Las llamas avanzan sin control por las llanuras del Bosque Seco Chiquitano, en el este de Bolivia, donde comunidades indígenas y pequeños productores ven sus tierras y vidas devoradas por el fuego. Desde junio, los incendios forestales han afectado más de 4 millones de hectáreas en los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando, siendo la región cruceña la más devastada con 2,6 millones de hectáreas consumidas.
El Parque Nacional Noel Kempff Mercado, un patrimonio natural de la Unesco, está en riesgo ante la imposibilidad de combatir las llamas debido a la falta de caminos de acceso. “No hay manera de contener el fuego, la expansión es incontrolable”, afirmó el biólogo Oswaldo Maillard, quien monitorea la situación desde la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano.
Las comunidades indígenas, como la chiquitana de Santa Ana, están viendo sus tierras y ganado destruidos. En algunas áreas, como Roboré, las viviendas han sido alcanzadas por el fuego, lo que ha llevado a la Cruz Roja a evacuar a varias familias. “Estamos en emergencia. Necesitamos ayuda urgente”, alertó Leyla Caballero, secretaria de la Cruz Roja en la región.
El impacto no se limita a Bolivia. El Servicio Meteorológico Nacional de Argentina emitió una alerta por una «cortina de humo» que llegará al Área Metropolitana de Buenos Aires, afectando la calidad del aire y la visibilidad en al menos diez provincias argentinas. Las partículas en el aire representan un riesgo para la salud, especialmente para quienes sufren problemas respiratorios.
En medio de este desastre, el gobierno boliviano ha declarado emergencia nacional y solicita ayuda internacional para combatir el avance del fuego, mientras que expertos y socorristas insisten en la necesidad de declarar una emergencia climática que permita coordinar mayores esfuerzos de mitigación.