Descolonizar la historia: un grito rebelde contra el olvido en la Revolución de Mayo

El Frente de Resistencia Indígena-Campesino denuncia el silenciamiento sistemático de pueblos originarios y afrodescendientes en la narrativa oficial
Descolonizar
Cuadro de Adolfo Pérez Esquivel. 15ª Estación: El paño de cuaresma latinoamericano: Un nuevo cielo y una nueva tierra

«Descolonizar la historia: la Revolución de Mayo y el silenciamiento de los pueblos indígenas y afrodescendientes»

Compañeras, compañeros, hermanas y hermanos en la lucha:
Nos presentamos hoy no solo con palabras, sino con la memoria viva de nuestras abuelas y abuelos, con la historia que no fue escrita en los libros de la oligarquía, sino que fue sembrada en la tierra, en las comunidades, en los cuerpos de los que resistieron y resistimos aún.

Estamos aquí para hablar de la Revolución de Mayo. Pero no como la cuentan los manuales escolares, que repiten el mito fundacional de una revolución blanca, ilustrada y porteña. Estamos aquí para poner en evidencia la verdad que el poder ocultó: la Revolución de Mayo invisibilizó, excluyó y silenció a los pueblos originarios y a los afrodescendientes que también fueron parte de la historia.

De la colonia a la república: continuidad del despojo y la exclusión

La historia oficial: una mirada colonial

La historia que nos enseñaron presenta a los hombres de Mayo como héroes civilizadores, como los padres de la patria. Pero ¿dónde estaban los pueblos indígenas en esos relatos? ¿Dónde estaban las mujeres? ¿Dónde estaban los negros y negras esclavizados o libertos, que con su sangre defendieron la revolución?

La Revolución de Mayo no fue una revolución popular ni anti-colonial en el sentido profundo. Fue, en gran medida, un cambio de élite. La oligarquía criolla desplazó a la corona española, pero no cambió la estructura de dominación. Se mantuvo la esclavitud, se continuó el despojo de las tierras indígenas, y se impuso un modelo de nación basado en la “blanquitud” y el eurocentrismo.

La resistencia silenciada

Mientras se celebraban los actos en el Cabildo, los pueblos originarios seguían defendiendo sus territorios, resistiendo al avance de un nuevo poder central que no los reconocía como sujetos políticos. Las comunidades afro, muchas esclavizadas, eran utilizadas como fuerza de trabajo y como carne de cañón en las guerras independentistas, sin luego recibir libertad, tierra ni derechos.

Esa historia de resistencia fue borrada. Fue ocultada bajo el manto de una nación que se quiso blanca, homogénea y occidental. Pero aquí estamos para decir que la patria no fue construida solo en Buenos Aires ni solo por blancos ilustrados. Fue construida también por los que lucharon desde los márgenes, desde las comunidades, desde la tierra y el tambor.
Descolonizar la historia

Una patria construida desde los márgenes

Descolonizar la historia es una tarea urgente y revolucionaria. No se trata solo de corregir errores del pasado, sino de transformar el presente y proyectar otro futuro. Porque la historia que se cuenta justifica el poder que se ejerce.
Para descolonizar la historia necesitamos:

  1. Reescribir la narrativa nacional desde abajo, incorporando las voces indígenas, afrodescendientes, campesinas y populares.
  2. Reconocer la continuidad de los procesos de opresión y colonialismo interno que comenzaron en la colonia y se perpetuaron tras la independencia.
  3. Reivindicar la memoria como territorio de lucha, donde el pasado se vuelve herramienta para el presente.
  4. Construir una pedagogía rebelde, que forme a nuestras infancias en una historia plural, justa y emancipadora.

La Revolución de Mayo fue solo un momento. Nuestra revolución, la de los pueblos, sigue en marcha. No buscamos entrar en la historia oficial: buscamos romperla, abrirla, sembrarla con nuestras propias palabras, desde la raíz.
Porque no hay verdadera independencia sin descolonización.
Porque nuestra historia no empieza en 1810 ni termina en los libros escolares. Nuestra historia vive en la lucha. Vive en ustedes. Vive en nosotros.

“¡Jallalla, Marici Weu, Vito Vito!”
Hasta que la dignidad se haga costumbre.

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