
“Altas herejes, guerreras y paganas”. Así se presentaban las integrantes de la murga La Gran Puta a través de uno de sus temas. El conjunto platense dio un show en el Museo Musical Dr. Emilio Azzarini, perteneciente a la Universidad Nacional de La Plata.
La actividad tuvo lugar este jueves, en una semana que combina jornadas de carnaval con la previa del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En ese marco, el Museo Azzarini brinda el ciclo “Mujeres sónicas. Voces, tambores y encuentros”, cuya apertura estuvo a cargo de La Gran Puta.
La elevada sensación térmica que primaba en la capital bonaerense no opacó la función. Quienes asistieron al evento pudieron disfrutar de las canciones en lo íntimo del patio del museo, y reflexionar acerca de lo que significa conformar una murga enteramente feminista.
Además, Nota a Pie dialogó con Maisa Bohé, trabajadora del museo y coordinadora del ciclo “Mujeres Sónicas”. Ella instó a pensar la música como “un fenómeno social y cultural, que tiene que ver con el encuentro y con la temperatura de una época”.
“Mirá de quien te burlaste”: más 20 años de La Gran Puta
“Llega la murga, nuestro canto se enciende. Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie, invocaron nuestro grito”. 10 mujeres con remeras negras que llevaban el logo de La Gran Puta entonaban esas líneas en el patio del Museo Azzarini.
Algunas con abanicos y con la compañía de sus partituras, se abrieron ante les asistentes que disfrutaban del show desde un balcón en el patio interno de la institución. En plena ola de calor no podía faltar el agua, y tampoco el análisis social en momentos de ataques contra derechos de mujeres y disidencias.
“Dejemos las calles libres, banquemos otro semestre que ya llega el paraíso, lo que nos queda muy claro es quienes morfan el guiso”, denuncian desde La Gran Puta en otro de sus temas. Sus integrantes contaron cómo fueron sus inicios y su forma de trabajo en la actualidad.
Se definen en sus redes como una “Murga de Mujeres, Lesbianas y Coso – A la Uruguaya de La Plata”. Ya llevan más de 20 años presentes en las calles de la ciudad.
Podría decirse que nacieron como una reacción al machismo instalado en la sociedad. En el Azzarini, recordaron que su fundadora Vivi pertenecía a una murga, y uno de sus compañeros le sugirió: «estaría bueno hacer una murga de mujeres». Ella empezó a convocar a pibas de diferentes comparsas, pero el hombre dijo que la idea era un chiste.
«Mira de quién te burlaste», manifestaban entre risas entre canción y canción. “Ahora vamos por los 23 años”, agregaron. En un primer momento se juntaron a cantar covers, hasta que se conformaron como la organización actual.
En ese entonces comenzaron a buscar un nombre propio, y como no aparecía se quejaban con un dicho muy argentino: “la gran puta”. Finalmente, la frase se transformó en la denominación de esta murga histórica de la ciudad. “Estamos muy hermanadas con ese nombre, era el que nos merecíamos”, se alegró Vivi.
Luego transitaron por muchos lugares y mutaron con el correr del tiempo. “Crecimos en nuestro discurso. Al principio íbamos a dónde nos invitaban pero después empezamos a elegir en qué sitios queríamos participar”, explicaron.
Desde La Gran Puta consideraron a la murga como una “expresión revolucionaria y popular que aúna militancias, con un fuerte componente de protesta”. Eso las atravesó en su trayectoria, primero con la presencia dominante de reclamos en relación a los derechos humanos y luego con la irrupción masiva del feminismo en Argentina.
Como en muchos movimientos de mujeres, deciden todo en asamblea. “Si bien hay un montón de cosas en las que tenemos diferencias, logramos acuerdos mínimos muy altos”, se alegraron.
“Cambiamos un montón la perspectiva, al ser la murga un género masculino tiene un modo de cantar”, continuaron. “Esto nos hizo pensar cómo queremos hacerlo. En todos estos años buscamos una identidad sonora, nos lleva mucho tiempo producir porque consensuamos cada palabra que decimos”.
Ante preguntas de les allí presentes, no faltaron las anécdotas de reacciones de “sonidistas machirulos”, o de bandas que se incomodaron ante su presencia en distintos festivales. Pero continuaron firmes con su presencia, relatando en sus letras los problemas en Argentina.
Como con un mix cumbiero con la música de “Aserejé” y “No te creas tan importante”, en el que hicieron un mix de noticias actuales: los bosques que se prenden fuego, Joni Viale y su amistad con el presidente, el eterno pacto con el FMI. Y dejaron algo bien en claro: “Que vivan los jubilados”.
Un museo de lo intangible
El ciclo “Mujeres Sónicas” continuará a lo largo de marzo y las primeras semanas de abril. La próxima fecha será el viernes 21 de este mes, cuando se presentarán en el Azzarini cantautoras de la escena platense: Leticia Carelli y Fer Merlo.
Nota al Pie dialogó con la coordinadora del ciclo, Maisa Bohé, quien es trabajadora en el Servicio Educativo del Museo Azzarini. Explicó que lo que se busca con estos encuentros es ver a mujeres que ocupan roles y realizan construcciones artísticas a las que la sociedad no está habituada.
Durante muchos años, la institución tuvo como muestra principal un gran acervo de instrumentos que se podían observar. Pero desde hace una década cambió de perspectiva con respecto a qué es la música y cómo compartirla. “La problemática que implica un museo de lo intangible”, planteó Bohé.
“La música es algo hermoso que nos abrió muchas preguntas ¿no? Cómo mostrarla, guardarla, atesorarla, qué tanto te habla un instrumento y qué podemos conocer de la humanidad a través de la música y sus objetos”, reflexionó.
A partir de esa búsqueda decidieron pensar al museo como un circuito de las músicas actuales, “de las más under hasta las más académicas”, explicó Maisa. Desde la institución lo consideran como una memoria sonora.
En esa línea inauguraron la muestra “Sonidos en Diagonal”, que recupera distintos espacios de las memorias sonoras de la localidad y arma un mapa de cómo fue su historia a partir de esos eventos. “Van desde cómo sonaba la ciudad a principios del siglo hasta el primer coro, entre otras cosas”.
Uno de ellos se relaciona con la presencia de La Gran Puta en el museo, porque consta de audios que hablan sobre una de las primeras comparsas platenses, compuesta por afroargentinos. “Era una disidencia de otro momento, el carnaval es un espacio claro que generó mucho sentido y le dio lugar a las culturas de las disidencias”, afirmó Bohé.
“Que el museo retumbe, que suene, que vibre”, propuso la trabajadora del Azzarini. Comenzó a hacerlo con el show de La Gran Puta y continuará con charlas, debates, exposiciones y presentaciones a lo largo del año.