Cada 2 de abril se conmemora a los Caídos en la Guerra de Malvinas, una guerra desigual declarada por la Junta Militar a Inglaterra en disputa por las Islas Malvinas, un territorio por el cual aún sostenemos nuestra soberanía.
Sin embargo, hubo otro 2 de abril que poco se recuerda en la historia argentina, el de 1976. Un día como hoy, hace 49 años, la dictadura anunciaba el plan económico que ponía en marcha uno de los objetivos centrales del gobierno autoritario: el de frenar, casi irreversiblemente, la industrialización del país.
Las consecuencias del modelo aplicado por José Alfredo Martínez de Hoz no sólo tienen impacto hasta el día de hoy, sino que, a pesar de sus resultados desfavorables para las mayorías argentinas, fue implementado en tres oportunidades más. Se trata de las cuatro M del neoliberalismo: Martínez de Hoz, Menem, Macri y Milei.
Martínez de Hoz, aquel 2 de abril
José Alfredo Martínez de Hoz era un abogado, presidente de la siderúrgica Acindar, que había tenido una breve experiencia al frente del Palacio de Hacienda durante el gobierno tutelado de José María Guido. Desde 1975, había colaborado con Jorge Rafael Videla en la elaboración del programa económico del incipiente gobierno militar.
Aquel 2 de abril donde comenzó esta historia, el ministro anunció las medidas mediante cadena nacional, no sin antes comunicar a la población un exagerado diagnóstico de la situación inflacionaria, que atribuía a la emisión monetaria.
“En los últimos doce meses el crecimiento de los precios minoristas alcanzó al 566% y si en los próximos nueve meses la tasa marcha al ritmo del primer trimestre la espiral llegará al 788%”, advertía, asegurando que el régimen evitaría una hiperinflación.
Siguiendo la receta ortodoxa clásica, la política antiinflacionaria se basaba en el ajuste. Las primeras medidas fueron la desregulación de los precios, el aumento de combustibles y tarifas, la desregulación de las inversiones extranjeras y el congelamiento de salarios.
En los años siguientes, la política económica apuntó a desmantelar la actividad productiva y reemplazarla por la especulación financiera, que se volvió más rentable por la desregulación del sector. Como resultado, la industria argentina sufrió un daño irreversible y la enorme deuda externa contraída fue un problema que vulneró a los gobiernos siguientes.
Las cuatro M del neoliberalismo
En algunos gobiernos más que en otros, el contexto internacional podía influenciar fuertemente la política nacional. Durante los años ‘70, las dictaduras latinoamericanas coordinaron con los Estados Unidos un plan para “eliminar la amenaza del comunismo”.
Pero también fue indispensable, para el gobierno militar argentino, eliminar las alianzas entre el sector industrial nacional y la clase trabajadora, alianzas que habían dado a les trabajadores la posibilidad de inclinar a su favor la puja distributiva (por eliminar entiéndase prohibir la actividad gremial y perseguir a los dirigentes sindicales).
Con la apertura democrática, la implementación de medidas regresivas ya no podía basarse en la represión. Los grandes poderes mundiales redactaron en el Consenso de Washington las nuevas reglas de la economía y las implementaron mediante la coerción económica, para la cual el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial fueron muy útiles.
Carlos Saúl Menem fue el encargado de materializar el Consenso en nuestro país, reversionando las medidas de la Dictadura. Quince años más tarde, Mauricio Macri trajo devuelta el FMI a la Argentina y gobernó en favor de la actividad especulativa.
Una pandemia y un gobierno socialdemócrata de por medio, Javier Milei llegó al poder con una propuesta económica aparentemente novedosa, pero concretamente cíclica: advertencia de un diagnóstico de hiperinflación, programa antiinflacionario basado en ajuste, toma de deuda y medidas que perjudican a les trabajadores.