El escritor Juan Carlos Cabezón dio a conocer su nuevo libro “Los que se quedan” con una firma especial para sus lectores. La presentación se llevó a cabo el pasado domingo 7 de mayo en la Feria Internacional del Libro, ubicada en el predio de La Rural, en el barrio porteño de Palermo, donde realizó una firma de ejemplares para sus seguidores.
El libro presenta una manera diferente de poder entender la muerte y apreciar la vida. Incluso, como una manera interesante de presentarlo, su sinopsis expresa: “Cinco almas que se entrelazan y una presencia que las acompaña mientras encuentran la forma de trascender hacia otros planos”.
También se pregunta cómo sería si la “otra vida” fuera un viaje que comienza en esta. El escritor Juan Carlos Cabezón dialogó con Nota al Pie para responder desde su punto de vista todas estas cuestiones, además de explicar qué lo llevó a querer hablar de este tema y demás.
Cuando perdemos a alguien que pasa a otro plano, buscamos distintas maneras de despedirlos; ¿Qué lo llevó a usted a querer hablar de este tema tan complejo y al mismo tiempo una manera distinta de crecer y sanar?
En 2013 viví la pérdida de un amigo muy cercano, que me tomó por sorpresa y sacudió lo que yo entendía en ese momento sobre la vida, las relaciones humanas y los procesos internos que cada uno lleva.
Escribo desde que tengo 11 años y en ese momento cobró mucho más sentido, fue mi forma de exteriorizar ese dolor y esas emociones para mirarlas y hacerme cargo de ellas; también al mismo tiempo darles a los potenciales lectores una oportunidad de observarse a sí mismos y sus propios duelos.
¿Cómo cree que se deberían procesar en las personas para que sea un dolor más aliviado?
Crecí en la década de los 90′ dónde el concepto de inteligencia emocional se estaba empezando a oír. Por lo que busco en mis libros aquello que no leí hasta más grande, antes al dolor se lo tapaba o ignoraba.
Llorar o expresar lo que sentimos era una muestra de debilidad y no de vulnerabilidad; animarse a ser vulnerables abre infinidad de puertas, nos conecta más con aquellos que amamos y nos aman, eso alivia el dolor.
Es un peso que si lo compartimos con otros va más liviano. Sin embargo, si hablamos de tiempos ya es otra cosa, cada cual tiene los propios, pero es necesario sacarlo fuera, todo lo que se queda adentro, encerrado en la oscuridad (que todos la tenemos) se pudre y enferma.
¿Qué opinión tiene usted de la muerte y cómo fue crear cada historia con sus personajes?
A la muerte le tengo mucho respeto, tanto que en mis libros siempre está presente. Esto es algo que muchos lo ven como una antagonista de la vida, yo la veo como un umbral que en algún momento todos cruzamos. No la veo como algo ajeno a ella.
Respecto a mis personajes, así como aparecen en el libro aparecieron en mi mente. Si bien tienen un nombre y un propósito o plan, soy flexible y dejo que sean ellos los que me cuenten hacia donde van; no los juzgo, no pongo peros en lo que surge al desarrollar sus tramas o historias, aunque muchas veces me ponen a prueba sus acciones.
¿Por qué “Los que se quedan”?
El título es un doble juego de palabras, algo que amo hacer cuando escribo una historia. Por un lado están los que se quedan en vida cuando alguien que amaron, y aún aman, ha muerto.
Por otro lado las cinco figuras de aquellos que partieron pero tienen que resolver el misterio de por qué siguen aquí, en una especie de limbo que los mantiene atados a sus seres queridos.
Creo firmemente que quienes no están físicamente con nosotros permanecen un tiempo más mientras aprendemos a convivir con su falta y aceptar que lo que nos queda son los recuerdos compartidos.
¿Qué mensaje quiere dar con este libro?
Un poco de todo lo que hemos venido hablando; primero que nada, valorar la posibilidad hermosa que es cada día vivido y compartido, entendiendo la fragilidad e importancia de expresar a quienes amamos todo lo que sentimos.
Y también conectar historias, emociones, darle a los lectores la oportunidad de encontrar en quien tenemos al lado el entendimiento de que todos tenemos dolores no confesados, que a todos nos falta alguien y eso nos vuelve iguales en un punto.
Todos tenemos “ojalás” en el tintero, abrazos que quisimos dar, miradas que ya no están sino en una foto y palabras que soltamos al cielo esperando que lleguen a destino.
El dolor, aunque suene fuerte, es una forma de conectarnos con nosotros mismos pero también con cualquier persona en este mundo. Cómo escritor al que le gusta desafiar y provocar a sus lectores los invito a que lean “Los que se quedan”, para mirarse, revisarse y así lograr sanar heridas viejas para poder avanzar.