Desde hace algunos aรฑos, en algunas de los paรญses mรกs ricos se multiplicaron los cuestionamientos a la obsesiรณn con el crecimiento econรณmico, asรญ como las alertas ante los impactos sociales y ambientales que desencadena la continuada expansiรณn de sus economรญas. Entre las distintas reacciones surgiรณ el llamado decrecimiento, expandiรฉndose sobre todo en ese norte opulento, especialmente en รกmbitos acadรฉmicos, y que ahora asoma en Amรฉrica Latina.
Cuando esas ideas se observan desde el sur, rรกpidamente se encuentran conceptos e intuiciones muy valiosas. Pero una y otra vez la cuestiรณn clave es si un decrecimiento tiene sentido en un paรญs latinoamericano o, si en caso de aplicarse, en lugar de resolver nuestros problemas, los agravarรญan.
El llamado al decrecimiento
Los seguidores mรกs entusiastas del decrecimiento se encuentran en Europa occidental, en algunos sectores acadรฉmicos y ciudadanos, incluyendo algunos sindicalistas. Los colectivos universitarios se vienen reuniendo regularmente (su primer encuentro fue en Paris en 2008), y a sus investigaciones mรกs recientemente le sumaron exploraciones en las prรกcticas (como decidieron en Copenhague en 2018).
En cambio, en casi toda Amรฉrica Latina los abordajes han sido mรกs limitados, permaneciendo alejado de los grandes movimientos sociales. La novedad mรกs reciente es que esta inusual palabra saltรณ a la atenciรณn pรบblica en Colombia, a raรญz de las intenciones de la flamante ministra de Minas, Irene Vรฉlez, de imponer, por ejemplo, una moratoria a nuevas exploraciones petroleras. Acorralada por las interpelaciones de la prensa llegรณ a justificar la medida apelando a la idea del decrecimiento.
Para entender las implicancias de esa posiciรณn es como si en Chile, el ministro de minerรญa anunciara una moratoria minera, y ante la reacciรณn airada de la prensa presagiando una debacle econรณmica, respondiera que el paรญs debรญa decrecer. Otra analogรญa, pero para un paรญs agroexportador, es como si el ministro de Agricultura dijera que desea limitar la expansiรณn de la soja, y ante similares reclamos de catรกstrofe econรณmica, retrucara que la economรญa nacional deberรญa reducirse.
En Colombia el debate escalรณ cuando el nuevo presidente, Gustavo Petro, apoyรณ la idea en una serie de tuits. En uno de ellos sostenรญa que โHoy la ciencia sabe que el consumo de petrรณleo y carbรณn debe decrecer sustancialmente, que el consumo de carne de res, mientras se sustente en combustibles fรณsiles debe decrecer a escala mundialโ, y rematรณ diciendo que debemos acomodarnos al โequilibrio de la vida en el planetaโ.
Las teorias del decrecimiento, surgen de uno de los mejores economistas del mundo: Georgescu-Roegen, quien articulรณ el proceso econรณmico a las leyes de la termodinรกmica en fรญsica.
โ Gustavo Petro (@petrogustavo) September 2, 2022
La economรญa es un acelerador de la entropรญa, es decir de la degradaciรณn energรฉtica
Orรญgenes y concepciones del decrecimiento
Los usos actuales del tรฉrmino decrecimiento tienen su origen en Francia de la mano de economistas y activistas polรญticos. El dรฉcroissance fue popularizado por el economista francรฉs Sergei Latouche en los 2000, entendiรฉndolo como una palabra slogan o misil para atacar la obsesiรณn con la idea del desarrollo como crecimiento perpetuo.
Con el paso de los aรฑos, se volviรณ mรกs complejo, y ahora, desde la academia se lo define como una โcrรญtica a la economรญa del crecimientoโ, que busca la โaboliciรณn del crecimiento econรณmico como objetivo socialโ mientras alienta alternativas basadas en la simplicidad, convivencialidad, los cuidados y el compartir. En sus versiones mรกs precisas, implicarรญa una reducciรณn equitativa de la producciรณn y de consumo de manera de disminuir los flujos de energรญa y materias primas.
