En los últimos días se conoció que Estados Unidos autorizó el cultivo sin restricciones del trigo transgénico con tecnología HB4 en su territorio. Este grano, producido por expertos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y Bioceres, se caracteriza por su resistencia a la sequía y su aprobación en el país norteamericano brinda nuevas oportunidades para el crecimiento y desarrollo de la producción agrícola y la economía nacional.
En ese sentido, la expansión del trigo HB4 continúa a pasos agigantados ya que se posiciona como una alternativa viable en el mercado global. Además, Australia también realiza pruebas de campo, mientras que el consumo humano y animal ya está aprobado en dicho país al igual que en Colombia, Indonesia, Nueva Zelanda, Nigeria, Sudáfrica y Tailandia.
Al respecto, Raquel Chan, investigadora del CONICET, expresó: “Es una novedad importantísima, dado que Estados Unidos es uno de los mayores productores mundiales de trigo, y la aprobación significa que se puede plantar de forma no regulada”. En ese línea detalló que ello implica que “pasó todos los exámenes de seguridad ambiental y de seguridad para la alimentación humana y animal”.
Además destacó que “aunque la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) ya lo había aprobado para el consumo en 2022, esto va a tener una implicancia enorme: no es lo mismo sembrar en sólo en Argentina y exportar, que poder sembrar las semillas directamente en Estados Unidos u otros países”. “La diferencia es abismal”, aseguró.
Sin embargo, la noticia generó repercusiones de diferente índole. Por ello, el organismo estadounidense salió a desmentir que el trigo HB4 sea nocivo y remarcó que se puede cultivar y reproducir de manera segura.
Como se mencionó, a partir de su aprobación el trigo HB4 se libera de regulaciones específicas para organismos modificados genéticamente en Estados Unidos. Esta novedad, junto a la autorización de la FDA otorgada en junio de 2022, representa un avance para la comercialización del trigo.
“Ahora esperamos que otros desarrollos en los que trabajamos sigan el mismo camino: que terminen convirtiéndose en productos del mercado con impacto en los sectores productivos y en el desarrollo del país”, comentó la investigadora al CONICET.
En ese sentido, los investigadores realizaron las primeras pruebas en Arabidopsis thaliana, cuya planta fue el modelo de laboratorio para comprobar la eficacia del gen del girasol. Los resultados fueron positivos ya que las semillas de Arabidopsis modificadas con el gen del girasol demostraron una mayor resistencia a la falta de agua.
La científica Raquel Chan se mostró preocupada ante las sequías: “Queremos generar tecnologías que puedan conferir a los cultivos resistencia a todas las adversidades climáticas. HB4 es la primera de nuestras tecnologías que sale a la luz con una empresa asociada, y espero que tengamos muchas más”.
“El acuerdo con el CONICET representa un hito fundamental en la historia de nuestra empresa. Esta relación público-privada es clave tanto para nuestro presente como para nuestro futuro y nos ha permitido alcanzar hoy un logro mundial significativo”, aseveró el director de Comunidad de Bioceres, Gabino Rebagliati.