El 27 de noviembre de 1980, la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Penal de San Isidro sentenció a Carlos Eduardo Robledo Puch a la pena de “reclusión perpetua por tiempo indeterminado”. También es conocido como el “ángel de la muerte” ya que se le atribuyeron 11 asesinatos. Este sábado se cumplen 51 años de su detención.
El joven, oriundo de Vicente López, Provincia de Buenos Aires, nació el 19 de enero de 1952. Sus padres, Víctor Elías Robledo Puch y Aída Habedank, formaron a su único hijo para que estudiara piano y alemán.
Ya en el secundario, Carlos Robledo Puch estudió en una escuela industrial, donde repitió y pasó a la escuela Don Orione. Tuvo una muy mala conducta en la institución: le robaba útiles a sus compañeros y fue sorprendido cuando robaba el dinero en la secretaría de la escuela.
A los 15, pasó al Instituto Cervantes, en Vicente López, donde conoció a su amigo Jorge Ibáñez, quien se convirtió en cómplice de sus atrocidades. Luego, se sumó Héctor Somoza, para suplantar a Ibáñez para continuar con el raid asesino.
Tras su detención, el 4 de febrero de 1972, fue llevado a la comisaría 1° de Tigre. La condena llegó recién en 1980, a sus 28 años. El proceso duró cuatro meses y tuvo 92 testigos y un perfil psicológico del acusado, realizado por el médico legista y forense Osvaldo Raffo.
En la Unidad Penal N° 2 de Sierra Chica, en Olavarría, Robledo Puch cumplió 39 años de condena. En el 2019, producto de una neumonía bilateral y tras una larga internación, fue derivado a la Unidad Nº 26 de La Plata, donde hoy cumple 51 años de su detención.
Con 71 años de edad, Robledo Puch busca una nueva excarcelación para ir a vivir a un asilo de ancianos. Si bien, el Departamento Judicial de San Isidro ya se negó con anterioridad a otros pedidos, este año, lo intentará de nuevo.
El ángel de la muerte
En 1970, Robledo Puch y Jorge Ibáñez robaron en una joyería en la Avenida Maipú; dos semanas después robaron en un taller de motos y se fueron con una Gilera. Ante este hecho, fueron sorprendidos por la policía: a Puch no lo detuvieron e Ibáñez pasó 18 días en el calabozo.
Mientras su amigo de andanzas se encontraba detenido, el joven de 19 años viajó a Mar del Plata, donde se encontró con quien suplantaría más tarde a Ibáñez. Héctor Somoza entrará en escena posteriormente.
El primer crimen cometido por la dupla fue el 15 de marzo de 1971. Los jóvenes ingresaron a Enamour, un boliche en La Lucila. Allí, se llevaron dinero y Robledo Puch asesinó con dos disparos en la cabeza, a dos hombres que se encontraban durmiendo. Los fallecidos fueron Félix Mastronardi, gerente del boliche y Manuel Godoy, el barman, ambos de nacionalidad paraguaya.
El 3 de mayo del mismo año, los jóvenes ingresaron a una casa de repuestos de autos. Entre ruidos, se despertó el encargado José Bianchi y su esposa Dora. Bianchi fue asesinado a sangre fría por Robledo Puch y la señora herida por dos disparos.
Pero los disparos no fueron suficiente, su cómplice, Jorge Ibáñez, violó a Dora. Luego se supo que en la habitación dormía una beba de 10 meses, y que el joven asesino disparó cerca de la cuna.
21 días después, la dupla ingresó a un supermercado en Olivos y asesinaron a Juan Scattone, el sereno. Con la misma dinámica, Robledo Puch le disparó dos veces, y dejó las vainas en el lugar.
El mal que recorre la ciudad
Con cuatro asesinatos hechos, el joven asesino y su cómplice ladrón y violador, subieron a su vehículo a Virginia Rodríguez, de 16 años, quien se prostituía debido a la pérdida de su trabajo.
El 13 de junio en la Avenida Libertador, fue la última vez que se vio a la joven. La dupla condujo hasta un descampado, allí la asesinaron con cinco disparos y le robaron la cartera.
Once días después, un 24 de junio, hubo otro blanco. Una muchacha de 22 años que esperaba el colectivo se cruzó con los asesinos. La víctima fue Ana María Dinardo. Ambos jóvenes, la llevaron al mismo descampado donde murió Rodríguez y, Robledo Puch la asesinó a quemarropa.
