
Luego de las elecciones, los mercados tuvieron una reacción eufórica. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) enumeró: el S&P Merval tuvo el mejor día de su historia; los bonos en moneda extranjera tuvieron aumentos; cayó el riesgo país cayó; y el dólar mayorista abrió con una baja del 9%, acompañado por un retroceso en los tipos de cambio financieros, mientras que las tasas en pesos se comprimieron con fuerza.
Sin embargo, el CEPA advirtió que detrás del entusiasmo financiero hay algunas cuestiones que moderan el optimismo. De acuerdo al centro, el mercado “puso en precios su escenario ideal”: un círculo virtuoso de crecimiento, baja de impuestos y mejora en la productividad derivada de las desregulaciones y la apertura importadora. Pero, aclaró, ese escenario depende de supuestos frágiles.
La contundencia del resultado electoral y las señales iniciales del Banco Central, que presentó un plan de acumulación de reservas, reforzaron la idea de una vuelta al crédito internacional y el refinanciamiento de los próximos pagos de deuda. No obstante, el centro señaló que esto presume una estabilidad política y económica difícil de sostener en el corto plazo.
Para el CEPA, la apuesta oficial -que la baja de tasas y la consolidación de expectativas impulsen una reactivación del crédito capaz de motorizar el crecimiento- aún enfrenta desafíos. Si bien los bonos ya descuentan un escenario de normalización y los activos financieros reflejan confianza, el éxito de ese plan depende de que el país logre sostener el diálogo político, mantener las expectativas y mejorar los ingresos de las familias, un proceso que, según el centro, lleva tiempo.
El dólar desconectado de la euforia
Según el CEPA, el lunes posterior a las elecciones el tipo de cambio mayorista abrió con una fuerte baja inicial del 9%, ubicándose en torno a los $1355. Sin embargo, el entusiasmo se moderó y cerró en $1435, recortando buena parte de la caída inicial.
El informe señala que esa evolución “curiosa” refleja una desconexión entre la euforia financiera y la realidad cambiaria. Mientras acciones y bonos escalaron con fuerza, el mercado de divisas no convalidó completamente la nueva narrativa de estabilidad. Incluso después del salto inicial, el tipo de cambio se mantuvo a apenas 3,6% del techo de la banda cambiaria, un nivel que revela que los operadores siguen actuando con cautela.
El CEPA subraya además que los volúmenes operados se mantuvieron por debajo de lo habitual: el promedio diario de operaciones en el mercado oficial fue de USD 415 millones, frente a un promedio que supera los USD 500 millones en semanas previas. Este dato refuerza la idea de que ni exportadores ni importadores modificaron sustancialmente su comportamiento, y que gran parte del movimiento inicial respondió más a una reacción especulativa que a un cambio real en el flujo de divisas.
En este contexto, el CEPA advirtió que la estrategia oficial de “remonetización” podría tensionar el equilibrio cambiario si no viene acompañada de una recuperación sostenida de la confianza y de las exportaciones. O sea que la baja del dólar inicial podría ser un fenómeno transitorio si las expectativas no logran consolidarse.
El fin del “monstruo restrictivo”
Tras meses de una política contractiva, el Gobierno “parecería que comienza a desarmar el monstruo restrictivo del crédito que impactó negativamente en la actividad económica”. Durante la licitación del miércoles 29, solo se renovó el 60% de los vencimientos, lo que implicará mayor circulación de pesos. Además, el Banco Central anunció un primer paso en la normalización de los encajes.
El objetivo oficial, según se desprende de la presentación del vicepresidente del BCRA ante inversores en Washington, es aumentar la demanda de pesos y avanzar hacia un proceso de “remonetización” de la economía.
El plan, sin embargo, se apoya en un diagnóstico optimista. El BCRA sostiene que el crecimiento de la demanda de dinero será tan fuerte que no podrá financiarse únicamente con recursos internos, sino que deberá hacerse mediante emisión monetaria destinada a comprar reservas internacionales. Para el CEPA, ese escenario luce demasiado optimista. La demanda de pesos podría crecer por dos vías: de stock, mediante una desdolarización de carteras, algo que aún no se observó; o de flujo, mediante una reactivación sostenida del crédito y de la actividad económica, un proceso de más largo plazo que por sí solo no garantiza creación de empleo.
El centro advierte además que el BCRA omite considerar una herramienta clave: los encajes. Una flexibilización más profunda de esos fondos inmovilizados podría inyectar liquidez al sistema financiero sin necesidad de recurrir en exceso a la emisión. Si la desdolarización o la reactivación no se concretan, el Banco Central tendrá menor margen para comprar reservas, o deberá hacerlo a un tipo de cambio más alto, con el riesgo de tensionar nuevamente el frente cambiario.

