por el aparato ilegal de espionaje que había artículo del macrismo”.
Por otra parte, Ragendorfer hizo referencia a las consecuencias que el accionar por el que se investiga al Gobierno porteño puede suponer para la ciudadanía y su privacidad.
Al respecto, el escritor consideró: “Vivimos en una sociedad distópica. Y en una sociedad distópica, necesariamente tiene que contar con la complicidad, el colaboracionismo o la pasividad de un gran sector de la sociedad”.
Asimismo y ligado a los casos de presunto espionaje, el periodista planteó que “muchos ciudadanos piensan que son unos quilombos propios del poder. Y que este caso no los afecta tanto como el corte de una avenida o que aumente el precio de las cosas; lo cual es un grave problema, pero tal vez es resultado de estas cosas”.
Por último, Ragendorfer reafirmó: “La utilización del Sistema, que no se aplica tanto para los prófugos como para la sociedad en su conjunto, son una forma de espionaje y este tipo de prácticas es un secreto a voces y una cosa casi obscena”.