El 5 de agosto de 1971, su compañero de andanzas, Jorge Ibáñez, falleció en un accidente de auto, mientras que Carlos Robledo Puch manejaba. Aunque se caratuló como accidente, existía la sospecha de que Robledo Puch sintiera algo por su amigo y estuviera despechado.
Ya sin un cómplice, entró en escena Héctor Somoza de 18 años. Con esta nueva organización delictiva, ingresaron a un supermercado en Boulogne, sin encontrar que robar, Robledo Puch asesinó al sereno Raúl Delbene.
El raid delictivo y homicida continuó. Dos días después de asesinar al sereno del supermercado, ingresaron a una agencia de autos en Vicente López y robaron 90 mil pesos. En esta entradera, hubo una octava víctima: Juan Carlos Rozas, el sereno del lugar y quien recibió dos disparos.
Tres meses después del último robo y asesinato, los jóvenes continuaron. El 25 de noviembre, la dupla ingresó a una agencia de autos Dodge, en Acassuso. Robledo Puch, autor material de todos los crímenes, asesinó de tres disparos a Bienvenido Serapio Ferrini, un sereno que había ingresado una semana antes. De dicho lugar se llevaron el motín más grande hasta el momento: un millón y medio de pesos.
El día que el ángel cayó
Dos meses y medio después del último robo y donde se cobró la vida de la novena víctima, el dúo entró en escena otra vez. Lo que para Robledo Puch fue un nuevo objetivo, también se convirtió en su condena.
En febrero de 1972, ingresaron a una ferretería en Carupá, San Fernando, donde se cruzaron con el portero Manuel Acevedo y lo encerraron en un cuarto. Allí, Robledo Puch lo asesinó de dos disparos en la cabeza.
Mientras se disponían a abrir la caja fuerte, la condena se acercaba. Una de las supuestas situaciones que devinieron en la captura es que Somoza lo agarró de espalda y Robledo Puch lo empujó y disparó dos veces.
Posteriormente, Robledo Puch le quemó la cara y las manos con un soplete a su cómplice para que no se pudiera identificar. Sin embargo, Somoza tenía el documento de Robledo Puch y allí su condena quedó escrita.
Luego de que la policía encontrara los dos cuerpos, se dirigió a la casa del cómplice de Robledo Puch. Allí, la madre de Somoza describió al joven de rulos que siempre se encontraba al lado de su hijo.
Cuando Carlos Robledo Puch regresó a su casa, los efectivos policiales lo esperaban. Sin poner resistencia quedó detenido el 4 de febrero de 1972, con 20 años. Aquella imagen recorrió los periódicos de la época, y se puede ver al joven en un vehículo policial dado vuelta viendo a su madre.
Condena cumplida, ¿qué pasará?
Luego de su detención en 1972, fue trasladado a la Unidad N°9 de La Plata donde el 8 de julio de 1973, se escapó con la ayuda de otro preso. En su fuga, viajó en colectivo hasta Olivos, mendigó y durmió en una obra en construcción.
El 10 de julio, ingresó a una confitería y llamó a su mamá. En aquel lugar, fue reconocido y posteriormente se le avisó a la policía. Cuando salió del lugar, un patrullero lo esperaba.
Tras su condena en 1980, se le otorgó la pena de cadena perpetua, y fue llevado a la cárcel de Sierra Chica donde cumplió 36 años de condena. Los siguientes 15 años de prisión los pasó en la Unidad de Olmos, en la ciudad de La Plata.
Su madre, Aída, intentó suicidarse dos veces y terminó internada en un neuropsiquiátrico, donde falleció en 1993. Por su parte, el padre, Víctor Robledo Puch, falleció en el 2005.
Este 4 de febrero cumple 51 años de condena y se convirtió en el detenido que más tiempo lleva encarcelado. Con varios pedidos de excarcelación denegados, este año, Robledo Puch apuesta a una nueva solicitud para ingresar a un asilo de ancianos.
Ahora quedará en manos de la Justicia, si revé la nueva solicitud del asesino serial argentino que marcó una época. Dado que, si bien cumplió con la condena que se le otorgó, no se lo considera apto para vivir en la sociedad.