viernes 19 de abril de 2024

“Salvar el fuego”, una obra que oscila entre la distopía y la realidad de la violencia de género

La performance, que estará disponible todos los sábados de junio en CABA, es una adaptación del libro de cuentos “Las cosas que perdimos en el fuego”, de Mariana Enríquez. Para conocer más sobre la pieza, que desde una narrativa teatral incorpora al espectador en un rol activo, Nota al Pie dialogó con su director, Jorge Thefs.
Salvar el fuego
Las funciones se realizan los sábados a las 13 y 14:30 hs, en De la tía Espacio, ubicado en Ecuador 751, timbre 2. La entrada general cuesta $2000 y se encuentra disponible en la web de Alternativa Teatral. Crédito: Mutuverría PR.

La obra de teatro Salvar el fuego, dirigida por Jorge Thefs, se sumerge en el mundo de Las cosas que perdimos en el fuego de la autora Mariana Enríquez. El texto original de la autora relata la cruda realidad de las mujeres ante la violencia de género desde una distopía que implica la decisión de quemarse para no ser quemadas.

En esta variante, la obra propone el relato con los matices de Enríquez, mezclado con el trabajo del director y dramaturgo Jorge Thefs, quien a partir de la teatralidad expone “las razones poéticas y políticas de la inmolación”. 

La propuesta artística esta disponible todos los sábados del mes en De la Tía Espacio”, ubicado en Ecuador 751, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Las entradas pueden adquirirse a través de Alternativa Teatral. A raíz de ello, Nota al Pie dialogó con su director para conocer el proceso compositivo y de puesta en escena.

¿Cómo nació la idea de realizar la obra inspirada en el libro de Mariana Enríquez?

Empezó como un proyecto de tercer año de la tecnicatura superior en escena en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. La cátedra nos propuso realizar un montaje a partir de un texto no dramático, y yo tenía el interés de trabajar con el mundo de Mariana. 

Había algo ahí que me interesaba para trabajar en escena. En ese tiempo teníamos la dificultad de estar en pandemia. Entonces empecé a pensar el texto con la posibilidad de que fuera dentro de mi casa, que es el lugar donde tengo salas de ensayo. La idea era que escribiera en un espacio arquitectónico específico. 

A partir de eso es que nace la adaptación de Las cosas que perdimos en el fuego. A su vez, los tiempos que tuve con la dramaturgia fueron trabajar la multiplicidad de voces para hacerla una. Ese fue uno de los grandes desafíos en la dramaturgia y en lo poético.

¿En qué consistió ese desafío?

El texto de Mariana narra la mirada de Silvina en torno al fenómeno de que las mujeres comiencen a quemarse para no ser quemadas. Lo que en el cuento le llaman las hogueras. 

Ese antes y después de inmolarse en contra de la violencia patriarcal. Allí  aparece la necesidad de la voz individual de Silvina, y de otros personajes, pero también la necesidad de que esa voz única se de a  nivel coral. 

Eso es muy interesante, y ver cómo se va desdibujando esa fragmentación que a veces la narrativa tiene por una cuestión de entendimiento. Esto no fue una dificultad sino una decisión de trabajar los roles y encontrar una voz común, una voz en conjunto.

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Jorge Thefs, director de la obra. Su elenco está compuesto por Victoria Duarte, Gabi Moura, Sol Rieznik Aguiar, Magui Downes, Jazmín Siñeriz, Myriam Ramírez, Daira Escalera y Juliana Ortiz. Crédito: Mutuverría PR.

¿Cómo fue la puesta en escena y la composición de la obra?

En relación a la puesta, inevitablemente llegamos a querer trabajar con ciertas imágenes y signos que tienen que ver con el universo del cuento. Por ejemplo, usamos bidones de nafta para la hoguera. 

Hay diferentes elementos que empiezan a aparecer y se resignifican en ese espacio. No hay fuego en escena pero se ve la impronta en el espacio de la obra. Que es un espacio cotidiano porque es una galería. Al mismo tiempo, hay trabajo en la mirada. El texto todo el tiempo interpela a quien esté mirando la performance.

