La delegación argentina, instruida por el pensamiento crítico de Javier Milei, se pronunció opositora respecto a los avances en temas de diversidad sexual, género, medio ambiente y otras temáticas vinculadas a los derechos humanos.
Dicha postura se formalizó durante la negociación de las resoluciones para ser aprobadas en la 54º Asamblea General de la OEA (Organización de los Estados Americanos), a realizarse la próxima semana.
La posición del gobierno nacional se manifestó luego de un mes de debates en la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos (CAJP) de la OEA en Washington. Las discusiones giraron en torno del texto resolutorio que deberá ser aprobado la próxima semana en Asunción del Paraguay.
A contrapelo, incluso, de la propia legislación argentina, la gestión libertaria buscará eliminar una serie de referencias relacionadas con la “población LGBTI”, las “perspectivas de género”, el “cambio climático” y la “criminalización y persecución de la protesta social”.
La cancillería se encuentra elaborando propuestas con el fin de introducir estas modificaciones al texto original del organismo internacional. Los cuestionamientos de la delegación local revelan una postura conservadora y retrógrada respecto de derechos sexuales, reproductivos e incluso ambientales.
Aquello que el ejecutivo pretende sumar, reescribir y eliminar deja al descubierto su indolencia frente a temas como el racismo, las discapacidades, los pueblos originarios, les niñeces y les afrodescendientes.
Una paradoja “libertaria” ante la OEA
El posicionamiento del ejecutivo nacional en políticas de relaciones exteriores cobra significativa importancia en el marco de la detenciones, procesamientos y represión que han sufrido algunos ciudadanos por haberse expresado en contra de la Ley de Bases.
Por otra parte, la embajadora argentina ante la OEA, Sonia Cavallo, pidió quitar las referencias a la violencia sexual de un fragmento que trataba la crisis en Haití. La solicitud provocó un duro cuestionamiento por parte de EE UU y México.
Además, la funcionaria insistió en que se suprimiese todo lo relacionado a temáticas de género y a la comunidad LGBTI en las resoluciones. En uno de los apartados, la OEA, advierte sobre situaciones de riesgo a las que se exponen los activistas de derechos humanos (llamados “defensores”) de los países miembros.
Asimismo, llama a considerar la particular situación de mujeres defensoras que “corren riesgos específicos, incluida la violencia sexual y de género”. Esta sección se ha repetido por muchos años en las resoluciones y está fuertemente consolidada señalaron algunos especialistas en el tema.
En este punto, Argentina pretende que se suprima toda la sección de “defensores de DDHH”. Por otra parte, la administración de La Libertad Avanza también se muestra en oposición a un fragmento en el cual la entidad internacional señala la vulnerabilidad a la que están expuestas las infancias LGBTI en ámbitos como la escuela.
En este sentido, la delegación nacional sugiere que se elimine ese párrafo argumentando que esa redacción “viola gravemente la libertad de educación y, en particular, las ideologías de las escuelas privadas”.
La guerra de Milei contra la Agenda 2030
Expertos en este tipo de negociaciones internacionales sostienen que, en toda oportunidad, la Argentina se está manifestando contraria a la conocida Agenda 2030 de las Naciones Unidas (ONU). Este consenso continental plantea una serie de horizontes hacia los cuales los estados deberían intentar avanzar de manera conjunta.
La Agenda 2030 se trata de un alcance de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Encierra 17 metas articuladas y formuladas en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Las mismas incluyen, entre otros, objetivos como: “Hambre cero”, “Igualdad de género”, “Reducción de las desigualdades”, “Acción por el clima”, “Energías no contaminantes”.
La razón por la cual el gobierno de Javier Milei se opone, junto a otros representantes políticos de ultraderecha, es porque consideran a la iniciativa de la agenda como parte del “globalismo”.
Para el gobierno, éste globalismo se define como una acción supuestamente conspiradora en donde desde múltiples espacios se busca avasallar las soberanías locales.
Los especialistas en organismos internacionales, aseguran, que este diagnóstico de los libertarios es errado, en tanto, esos espacios son los mismos estados que componen el organismo. Por lo tanto, todos los documentos y resoluciones que se debaten son discutidos por todas las naciones.
Sexualidad, género y medio ambiente
Otro cuestionamiento de la delegación argentina se dirige al párrafo que condena “la discriminación, los discursos y manifestaciones de odio, la incitación y los actos de violencia motivados (…) por razón de su orientación sexual, identidad y/o expresión de género y sus características sexuales”.
El ejecutivo nacional argumenta que ese contenido atenta contra la libertad de expresión. Entre otras observaciones, el gobierno reacciona desfavorablemente a compromisos de la OEA que buscan prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, establecida en la Convención de Belém do Pará. Argentina rubricó este acuerdo en el año 1994.
La sugerencia de sustituir la definición de “salud sexual y reproductiva” de las mujeres, por la de “salud integral”, es un claro ejemplo del perfil argentino frente al texto del organismo internacional. A esto se le suma, la pretensión de tachar, en la resolución, términos específicos como “mujeres y niñas”.
En lo tocante a temas ambientales, el texto, contiene un apartado dónde se utilizan términos como “cambio climático”. Al respecto, los cuestionamientos que ensaya la delegación argentina se expresan bajo comentarios como: «Argentina considera que no corresponde a las declaraciones sobre derechos humanos pronunciarse sobre discusiones de carácter científico.»