
La crisis en la planta de General Motors (GM) de Alvear, ubicada a pocos kilómetros de Rosario, se profundizó tras la desvinculación de 90 trabajadores mediante retiros voluntarios. A comienzos de 2024, la sucursal contaba con más de 1.000 empleados y hoy quedan alrededor de 600 operarios.
De acuerdo a Smata Rosario, los retiros implicaban un monto aproximado del 120% de la indemnización legal, pero sólo destinado a trabajadores con más de 15 años de antigüedad. Frente a esta situación, el sindicato no ve señales de recuperación: anticipa que la crisis se agravará todavía más y que no hay perspectivas de repunte.
Cabe mencionar que este ajuste comenzó el año pasado. Entre abril de 2024 y febrero de 2025 se registraron unas 200 bajas; durante enero y febrero de 2025 se sumaron 309 (260 retiros voluntarios y 49 despidos); y finalmente en noviembre se concretaron otras 90 desvinculaciones.
Además, durante ese tiempo, la fábrica atravesó suspensiones, disminución de turnos y paradas programadas que impactaron los ingresos: en semanas sin actividad, los operarios cobraron apenas el 75 % de su salario.
Desde 2022, la planta de GM Alvear produce exclusivamente la Chevrolet Tracker. La eliminación del Cruze a fines de 2023 dejó a la fábrica totalmente dependiente de un único vehículo, orientado casi exclusivamente a la exportación. Esa decisión fue un punto de inflexión: aunque la Tracker tuvo buenos comienzos, el desplome del mercado brasileño, su principal destino, modificó el escenario por completo.
Si bien entre el primer bimestre de 2024 y 2025 las ventas crecieron levemente, ya en febrero se redujeron drásticamente. Durante el primer trimestre del año la producción cayó un 23%. Las exportaciones argentinas hacia Brasil se desplomaron un 7,7% interanual entre enero y octubre, evidenciando la fragilidad de depender de un solo mercado.
La situación empeora si se tiene en cuenta la estructura de la industria automotriz argentina: un fuerte déficit en autopartes, alta dependencia de importaciones y una presión creciente por la entrada de vehículos extranjeros, factores que reducen la competitividad local y complican la reactivación.
Crecimiento de ventas no implica recuperación industrial
Según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), entre enero y octubre la venta mayorista de autos trepó 55,4% interanual y los patentamientos crecieron 70,5%. Pero, lejos de indicar una reactivación de la producción nacional, ese crecimiento responde en buena parte a la salida de stock existente y al aumento de importaciones. De ese modo, más ventas no implican más fabricación ni más empleo.
Para Smata Rosario, la ecuación es clara: más vehículos importados significa menor producción local, lo que traduce en una menor demanda de mano de obra y grave riesgo para los puestos de trabajo en industrias y proveedores.
El impacto del ajuste en GM no se limita a la planta: repercute en todo el cordón industrial del Gran Rosario, un eje clave de la producción metalmecánica nacional. Por cada puesto directo en la fábrica, se estiman entre tres y cinco empleos indirectos.
La pérdida del Cruze y la drástica caída en los pedidos de Tracker ya había sacudido la red de autopartistas. Hoy, ese golpe se profundiza, con efectos en cascada que golpean no solo a los trabajadores directos, sino también a decenas de pequeñas y medianas empresas vinculadas.

