El Presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, mantuvo una acalorada reunión con el mandatario estadounidense, Donald Trump, en Washington D.C., a partir de la discusión de un acuerdo sobre la explotación conjunta de recursos minerales en la nación europea.
Este laso pretendía fortalecer la economía ucraniana en la posguerra y asegurar un apoyo militar esencial por parte de los Estados Unidos. Sin embargo, la reunión se tornó tensa y concluyó de manera abrupta debido a las profundas discrepancias entre ambos líderes.
Durante el encuentro, Trump acusó a Zelenski de «jugar con la Tercera Guerra Mundial» y lo reprendió por, según él, «no mostrar suficiente gratitud por el apoyo militar brindado por Estados Unidos».
Estas declaraciones surgieron en medio de una discusión sobre el acuerdo propuesto, en donde se contemplaba que Ucrania ceda el 50% de los ingresos futuros de la explotación de sus recursos naturales a un fondo de inversión controlado por Estados Unidos.
Este arreglo, visto por algunos como una forma de «reembolso» por la ayuda estadounidense, generó controversia debido a las implicaciones sobre la soberanía y los beneficios económicos de Ucrania.
Zelenski, por su parte, enfatizó la necesidad de contar con «garantías de seguridad concretas» y se negó a comprometer la integridad territorial de Ucrania en cualquier negociación con Rusia.
Además, presidente ucraniano subrayó que cualquier acuerdo económico debía ir acompañado de compromisos claros para la defensa de su país, especialmente ante la amenaza rusa.
Esta postura contrastó con la de Trump, quién parece equiparar las responsabilidades de Ucrania y Rusia en el conflicto, lo que generó fricciones adicionales durante la reunión. La tensión escaló al punto de que la conferencia de prensa conjunta y la firma del acuerdo, previstas inicialmente, fueron canceladas.
Además, otros compromisos de Zelenski en Washington D.C., como un discurso en el Instituto Hudson, también fueron suspendidos. Esta abrupta conclusión de la visita reflejó una vez más las profundas divisiones entre ambos mandatarios respecto al enfoque sobre la paz y la cooperación económica.
La reacción de los líderes europeos al fallido encuentro
Algunos líderes europeos, incluyendo el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, expresaron su apoyo a Zelenski tras el fallido encuentro. Ambos condenaron la agresión rusa y enfatizaron la necesidad de una paz justa y duradera que respete la soberanía e integridad territorial de Ucrania.
Esta nueva muestra de solidaridad europea destacó la creciente brecha entre la posición estadounidense bajo la administración Trump y la de sus aliados tradicionales en Europa. El acuerdo propuesto incluía la creación de un fondo de inversión conjunto, donde Estados Unidos recibiría el 50% de los ingresos generados por la explotación de recursos naturales en Ucrania, como tierras raras, petróleo y gas.
Sin embargo, la insistencia de Trump en obtener una participación sustancial en los recursos ucranianos sin ofrecer garantías de seguridad concretas fue vista por muchos como una táctica de presión similar a la empleada en 2019, cuando intentó condicionar la ayuda militar a Ucrania a la realización de investigaciones políticas.
Esta estrategia generó críticas tanto a nivel nacional como internacional, y recordó episodios anteriores que llevaron a procedimientos de juicio político contra Trump. En Kiev, la ciudadanía reaccionó con preocupación ante las noticias del tenso encuentro en la Casa Blanca.
Ahora, muchos ucranianos temen que el enfoque de la administración Trump se centre más en explotar los recursos naturales de Ucrania que en garantizar su seguridad y soberanía frente a la agresión rusa.
Esta percepción ha llevado a un aumento en la desconfianza hacia las intenciones estadounidenses y ha reforzado la determinación de buscar alianzas más sólidas con otros socios internacionales. El primer ministro británico, Keir Starmer, también se reunió con Trump en Washington para abogar por garantías de seguridad para Ucrania.
Sin embargo, Trump desestimó estas solicitudes, al confiar en la «buena fe» del presidente ruso Vladimir Putin y considerar que el acuerdo de explotación de recursos naturales sería suficiente para disuadir futuras agresiones.
Esta postura generó críticas y aumentó las preocupaciones sobre la estabilidad y seguridad en la región. Como último detalle, el acuerdo de recursos minerales entre Ucrania y Estados Unidos buscaba la explotación conjunta de elementos como litio, grafito, manganeso y titanio.
Aunque este pacto tenía el potencial de atraer inversiones significativas para la reconstrucción de Ucrania, la ausencia de garantías de seguridad y las condiciones económicas impuestas generaron debates sobre su conveniencia y equidad para el pueblo ucraniano.