La Asociación de Distribuidoras de Energía eléctrica Latinoamericanas (ADELAT) publicó un documento en el que resalta la necesidad de que Latinoamérica realice una transición energética. Con el objetivo de reducir emisiones, el paper explica que se “se requerirán inversiones en redes y tecnología sin precedentes”.
Cabe mencionar que dicho informe es el resultado de los debates del 2022, en los que participaron más de 100 especialistas de países como Chile, Brasil, Colombia, Perú y Argentina.
Asimismo, la puesta común llevó a dialogar sobre los desafíos, las buenas prácticas, principios y lineamientos regulatorios necesarios para avanzar hacia dicha transformación.
Esperamos que este aporte colabore en comprender que la modernización de la distribución debe comenzar ahora y favorecer la inversión y la innovación tecnológica de acuerdo a los requerimientos de una transición energética exitosa.
— ADELAT (@AdelatOficial) May 10, 2023
Por su parte, el director ejecutivo, Ignacio Santelices, expresó que es necesario “empezar ya el proceso de modernización de la distribución eléctrica”. En esa línea, agregó que “permitirá el desarrollo de la generación distribuida, la electromovilidad, la electrificación de los edificios y las empresas”.
A su vez, el presidente de ADELAT, David Felipe Acosta Correa, sostuvo que “este es un documento imprescindible para entender hacia dónde va la transición energética y el rol clave que cumple la distribución eléctrica”.
Además, destacó: “Esperamos, con este aporte, iniciar un debate serio y urgente en que participen los reguladores, la academia, la industria y la sociedad, para iniciar lo antes posible el proceso de transformación del distribuidor eléctrico”.
En estos últimos años, la campaña para transitar el camino a la sustentabilidad, a utilizar energías limpias y a cuidar el medio ambiente gana terreno. Es por ello que en el informe explican que el objetivo es impulsar el nuevo rol de los Operadores de Sistemas de Distribución (DSO, por sus siglas en inglés).
Bajo la misma línea, con el DSO se busca promover la evolución de marcos regulatorios para que se optimicen los costos y la maximización de los beneficios sociales de las inversiones.
Latinoamérica, el espacio para re-pensar sobre energías
Según el estudio, Latinoamérica avanzó respecto al uso de recursos. Sin embargo, aún queda camino por recorrer para lograr una transición completa y sostener en el tiempo este nuevo panorama regional y mundial. “El desafío común a nivel global es enfrentar y adaptarnos al cambio climático”, afirmaron.
Es importante comprender que el proceso de transformación energética implica grandes cambios en el consumo en términos de eficiencia energética y electrificación. A su vez, el reemplazo paulatino de los combustibles fósiles por electricidad tomará un tiempo considerable y necesitará que los diversos sectores del mundo se comprometan a realizar dicha transformación.
Por otra parte, el paper asegura que los Operadores de Sistemas de Distribución tienen un rol protagónico que cumplir. Es que, para avanzar en la transición, es clave contar con un suministro seguro y confiable, trasladar mayores beneficios al consumidor, y permitir e impulsar la entrada masiva de recursos energéticos distribuidos.
Desde la asociación, proponen incentivos para la mejora continua en calidad del servicio e incentivos para la resiliencia de los sistemas de distribución. Además, sugieren remuneración de los costos reales asociados a la base de activos del servicio de distribución.
De la misma manera, también plantean una remuneración oportuna y adecuada de las inversiones que sean coherentes con las necesidades y prioridades de la transición energética.
Además, resaltan la necesidad de modernizar las redes de distribución en el marco de la transición energética, para lo cual se requerirán inversiones en redes y tecnología sin precedentes.
Desafíos energéticos
El proceso de transformación energética producirá un cambio integral en lo económico, climático, social, en la calidad y cobertura del servicio. Aun así, es importante entender que se necesitarán algunas propuestas de cambios en la distribución eléctrica para su transformación.
En este sentido, ADELAT propuso tres macro-desafíos para una transición energética. Una de ellas es alcanzar niveles más altos de calidad del servicio y aumentar la resiliencia. Para conseguirlo, es necesario digitalizar y automatizar la red.
A su vez, proponen transformar de manera sostenible la red, como plataforma para conectar, disponer, intercambiar y habilitar un nuevo conjunto de usos, modelos de intercambio, y actores asociados a la transición energética.
Para comprender el segundo desafío, la asociación expone que “la transición energética traerá cambios a la forma en que los usuarios interactúan con la tecnología y, por ende, modificarán sus hábitos de consumo, lo que vendrá acompañado de nuevas tecnologías, servicios y modelos de negocio”.
El tercer macro-desafío será fomentar la eficiencia económica del sistema eléctrico completo, acoplando oferta y demanda. Este eje busca fomentar el desarrollo de programas de mecanismos de incentivo, por lo que, aplicando tarifas horarias o por tiempo de uso, traerá menores costos de operación y mejores condiciones de precios para les consumidores.
En todo este proceso deberá ser necesario un plan de inversiones para que el servicio pueda ser utilizado de manera eficiente. De igual modo, se necesitará un regulador con gran capacidad técnica e independiente, que promueva reglas estables que mantengan la confianza de les inversionistas a lo largo del tiempo.
Regular, controlar para una mejor eficiencia energética
Según el escrito, para evitar la sobreinversión, la regulación debe controlar el volumen de inversiones, estableciendo incentivos al ahorro. Además, se deberá monitorear y verificar los precios practicados, aprobar los Planes de Inversión, y aplicar auditorías.
“Una vez asegurada la neutralidad tecnológica y económica de los incentivos, el cálculo de la tarifa debe también garantizar el reconocimiento de los activos, para lo cual se recomienda avanzar a un mecanismo basado en costos reales, como el usado en Colombia o Brasil”, expresaron.
Por otra parte, el informe contrapone el modelo de Argentina, Chile y Perú, donde la remuneración es fijada sobre la base de los costos de una empresa ideal. Para ello, mencionan que “lleva a un alza significativa del costo de capital y a un potencial problema de calidad de suministro si no existen los incentivos adecuados para invertir y mejorar la calidad”.
En resumidas cuentas, para que dicha transición energética funcione, el distribuidor de energía deberá convertirse en un operador del sistema de distribución. Para que esto suceda, el distribuidor tradicional deberá convertirse en un operador de un sistema robusto, bidireccional e inteligente.
En conclusión, sin inversiones y sin modernizar el servicio eléctrico no habrá avances. Es necesario que los sectores públicos y privados se comprometan a transitar uno de los caminos que deriva a bajar las emisiones y cuidar el planeta.
Aunque estos cambios no se producen de un día para otro, en el último tiempo Latinoamérica da lugar para la discusión.