Por Antonio Lattuca*
Estamos en una profunda crisis cultural, en la que hemos ido perdiendo todo vรญnculo con la naturaleza y con lo vivo. Ademรกs, aceptamos pasivamente las injusticias e inequidades cotidianas en las que todo se valora segรบn la cantidad, solo se tiene en cuenta lo rentable y no el sentido de la vida. Necesitamos con urgencia iniciar un proceso de reflexiรณn seria para tomar conciencia y actuar. Para ello, existen propuestas que permiten hacer un aporte desde los รกmbitos urbanos.
Hoy las opiniones mayoritarias valoran de manera abstracta la conservaciรณn de la riqueza natural de un espacio natural cercano: humedales, bosques, zonas rurales. Pero estas sensibilidades ambientales no se plasman en cambios prรกcticos que alteren significativamente las formas bulรญmicas de la vida en las ciudades.
Lo dominante es que se tenga un doble sistema de valores: ambientalismo para las ideas y para las opiniones, pero en lo cotidiano de manera inconsciente se sigue reproduciendo la forma de vida que rapiรฑa lo urbano y lo rural. Con este escaso compromiso real se suele terminar aceptando como inevitable la destrucciรณn del ambiente. Es decir: la mayorรญa de las personas desean un ambiente sano y saludable, pero casi sin compromiso ni responsabilidad sobre su comportamiento, continรบan en forma rutinaria a lo que estรกn acostumbrados.
Incluso muchos creen, con muy buenas intenciones, que hablando o escribiendo sobre los problemas, poniendo las culpas afuera (en empresas, grandes productores o polรญticos) y lanzando eslรณganes, se modifica la realidad que no pueden cambiar mediante acciones concretas.
Si bien se tiene por un lado la conciencia sobre el defensa de las plantas, de los animales, del agua, de la riqueza de minerales, de la zona rural. Dicha conciencia no llega a la voluntad para transformar nuestras vidas en las ciudades.
Nuestro hรกbitat cotidiano nos acostumbra a vivir en los desvalores, en lo inaceptable y en lo invivible. Aceptar la responsabilidad de la realidad presente que sostenemos nos ubica como actores en lugar de espectadores o vรญctimas. Nos permite saltar a la acciรณn superando el automatismo y nuestros intereses mezquinos, y asรญ generar un entorno nuevo a travรฉs de nuestro potencial humano y nuestra creatividad.
Necesitamos despertar: vivir con conciencia y responsabilidad con el desarrollo de cada una de nuestras aptitudes para ponerlas al servicio de la construcciรณn de una sociedad mรกs sana, donde los excluidos por este sistema perverso tengan lugar.
Despuรฉs de estos รบltimos aรฑos tan desafiantes para nuestro futuro como humanidad (por la pandemia y la guerra), y ante los avances desmesurados de la agricultura industrial tecnocrรกtica que privatiza cada vez mรกs los beneficios, es necesario construir nuevos caminos para la agricultura, que nos permitan producir alimentos vitales al servicio de toda la humanidad. Este gran desafรญo nos convoca para poder vencer la desazรณn y la sensaciรณn de impotencia.
Actualmente, quienes producen la mayor parte de las verduras que consumimos no son propietarios de las tierras que cultivan ni poseen la tenencia segura de las mismas. Por esto, sufren una gran limitaciรณn para mejorar el suelo e implantar arbustos y รกrboles que les permitan construir quintas de verduras saludables. Ademรกs, viven en condiciones muy difรญciles, casi precariamente.
Propuesta para otra agricultura
Necesitamos pasar de la denuncia a la acciรณn y asรญ responder a las necesidades del mundo y de la tierra. Desde la agricultura biodinรกmica como cultivadora de valores dentro del amplio movimiento de las otras agriculturas hermanas (la agroecolรณgica, la biolรณgica, la natural, la orgรกnica y la permacultura) tenemos mucho para aportar.
En un paรญs como Argentina, donde el 92 por ciento de la poblaciรณn vive en zonas urbanas, ยฟcรณmo podemos contribuir desde nuestras ciudades para que haya alimentos frescos y vitales; y al mismo tiempo disponibles y accesibles para la mayorรญa de los seres humanos? Aquรญ, algunas propuestas:
– Generar espacios de reflexiรณnโacciรณn en pos de establecer mecanismos para las agricultoras y agricultores accedan a la tenencia segura de la tierra.
– Impulsar talleres y cursos de capacitaciรณn vivenciales para jรณvenes desocupados sobre agricultura biodinรกmica. Buscar que se enamoren del oficio de cultivar la tierra, un trabajo de excelencia, trascendente para el futuro de la Tierra y del ser humano.
– Asociarnos, como consumidores y consumidoras, a los agricultores y agricultoras. De esta manera cambiaremos el rol pasivo de consumidor o consumidora por el de co-agricultor o co-agricultora, desde la voluntad hacernos responsables de la comercializaciรณn y la distribuciรณn de los alimentos y asรญ liberarlos de la perversidad del mercado. Ejemplos de ello son la Comunidad Janus en Argentina y la Agricultura Sustentada por la Comunidad (CSA) y el Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST).
– Construir alianzas con las agriculturas hermanas.
– Crear puentes entre la sociedad civil, los movimientos sociales, el sector privado y el pรบblico.
– Instalar huertas en espacios vacantes urbanos y periurbanos.
– Promover la reconversiรณn de las y los agricultores a la agricultura biodinรกmica y acompaรฑarlos durante los primeros aรฑos, brindรกndoles asesoramiento y los insumos bรกsicos para mejorar el suelo y aumentar la diversidad (preparados, semillas para abonos verdes, semillas biodinรกmicas y plantines).
– Realizar un inventario de toda la tierra disponible alrededor de ciudades y pueblos, priorizando aquellas en las que estรก prohibido fumigar. A partir de ese relevamiento, las que son del Estado pueden ponerse a disposiciรณn de agricultoras y agricultores sin tierra. Las que son privadas pueden ser compradas โprevia bรบsqueda de financiamientoโ para que tambiรฉn sean cultivadas. Estas ideas ya fueron implementadas en distintos lugares: en los Parques Huertas de Rosario y del Movimiento Sin Tierra de Brasil.
– Declarar las tierras cultivadas con tรฉcnicas ecolรณgicas y biodinรกmicas como Patrimonio de la Humanidad (por los mรบltiples bienes que ofrecen al servicio de la salud de la tierra y de los seres humanos), impidiendo que puedan urbanizarse. Estos nuevos espacios son bienes comunes, que ademรกs de brindarnos alimentos vitales y plantas medicinales, ofrecen servicios ambientales, paisajรญsticos, turรญsticos, educativos y culturales; y hemos de vincularlos con la pedagogรญa, el arte y la medicina.
– Desarrollar tecnologรญas prรกcticas y sencillas, que permitan a agricultores y agricultoras, huerteros y huerteras trabajar de manera digna, mejorando las condiciones del trabajo de la tierra.
– Trabajar para que los decisores polรญticos incorporen la agricultura dentro del plan de desarrollo urbano como una polรญtica pรบblica municipal.
-Visibilizar todas las potencialidades que tiene la agricultura urbana en la mitigaciรณn del cambio climรกtico.
– Impulsar encuentros donde se vincule la agricultura y el cultivo de la tierra con la medicina, la salud, la cultura y la educaciรณn.
*Vicepresidente de la Asociaciรณn Argentina para la Agricultura biodinรกmica. Coordinador del Programa de Agricultura Urbana de Rosario 2002- 2019.