“Estoy convencido de que un día el pueblo va a triunfar, estoy convencido de que nací para ser un militante de ese pueblo, y estoy convencido de que, en términos históricos, ese día llevaremos las banderas que hoy llevamos… porque el final del camino es nuestro”. German Abdala
La desigualdad como proyecto político es lo que ha dejado 15 años de Macrismo y Larretismo en la Ciudad, además claro, de una desesperanza dentro del seno de les trabajadores muchas veces resignados a una pandemia económica ininterrumpida. En la Ciudad de Buenos Aires el sueldo estatal ronda los 45 mil pesos, mientras que el alquiler promedio de un 2 ambientes, si le sumás las expensas, los 40 mil, es una realidad que aqueja al 80% de les trabajadores del Estado en CABA.
La contratación mediante ONGs y fundaciones se han convertido en parte del negocio, trabajadores y trabajadoras cada vez más precarizades y más atomizades son parte de la estrategia de conducción en la ciudad. Elles nos plantean, nosotres compramos, que la derechización social ha penetrado en todos los niveles y que solo se puede hablar de una resistencia “estratégica” que vaya negociando condiciones en un camino a una franca derrota.
Les que decidimos organizarnos, somos lo que más temen, un colectivo que se atreve a soñar y es por ello que las prácticas antisindicales y el maltrato son moneda corriente en la ciudad. Desde buscar no permitir un acto eleccionario, desde realizar listas negras sobre quién o quiénes se adhieren a medidas gremiales, desde buscar la fragmentación e individualizar a les trabajadores y trabajadoras para poder escapar a la discusión de un colectivo bien nutrido es la moneda de todos los días en CABA.
“Las ideas no han muerto, nuestra memoria no está pisoteada, nuestro pasado nos da orgullo y nuestro presente es de transformación” German Abdala.
Volver a soñar, no es una declamación estéril al aire, debe ser como nos enseñara Abdala, desde la clandestinidad y la persecución, una práctica de vida. Unidad en la acción, de abajo para arriba y desde la solidaridad como camino. Hay que empezar a reconocerse desde el que tenemos enfrente y al lado, porque si ese compañero o compañera sufre la injusticia, es que la estamos sufriendo en el propio cuero.
Debemos anteponer los objetivos colectivos, principales, a las mezquindades. Entregar terreno mientras nos dedicamos a discutir cuestiones secundarias nos llevará solamente a una mayor atomización, es necesaria la unidad y con programa.
Desde la dictadura, también antes, venimos sufriendo la metamorfosis del proyecto político neoliberal, hoy encabezado por Macri y Larreta, en una clara alianza de sectores de la derecha política que se pinta de “progre”. Elles solo tienen la posibilidad de avanzar si nosotros retrocedemos. El problema no es que se haya derechizado el “vecino” de la ciudad, es que no hemos sabido construir “El volver a soñar”, no es posible que cedamos y naturalicemos esta situación.
Sobre todo como decía Néstor Kirchner “Salgan y den una demostración de conciencia popular, no se queden esperando un milagro ¡Luchen! porque vienen por sus sueños y el futuro de la patria. Volver a soñar, pero soñar fuerte, desperezándonos y con una franca alegría, la del cambiarlo todo, la que da la lucha.