
Escrita por Max Delupi y Florencia Aroldi, “¡Kapuska!, un peronista suelto en Moscú” es una obra que, sin duda, nos atrapa desde el primer momento. La trama se basa en hechos reales, pero logra un equilibrio perfecto entre la realidad y la ficción. Todo gira en torno a Pedro Conde Magdaleno, un panadero y dirigente sindical argentino que se convierte en agregado obrero en la embajada argentina en la Unión Soviética durante el primer peronismo. Las funciones son los viernes y sábados a las 20, en el Vitral Teatro (Rodríguez Peña 344, CABA).
La creación de esta obra es fascinante. Escrita en un tono ligero y sin caer en la solemnidad, invita a reflexionar sobre las ideologías y sus efectos en la vida real. El contexto histórico es clave. En 1959, Pedro se siente traicionado por Arturo Frondizi, quien no levantó la proscripción hacia los peronistas. Esa depresión se contrasta con los recuerdos de su viaje a la URSS, donde las cosas eran, quizás, más disparatadas. El relato se desdobla en dos tiempos: uno dramático y otro más divertido, mostrando la complejidad de la memoria.
La trama es rica y multifacética. Pedro, lleno de esperanzas, llega a Rusia con su familia, solo para encontrarse con un régimen opresivo. Las largas colas, la falta de libertades, y la dura realidad del estalinismo chocan con sus ideales. Aquí, el humor se convierte en un recurso vital. Las situaciones absurdas que enfrenta, como el intento de ayudar a sus compatriotas a escapar del régimen, añaden matices a su experiencia. En este sentido, la obra se convierte en un espejo de nuestras propias luchas y desilusiones.

Actuaciones brillantes y el arte de dar vida a la historia
Las actuaciones son destacables. Carlos Belloso brilla en el papel protagónico, entregando una interpretación que mezcla comedia y drama con maestría. El elenco, que incluye a Alejandra Oteiza, Beto Bernuez, y Pepe Arias, aporta un gran dinamismo a la obra. Cada personaje tiene su propia voz y su propio peso en la narrativa, creando una sinergia que atrapa al público. Las actuaciones se complementan con una escenografía minimalista pero funcional, diseñada por Daniel Santoro, que junto a unas acertadas proyecciones logran transportar al espectador a la Rusia de aquellos años.
A nivel técnico, la dirección de Hernán Curly Jiménez es pulcra. Cada escena fluye con naturalidad, permitiendo que el mensaje de la obra se escuche sin distracciones. La iluminación y las proyecciones añaden una dimensión visual que enriquece la experiencia. La combinación de todos estos elementos crea un ambiente que oscila entre el humor y la reflexión, haciendo que la obra sea tanto entretenida como significativa.
El cierre de “¡Kapuska!” deja una sensación agridulce. Nos recuerda que, aunque el pasado puede parecer lejano, las lecciones que aprendemos a través de la historia son más relevantes que nunca. La obra plantea preguntas sobre nuestras propias ideologías y las traiciones que vivimos. A medida que salimos del teatro, es imposible no reflexionar sobre cómo esas historias de ayer se repiten hoy. La historia de Pedro, su lucha y su desencanto, resuenan en un contexto donde la búsqueda de justicia social sigue siendo un tema candente.

Eco de un pasado en el presente
“¡Kapuska!, un peronista suelto en Moscú” es una obra imperdible que nos lleva entre 1947 y 1959, un período de descubrimientos y desencantos. A través del viaje de Pedro y su familia a Rusia, se nos revelan las contradicciones del régimen estalinista. Pero más allá de la historia, lo que realmente resuena es la lucha por la justicia social y la búsqueda de la verdad en un mundo lleno de traiciones.
En realidad es una de esas propuestas teatrales que no solo entretiene, sino que también invita a cuestionar y a reflexionar. Para quienes se identifican con el peronismo, es un viaje emocionante. Y para aquellos que no, la historia ofrece una visión enriquecedora de un pasado que, aunque complicado, es necesario conocer. Así que, si pueden, no se pierdan esta joya teatral. ¡Vayan y disfruten de la experiencia!