No puede sorprender que para la enorme mayorรญa de quienes viven en los paรญses del sur, un llamado a decrecer no tiene mucho sentido. Inmediatamente se imaginan contracciones econรณmicas con consecuencias negativas en sus vidas. Es una proposiciรณn que contradice las ideas que por dรฉcadas se repiten, por las cuales el crecimiento econรณmico es esencial para asegurar empleo y bienestar.
En cambio, para algunas personas y movimientos en los paรญses ricos, una reducciรณn econรณmica tiene sentido ya que permitirรญa aminorar impactos sociales y ambientales, aplacar el consumismo e incluso reducir la extracciรณn de recursos naturales. Sin embargo, las conceptualizaciones decrecentistas tienen muchas dificultades en ofrecer argumentos y modelos para el sur, y algunas de ellas son estremecedoramente simplistas. Por ejemplo, Latouche resume sus alternativas en ocho R: reevaluar, reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar, reducir, reutilizar y reciclar.
Eso conformarรญa el โcรญrculo virtuoso de la construcciรณn de una sociedad de decrecimiento serenaโ en el norte al que se le podrรญa asociar a una โespiralโ de ruptura en el sur. Se asume, por ejemplo, que la reducciรณn de consumo en los paรญses ricos puede promover rupturas y reestructuras en el sur. Asรญ lo describe Latouche en su libro La apuesta por el decrecimiento. Esas y otras ideas tienen elementos positivos, pero estรกn lejos de ofrecer alternativas suficientes para la situaciรณn latinoamericana, y ademรกs dejan por el camino tanto algunos de nuestros problemas como algunos de nuestros avances (como se menciona mรกs abajo).
Al mismo tiempo, los decrencentistas no tardaron en advertir que dentro de sus propios paรญses ricos habรญa โbolsonesโ de pobreza como las del sur. Eso hacรญa que una reducciรณn generalizada de una economรญa nacional pudiera empeorar aรบn mรกs las condiciones de vida de los mรกs pobres o los migrantes.
Para superar esos y otros problemas, con el paso de los aรฑos, se sumaron al decrecimiento aclaraciones, ajustes, e incorporaciรณn de nuevos temas. El concepto se volviรณ cada vez mรกs difuso, pero eso a la vez permitiรณ sumar mรกs seguidores, sobre todo en el mundo universitario.
Cuestionando el crecimiento econรณmico
Uno de los ejes centrales del decrecimiento, su crรญtica al crecimiento econรณmico como condiciรณn organizadora de las economรญas e incluso la polรญtica, tiene muchos antecedentes. Desde distintos รกmbitos se cuestionรณ esa obsesiรณn por lo menos desde la dรฉcada de 1960, seรฑalรกndose que existen lรญmites sociales como ambientales que impedirรญan un crecimiento perpetuo, y que al intentarlo, se desencadenan todo tipo de impactos. Un punto culminante en esos cuestionamientos ocurriรณ en 1972 al publicarse el informe sobre los lรญmites del crecimiento, el muy conocido reporte al Club de Roma.
Entre las limitaciones mรกs evidentes estรกn el agotamiento de recursos naturales o en la incapacidad de lidiar con los impactos ambientales. Las economรญas no pueden crecer indefinidamente porque el planeta es finito. Por lo tanto, el crecimiento econรณmico perpetuo que proponen los economistas convencionales es imposible. Una advertencia que esa disciplina hasta ahora no aceptรณ.
Los lรญmites ecolรณgicos estรกn a la vista, como ocurre con los desarreglos hรญdricos en varios paรญses que desembocan en severas sequรญas (como en Argentina, Brasil o Chile), o la necesidad de destruir รกreas naturales para darle lugar a extractivismos petroleros, mineros o agrรญcolas. Al mismo tiempo, el agotamiento de algunos recursos naturales no renovables es evidente, como se evidencia en la caรญda de reservas de hidrocarburos en Bolivia, Perรบ o Ecuador.