En ese sentido, hay un trabajo muy directo desde la actuación con respecto a las miradas, donde se posa sobre el espectador para que pueda hacerse cargo de la información nueva que trae la narrativa. Es interesante pensar cómo la esfera de lo performativo cruza a lo reflexivo de cada espectador. 

El material interpela, y tiene que ver con el trabajo de adaptación que logramos hacer y por la narrativa que genera Mariana, con esa tensión de un relato que por un lado es totalmente distópico y por el otro, es completamente cercano, crudo y actual. Además, a corto o largo plazo es un tema que nos toca a todes.

¿Qué impacto considerás que tuvo Salvar el Fuego en les espectadores durante su ejecución?

Hay muchos gestos y miradas de emoción, aparece la angustia. Esto tiene que ver que es una puesta que no es explícita, es sutil y trabajada con el detalle, en eso aparece ese sentimiento.

Es muy cautivador que la gente se dé el espacio para que eso le suceda. Es algo que se comparte, ese malestar, de caer en la cuenta de que esas situaciones de violencia son cotidianas y habituales, que se replican continuamente. 

También está la necesidad de hacer silencio, suele haber momentos sobre el final, que aparece la necesidad de quien especta. El silencio no se da porque es un teatro sino con la necesidad de estar en grupo y compartir los espacios de ese modo, no todo tiene que ver con el estímulo ni con la palabra, ni con el ruido. 

En ese sentido, la obra tiene algo incómodo en que el espectador no tiene que sentarse a verla, puede decidir en qué momento sentarse o quedarse parado. Esto siempre en un recorrido, que empieza en un primer piso. Luego hay un traslado hasta al patio. Hay una situación de acompañar la narrativa con el propio cuerpo.

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La forma de narrar la historia desde un recorrido fue parte de la creatividad necesaria en la época de pandemia. Crédito: Mutuverría PR.

¿El espectador puede recorrer distintos escenarios?

En verdad la obra tiene un recorrido estipulado que tiene diferentes formas de ver desde la planta baja y continúa en la cocina. A lo largo de la narrativa los espectadores acompañan a las actrices. El recorrido es guiado, no es libre, hay un momento que se pasa por un patio y desde ahí se ve la cocina. 

Por eso en tiempo de invierno avisamos que hay una intemperie, y un ascenso y descenso de escaleras. Incluso tenemos ensayada una versión en los casos de lluvia, donde el recorrido solo es por dentro. Este tipo de acompañamiento le da una vuelta de tuerca a la obra. 

La obra tuvo su estreno el año pasado, ¿cómo fue esa experiencia con respecto a la nueva temporada?

Sí, la obra se estrenó el año pasado en el marco de un festival llamado “Abriendo escena”, y este año hicimos funciones en el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA). En ese momento estábamos trabajando mientras se gestionaban los derechos de Mariana Enriquez, quien estaba contenta con la obra. 

Ahora apareció otra vbeta, en la que podemos mencionar a la autora, el título original, y que es una adaptación. Esto genera un abrazo al material porque creemos que nombrar a Mariana es totalmente necesario y respetuoso. 

Poder realizarlo es todo un logro, que la autora esté de acuerdo, y que valore mi trabajo de adaptación. Ese intercambio es muy rico, no siempre pasa o no se puede, porque no hay un ida y vuelta tan marcado. Entonces es una alegría porque genera que el material se libere de un formato de texto. 

Eso es muy importante que suceda con la literatura contemporánea y con alguien como Mariana, que en un par de fin de semanas va a ver la obra. La mirada de la autora sobre el material es relevante por las múltiples aristas sobre la violencia patriarcal, la inmolación política y poética. Eso se complementa con nuestra mirada.  

¿Qué significa el teatro para vos?

Con respecto a eso se me abren muchas preguntas. Qué es el teatro para mí o para qué el teatro. Lo que suelo reflexionar es la idea de cómo algunes contemporáneos tienen sobre sus obras como necesarias. 

No creo en la idea de la necesidad de un material pero sí creo que encontrarse con algunas obras es vital. Hay ciertas cosas que inevitablemente modifican algo en la forma de habitar. Nosotres que generamos material lo hacemos por una necesidad de compartir.

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