En el corazón del teatro alternativo porteño emergió esta temporada, un espectáculo que trasciende lo meramente escénico para convertirse en un manifiesto de memoria, resistencia y belleza: «Saraos Uranistas«.
Dirigida por Juanse Rausch, no es simplemente una obra de teatro, es un portal que transporta al espectador a los intersticios olvidados de la Buenos Aires de principios del siglo XX, donde la disidencia sexual construía sus propios universos de libertad. Las funciones son los miércoles a las 21, en el NÜN Teatro Bar (Juan Ramírez de Velasco 419, CABA).
Esta propuesta teatral constituye un ejercicio de reconstrucción histórica desde la imaginación y la poesía. Lejos de ser un documento museológico, este show ilimitado de talento, despliega una narrativa que pulsa entre lo documental y lo ficcional, revelando los espacios donde la diversidad sexual encontraba sus momentos de comunidad y expresión.
La obra cuenta con personajes tan ricos y queribles, como La Bella Otero, una travesti porteña, y Francisco De Veyga, médico de la policía de Buenos Aires. Este encuentro imposible funciona como dispositivo dramático para explorar los mecanismos de control y clasificación que el sistema médico-policial implementaba sobre los cuerpos y las identidades disidentes.
El escenario se configura como un territorio de resistencia, un «sarao» nocturno donde maricas, travestis y prostitutas construyen un mundo propio, desafiando los discursos higienistas y normalizadores de la época.
La trama se desarrolla entre monólogos, musicales y ciertas picaras clases de medicina, que van presentando personajes con una naturalidad y complicidad que desafían cualquier intento de patologización.
Dirección, actuaciones y técnica: un despliegue de virtuosismo
Juanse Rausch firma una dirección impecable que logra condensar en un espacio escénico reducido toda la complejidad de una época. Su dramaturgia es desafiante y moderna, sin perder nunca la capacidad de impacto.
Cada escena está construida con una precisión quirúrgica que permite transitar entre el humor, el dolor y la reflexión con una fluidez asombrosa. El elenco, compuesto por Manuel Di Francesco, Lucía Adúriz Bravo, Tomás Wicz, Emiliano Figueredo y Maiamar Abrodos, ofrece actuaciones que van más allá de lo teatral para instalarse en lo poético.
Mención especial merece Adúriz Bravo, una artista tan completa, imposible no quedar impactado con sus interpretaciones, de esas que capturan la atención del público desde su primera pisada en el escenario. La técnica se despliega con una meticulosidad que habla de un trabajo artesanal milimétrico.
El vestuario es una obra de arte en sí mismo, pelucas, encajes, plumas y maquillaje construyen una estética que es tanto documento histórico como declaración estética. Gabriel Illanes, al piano, complementa la propuesta con una musicalización que funciona casi como un personaje más, agregando capas de significación a cada momento escénico.
«Saraos Uranistas» y el arte como resistencia
Esta propuesta logra un diálogo fascinante entre pasado y presente, revelando que las luchas por la autenticidad y el derecho a ser son tan vigentes hoy como hace un siglo. En un momento donde las identidades siguen siendo territorios de disputa, esta obra nos recuerda que la verdadera revolución sucede en los espacios íntimos, en los encuentros, en la construcción cotidiana de la libertad.
El teatro, en su mejor expresión, tiene el poder de transformar el dolor en poesía, la marginación en celebración. Es de ese tipo de piezas que no solo representan la realidad, sino que la reinventan, la cuestionan y la expanden.
«Saraos Uranistas» es mucho más que una obra de teatro. Es un acto político de recuperación de memoria, un homenaje a aquellos cuerpos que fueron empujados a los márgenes pero que nunca dejaron de existir, de resistir, de crear belleza.