El próximo jueves 27 de julio llega a gran parte de las salas nacionales la última producción de Rebecca Zlotowski. Los hijos de otros (Les enfants des autres en su idioma original) es su quinto film, un tan hermoso como agudo retrato, aunque ficticio, de las relaciones familiares sanas y sus vulnerabilidades.
La película ahonda en una reflexión feminista sobre la maternidad y la sororidad que dejará un tierno recuerdo en la memoria de les espectadores gracias a sus empáticos personajes.
La maternidad, tema central de Los hijos de otros
La destacada directora francesa tiene una manera fascinante de armar narrativas que quizá a simple vista parezcan negativas, pero que en realidad resaltan la esperanza y la solidaridad. Esta vez, la trama se centra en la vida de una docente de secundaria de cuarenta años.
Rachel se convierte en madre de les hijes de otras personas, tanto en el ámbito laboral como en el personal, al enamorarse de un hombre que es padre de una niña de cuatro años. Esta es una compleja situación, donde las emociones y el cariño desempeñan un papel primordial.
Así, en este film presenta un emotivo relato sobre la responsabilidad de ser madre de les hijes de otres pero, sobre todo, la responsabilidad de tomar el control de sus propias vidas y encontrar un espacio dentro del universo de la maternidad. También destaca la importancia de respetar sus cuerpos y buscar la felicidad mientras dejan una marca única, sin sentirse presionadas por normas preestablecidas, siempre siendo (o al menos tratando) de ser auténticas.
Un elenco a la altura de los personajes
Esta sensible película también cuenta con destacados actores en sus roles principales. Virginie Efira interpreta a Rachel, la maestra de secundaria de París, Francia, caracterizada por una auténtica compasión por sus estudiantes más problemáticos.
Esta versátil actriz es conocida por su papel anterior en Benedetta (2021) de Paul Verhoeven. Esta vez asume un rol totalmente diferente pero igual de soberbio. Su destacado trabajo actoral se refleja en la profundidad emocional de su interpretación, transmitiendo de manera impecable cada momento y pensamiento que atraviesa el personaje, lo que enriquece la calidad del film.
La atención de la directora se centra directamente en ella, e incluso utiliza el recurso de cámara llamado Iris Shot para enmarcarla. Esta técnica es un homenaje al cine mudo. Aunque puede considerarse algo anacrónico, se rescata para lograr ese toque de destacar la figura de la protagonista en cada escena que se la ve presente.
Por otro lado está Roschdy Zem, quien da vida a Ali, el nuevo novio de Rachel. Los hijos de otros se centra en el florecimiento de su romance y gradualmente abarca el amor más amplio que incluye a Leïla, la hija de casi cinco años de Ali, interpretada por Callie Ferreira-Goncalves. El amor que Rachel siente por Ali le brinda una familia llena de amor y alegría, pero también de angustia.
Además, también se destacan en roles secundarios Frederick Wiseman y Chiara Mastroianni, ya que aportan un toque refrescante a la historia. El primero brilla por sí solo y suma un toque cómico que provoca genuinas carcajadas al espectador, sobre todo durante las intimistas escenas como la exploración ginecológica, que abordan de manera realista y rompen tabúes al mencionar la menopausia.
En resumen
La cineasta Rebecca Zlotowski logra con Los hijos de otros una de sus producciones más emocionales, donde su ficción se acerca mucho a la realidad y hasta al concepto de ser madre. Más allá de que parece una película para mujeres, todo espectador es invitado a reflexionar sobre los aspectos fundamentales de aquellos que quieren paternar, como el significado preciso de ser madre, y tomando a la sororidad como eje central.
La protagonista, una simple profesora de secundaria, enfrenta una gran responsabilidad en su labor educativa, y que trasciende del ámbito privado al público. Ella brinda al film del espacio de representar lo que se considera el lema de la segunda ola del movimiento feminista: “Lo personal es político”.
Es innegable que ciertas mujeres experimentan una presión social al decidir ser madres o no. Además, el “reloj biológico” impone una relevancia mayor a la biología, relegando la educación y la responsabilidad de cuidar a hijos e hijas. Pero el film se limita a representar solo la cara de una moneda, ya que, de hecho, la adopción no es ni siquiera considerada en la película francesa, un aspecto que podría haber enriquecido la historia desde una perspectiva más feminista y de género.