Entre los detalles de la página de productos de Target para el libro conmemorativo oficial de la gira Eras de Taylor Swift (256 páginas, 500 imágenes y reflexiones personales escritas por Swift) había un dato inusual enterrado bajo el encabezado “Especificaciones”.
La mayoría de los fans de Swift seguramente lo pasaron por alto, pero la industria editorial se dio cuenta: su editor aparece como “Taylor Swift Publications”. La superestrella está evitando a las editoriales tradicionales y publicando su libro ella misma.
Esto quizás no sea tan sorprendente: le encanta prescindir de un intermediario. Swift emitió la película de su concierto Eras directamente a AMC Theatres y comenzó a regrabar sus primeros álbumes después de una disputa de propiedad; también tiene una relación de venta minorista de larga data con Target, que será el minorista exclusivo del libro.
Para las empresas que producen y venden libros, esto podría interpretarse como una señal de advertencia, porque cada dólar gastado en lo que seguramente será un producto de enorme éxito es un dólar que las editoriales están perdiendo.
En cambio, su decisión es menos un indicador de una industria orientada a los grandes nombres que una señal de los tiempos: un síntoma, no una causa, de un cambio en la relación entre estas empresas y los famosos.
Swift no es la primera estrella que ha sabido sacar partido de su ventajosa situación editorial. Últimamente, varios escritores con importantes recursos personales (dinero, seguidores, notoriedad) han emprendido su propio camino o han hecho acuerdos no tradicionales. Colin Kaepernick y Donald Trump han publicado libros a través de sus propias editoriales.
En 2022, Brandon Sanderson, un prolífico y popular escritor de ciencia ficción y fantasía, recaudó millones de dólares a través de una campaña de Kickstarter para autopublicar cuatro de sus novelas.
Paralelamente, editoriales tradicionales como Hachette están cambiando su estrategia, alejándose de una dependencia excesiva en los «best sellers» y enfocándose en explotar sus catálogos antiguos y trabajar en múltiples títulos con autores menos mediáticos.
La decisión de Taylor Swift de autopublicar su libro refleja el poder creciente de las celebridades y creadores con grandes bases de fans para prescindir de intermediarios y controlar directamente la distribución y las ganancias.
Sin embargo, esto también subraya un desafío clave para las editoriales tradicionales: competir con las nuevas dinámicas de mercado que priorizan el alcance directo al público.
* Nota publicada en The Atlantic