En Colombia algunos de esos lรญmites estรกn a la vuelta de la esquina, segรบn algunas estimaciones, y hay certeza de que en un futuro cercano su economรญa ya no podrรก crecer a costa de la renta petrolera. Bajo esas condiciones no puede sorprender que el nuevo gobierno ponga en discusiรณn la viabilidad de seguir dependiendo de extraer recursos agotables como hidrocarburos o minerales. Tampoco puede sorprender que algunos entiendan que a medida que se agotan esos recursos serรก necesario aminorar el crecimiento econรณmico o incluso reducirlo de una forma ordenada o planificada.
Entretanto, es evidente que aรบn logrando el crecimiento econรณmico eso no asegura el bienestar. Por ejemplo, en 2022 las economรญas de Argentina o Uruguay, mostraron buenos crecimientos econรณmicos, pero esos indicadores macroeconรณmicos no se tradujeron en mejorรญas en las condiciones de vida de las mayorรญas. En Argentina la situaciรณn es dramรกtica, con casi la mitad de la poblaciรณn bajo condiciones de pobreza, mientras que en Uruguay hay un rezago del valor de compra de los salarios y un creciente costo de vida.
Sean estos u otros casos, la historia latinoamericana estรก repleta de situaciones donde el crecimiento econรณmico beneficia sรณlo a unos pocos, aunque se lo defiende indicando que generarรญa derrames, goteos o chorreos que alcanzarรญan al resto de la poblaciรณn. Es una historia que al mismo tiempo deja en evidencia que el PBI (Producto Bruto Interno), como indicador privilegiado del crecimiento, tambiรฉn estรก repleto de limitaciones y problemas.
A pesar de todo ese tipo de evidencias y de crรญticas, los polรญticos, empresarios y casi toda la academia minimizan o ignorar estos lรญmites, o bien no le otorgan relevancia a los impactos que se producen en esa carrera por crecer. Una y otra vez, los gobiernos y sus bases de apoyo, incluyendo a buena parte de la sociedad, se aferran al crecimiento econรณmico. Es un mito pegajoso.
En cambio, desde el decrecimiento se pide โuna contracciรณn econรณmica intencional y controlada, bajo una premisa sencilla: el crecimiento econรณmico estรก destruyendo la vida en la Tierraโ, como alerta Geoff Mann en una excelente revisiรณn de estas polรฉmicas en el norte.
La necesaria reflexiรณn
Se debe dar la bienvenida a que la temรกtica del decrecimiento asome en Amรฉrica Latina, y que incluso participen actores polรญticos del mรกs alto nivel, como un presidente. Es un aporte importante para alertar sobre las implicaciones del mito del crecimiento econรณmico, tanto en los planos teรณricos como en sus efectos concretos en la regiรณn. Es una lรญnea de reflexiรณn que debe ampliarse y profundizarse, y en ese sentido es posible compartir algunas ideas preliminares.
El decrecimiento postulado para el norte rico no puede simplemente trasplantarse a Amรฉrica Latina. Se pueden mencionar varias razones que obliga a ser cautelosos. En primer lugar, imponer una reducciรณn generalizada de una economรญa nacional como un todo serรญa catastrรณfico. Resultarรญa en que los mรกs pobres se marginalizarรญan aรบn mรกs, en aplastar sectores completos como sanidad o vivienda, y otros efectos anรกlogos, y ni siquiera se resolverรญa la desigualdad ya que los mรกs ricos podrรญan remontar esos cambios con mรกs comodidad.
En segundo lugar, enarbolar el decrecimiento como un principio generalizado serรญa repetir el mismo error conceptual de los defensores del crecimiento: asumir que hay una idea clave, รบnica y abarcadora, que permite organizar, orientar y representar un proceso. Por momentos, hay posturas decrecentistas que repiten esa petulancia en sentirse capaz de abordar toda una economรญa nacional, y esto a su vez se inserta en que se prioriza la dimensiรณn econรณmica sobre otras.
En tercer lugar, se puede retrucar que el decrecimiento en sus versiones actuales no es reduccionista ya que incorpora otras perspectivas y variables. Pero eso lleva a otras dificultades. Por un lado, esos ajustes pueden ser tantos que entonces la palabra โdecrecimientoโ deja de ser apropiada para calificar sea la propuesta teรณrica o al movimiento que lo defiende.
