El pasado martes 10 de septiembre se enfrentaron cara a cara por primera vez las dos personas que compiten por la presidencia de Estados Unidos: Kamala Harris y Donald Trump. A 5 días del debate entre les candidates, el mundo continúa con el análisis de sus resultados.
¿Por qué es necesario prestarle atención desde Argentina? Si bien el país norteamericano está lejos de nuestro territorio, sus políticas afectan no sólo el porvenir latinoamericano sino también al resto del globo.
En particular, sus propuestas (o falta de) sobre la cuestión ambiental pueden marcar un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. Según la plataforma Climate Watch, en 2021 Estados Unidos produjo 5289.13 millones de toneladas de CO2, lo que equivale al 11.13% de las emisiones globales.
En 2022, el país norteamericano fue el segundo en el ranking de naciones que más emitieron gases de efecto invernadero. Con eso en mente, es importante analizar las opiniones sobre el ambiente de ambes candidates.
Petróleo, Kamala y Trump
En diferentes momentos del debate presidencial estadounidense, les periodistas moderadores de la actividad cuestionaron las propuestas de les candidates en política ambiental.
Uno de los temas más polémicos fue su mirada acerca de la producción petrolera en Estados Unidos, que se introdujo en el tópico de la transición energética.
“Debemos invertir en diferentes fuentes de energía para reducir nuestra dependencia del petróleo extranjero”, comenzó Harris. Pero enseguida se refirió al combustible fósil, al afirmar: “Hemos tenido el mayor aumento de producción nacional de petróleo de la historia, gracias a un enfoque que reconoce que no podemos depender del petróleo extranjero”.
Y estaba en lo cierto. En 2023, la producción de crudo estadounidense lideró el bombeo mundial de petróleo por sexto año consecutivo, con un promedio récord de 12,9 millones de barriles diarios (bpd), según informó la Administración de Información de Energía (EIA). La agencia indicó además que en diciembre de ese año, el país alcanzó un nuevo récord mensual de más de 13,3 millones de bpd.
Como se esperaba, Donald Trump también se atribuyó ese logro. “Puse en marcha la producción doméstica de petróleo como nadie lo había hecho antes, pero si ella (Kamala) ganara las elecciones, el día siguiente volverán a destruir nuestro país y el combustible fósil estará muerto”, acusó.
Pero la verdad es que el acceso de Harris a la presidencia estadounidense no significaría el fin del petróleo. En uno de sus momentos más cuestionables en el debate, la candidata demócrata aseguró que ella no prohibiría el fracking, al igual que no lo hizo como vicepresidenta de EE.UU.
Esta técnica inyecta una mezcla de agua, arena y productos químicos a alta presión en rocas subterráneas para liberar gas o petróleo atrapado y facilitar su extracción. Harris se posicionaba en contra de su implementación, pero cambió su parecer una vez que se convirtió en compañera de fórmula de Joe Biden.
Más allá del compromiso climático que la actual presidencia de Estados Unidos mostró, durante su administración no solo se rompieron récords como mayor productor mundial de petróleo, sino que el país se convirtió en el mayor exportador de gas natural licuado (GNL).
Asimismo, en marzo del 2023 se autorizó un enorme desarrollo petrolero de 8.000 millones de dólares en Alaska (proyecto Willow). Esta iniciativa fue muy criticada por su impacto climático y su posible riesgo para la vida silvestre de la región. Se suma, además, el miedo de que abra una nueva ola de producción de hidrocarburos en el Ártico.
Transición energética: ¿Para quién?
Cabe entonces plantear esta duda: cuando los países del norte global se comprometen a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y a acelerar la transición energética, ¿a expensas de quién se hará?
Harris aseguró en el debate estar orgullosa de la inversión del gobierno estadounidense en los últimos 4 años en una economía de energía limpia. Trump, el negacionista del cambio climático, ridiculizó el uso de energías renovables. “Si ella ganara las elecciones volveríamos a los molinos de viento, a la energía solar, donde necesitan todo un desierto para que salga algo de energía”.
Por fuera de esa discusión, desde el sur global es necesario pensar qué significa esta idea de desarrollo para nuestros países. Un caso estratégico es el del litio, metal codiciado por quienes fabrican vehículos eléctricos, baterías y productos clave para muchos de los objetivos ecológicos de las naciones del norte.
Argentina es el cuarto productor mundial del material, con más del 20% de las reservas mundiales. Junto con Chile y Bolivia forman el “triángulo del litio” de Sudamérica. Pero los capitales que lo extraen son en su mayor parte extranjeros.
Una encuesta del proyecto Caminos hacia el Cero Neto en Argentina relevó las cinco empresas mineras de litio que podrían controlar el mayor número de hectáreas de salares en Argentina. Entre ellas se encuentran Arcadium Lithium (capitales estadounidenses y australianos), la minera china Ganfeng Lithium y la multinacional minera británico-australiana Río Tinto.
La respuesta ante el cambio climático
Aparte del cuestionamiento sobre quién y cómo explotan nuestros recursos naturales, existe la responsabilidad ambiental. Según datos de Argendata (Fundar), en 2021 Argentina solo emitió el 0,5% de gases de efecto invernadero (cuando China produjo 30,9% y EE.UU 13,5%).
Más allá de sus contracciones con el asunto del petróleo (que no es un tema menor), el posible triunfo de Kamala Harris se ve con más esperanza en cuestiones ambientales. La ex fiscal general de California tiene una trayectoria de denuncias a empresas contaminantes, entre otros hitos importantes.
En enero de 2021, bajo la administración Biden-Harris, Estados Unidos se reincorporó al Acuerdo de París, del cual Trump había sacado al país en sus años de gobierno.
Asimismo, en diciembre del 2023, Harris debutó en las negociaciones internacionales al participar de la COP 28 (última cumbre climática de Naciones Unidas), donde anunció un compromiso de 3.000 millones de dólares con el Fondo Verde para el Clima.
Mientras tanto, Donald Trump es un viejo conocido en el negacionismo climático. Muchas de sus posturas las vemos reflejadas en el actual presidente argentino, Javier Milei. Durante el mandato del magnate neoyorquino se desregularon las políticas ambientales estadounidenses y hasta se retiró al país del Acuerdo de París.
En julio de este año, en la Convención Nacional Republicana, Trump expresó su objetivo de construir fábricas y “recuperar la manufactura”. “Vamos a perforar, nena, a perforar”, sumó en referencia a su idea de impulsar como nunca la explotación petrolera del país. Así lo demostró en el debate presidencial, donde promulgó esas ideas.
Harris se refirió a las creencias negacionistas de su contrincante, y puntualizó: “El ex presidente dijo que el cambio climático es un engaño, y lo que sabemos es que es muy real. Pregúntenle a cualquiera que viva en un estado que haya sufrido estos fenómenos meteorológicos extremos y al que probablemente nieguen el seguro de hogar o le suban el precio”.
Un triunfo de Donald Trump significaría un grave retroceso en la política ambiental internacional. Con Kamala Harris, el panorama no es tan oscuro, aunque hay cuestiones que deben tenerse en cuenta. Desde el sur global es necesario prestar atención a sus propuestas, para saber cómo afectará a nuestro ambiente en un futuro.