Por otro lado, al presentar este asunto a las mayorรญas latinoamericanas, una vez que se presenta el tรฉrmino decrecimiento, deberรญa seguir una muy larga explicaciรณn sobre los ajustes, salvedades y ampliaciones a la idea original de una reducciรณn generalizada. Imaginemos por un momento un taller con una organizaciรณn barrial o con una asociaciรณn campesina, que despuรฉs de presentar el propรณsito de โdecrecerโ habrรก que invertir el resto del evento en aclarar quรฉ no se quiere decir, quรฉ se quiere ajustar y sumar, y asรญ sucesivamente. Aquella pretensiรณn original de Latouche de usar una palabra que fuera efectiva para la crรญtica, al menos en la actual situaciรณn latinoamericana, difรญcilmente se consigue con la palabra decrecimiento. Ademรกs, para muchos latinoamericanos el decrecer es recesiรณn, y las caรญdas econรณmicas las han vivido por aรฑos, y por lo tanto rechazarรกn el tรฉrmino.
Tampoco pueden olvidarse especificidades de Amรฉrica Latina que estรกn ausentes en buena parte de la reflexiรณn del decrecimiento en marcha en los paรญses del norte. Entre esas ausencias se destacan dos. El decrecimiento carece de una teorรญa del valor alternativa a la de la Modernidad occidental, lo que hace que siempre estรฉ atrapado en unos modos de entender los valores en la economรญa y la polรญtica contemporรกnea. Por lo tanto, innovaciones latinoamericanas que descansan en otra teorรญa del valor distintas a las modernas, como los derechos de la Naturaleza, no aparecen en el decrecimiento. Tampoco se aborda la interculturalidad, mientras que en Amรฉrica Latina la crรญtica al crecimiento y al desarrollo le debe mucho a sus diferentes pueblos originarios.
Esas precauciones no invalidan la importancia del tรฉrmino, de las investigaciones acadรฉmicas que se hacen en su nombre, ni lo que proponen sus militantes. El decrecimiento es de enorme importancia por sus cuestionamientos al crecimiento econรณmico, sus indicadores (como el PBI), o incluso ante la idea occidental de desarrollo. Contribuye a desnudar que esa categorรญa no es la esencia de una economรญa y nos alerta sobre los lรญmites e impactos del crecimiento. Por lo tanto se encontrarรกn muchos insumos, reflexiones y anรกlisis que nutrirรกn las bรบsquedas latinoamericanas.
Acrecimiento
Como balance final, y teniendo presentes las salvedades indicadas arriba, en una primera aproximaciรณn parece mรกs sensato plantear en Amรฉrica Latina utilizar otro tรฉrmino: a-crecimiento. Esa palabra deja en claro que se remueve al crecimiento (y el decrecimiento) de cualquier centralidad en abordar una economรญa, donde el PBI deja de ser un indicador clave, y bajo el cual los criterios de anรกlisis no son รบnicamente economicistas. Es un tรฉrmino que es mรกs sencillo de explicar y que nos aleja de los malentendidos que inevitablemente produce la palabra decrecer, en especial el temor con recesiones econรณmicas.
Esto permitirรญa entender que hay sectores dentro de una economรญa latinoamericana que deben crecer, como los de salud, educaciรณn o vivienda. Otros sectores podrรญan permanecer iguales. Pero al mismo tiempo estarรกn aquellos que deben decrecer por expresar opulencia e impactos sociales y ambientales intolerables, como ocurre con los extractivismos mรกs depredadores.
Estas es una reflexiรณn que merece ser encaminada en nuestro continente para no persistir en el fetichismo del crecimiento, como tampoco ser meros imitadores de ideas producidas en otras regiones. Impone la necesidad de discernir quรฉ sectores deberรญan expandirse o reducirse, y cรณmo deberรญa ocurrir esto. Llevar adelante esa tarea requiere no caer en las modas, repitiendo los llamados al decrecimiento porque esa idea se popularizรณ en Parรญs, Madrid y Berlรญn, sino en buscar nuestras propias soluciones ajustadas a nuestras urgencias y necesidades.