Existe una discriminación denominada gerontofobia, también llamada edadismo o viejismo, que es la exclusión por motivos de edad hacia las personas mayores. En ella, los estereotipos y prejuicios juegan un rol fundamental.
Las exigencias del patriarcado generan que el edadismo sea peor para los cuerpos feminizados. Sin embargo, es un tipo de violencia machista que ha resultado invisibilizada.
En un país en el que 7 de cada 10 personas tienen problemas a la hora de comprar ropa, que lidera el ranking en trastornos alimenticios, y donde les influencers promocionan dietas y productos para ser y estar belles, no sorprende que el paso del tiempo sea visto como algo negativo.
Argentina es el segundo país en el mundo que más presión ejerce sobre la estética, especialmente hacia las mujeres. Allí, al igual que en el mundo, continúa el cuestionamiento a las que se muestran sin maquillaje o con arrugas. De esta forma, aún se demanda que las personalidades famosas mayores de 50 años demuestren menos edad de la real.
Cabe mencionar que la belleza asociada a la juventud todavía es considerada un atributo exclusivamente femenino. En este sentido, es uno de los múltiples mecanismos de dominación patriarcal que mantienen la desigualdad entre hombres y mujeres.
Serás joven o no serás nada
Aquellos mandatos sociales que buscan definir al género femenino, y que tanto lo limitan, se convierten, sobre todo para la mujer mayor, en un peso difícil de sostener. Esto se debe a que la construcción social de lo que implica ser mujer está asociada a ciertos estereotipos de belleza restrictivos.
El modelo de mujer ideal y visible exige juventud. Si no hay juventud, no hay belleza y si no hay belleza, no valen nada porque en términos machistas los cuerpos feminizados están para agradar. Sin embargo, para muchas mujeres el paso del tiempo trae experiencias, transformación, confianza, autodeterminación, conciencia y poder.
Esta mirada de la vejez como una etapa congelada e improductiva tiene que ver con el estigma social que existe en torno a las personas mayores. En paralelo, se relaciona con las demandas del sistema capitalista que requieren individuos productivos por encima de personas.
Al respecto, Rosa Cattana, integrante de Arrugas más, arrugas menos, asegura que en las mujeres la discriminación es doble. “Cuando pasamos la etapa productiva y reproductiva, dejamos de ser visibles para el sistema y la sociedad”, explica.
La violencia estética
La socióloga especializada en feminismo, Esther Pineda, profundiza en el término violencia estética como “una violencia psicológica que tiene consecuencias físicas en las mujeres producto de la imposición de un canon de belleza”.
Dicho de otra manera, es una de las formas de violencia que sufren las mujeres hacia sus propios cuerpos. Sin embargo, es una discriminación invisibilizada a causa de la sociedad patriarcal e impuesta a través de los cánones de belleza y la sexualización femenina, lo que genera consecuencias físicas y emocionales.
Las exigencias estéticas direccionadas a la dimensión corporal se manifiestan cotidianamente hasta esparcirse en todos los ámbitos de la vida. La presión por un cuerpo joven, delgado y blanco es ejercida con mayor intensidad hacia mujeres e identidades feminizadas, constituyéndose como otro tipo de violencia machista. Cabe mencionar que esto no implica que las masculinidades no deban enfrentarse a los mandatos relacionados a la juventud.
La Ley 26.396 de Prevención y Control de Trastornos Alimentarios; la Ley 27.521, conocida como ley de talles; y la Ley 26.485 de Protección Integral hacia las Mujeres constituyen un marco normativo para combatir la violencia estética. Sin embargo, muchos de estos planteos aún no tienen soluciones tangibles.
Soltar el reloj
Desde la organización Mujeres que no fueron tapa crearon, durante este año, la campaña “Hermana soltá el reloj”. Dicho proyecto plantea revisar los mandatos que hacen que las mujeres se sientan “viejas” antes de llegar a los 30 años.
La campaña cuestiona cómo después de los 20 años los cuerpos feminizados comienzan a ser viejos desde las perspectivas de la belleza. En ese sentido, la referente de la organización, Lala Pasquinelli, reflexionó: “Parece que todo lo que hay que hacer en la vida de las mujeres hay que hacerlo antes de los 35 años”.
Del mismo modo, cuestionó que “vivimos en una sociedad donde la juventud es un valor en sí mismo”. Al respecto, aseguró que los mandatos no solo están atravesados por el machismo sino también por el edadismo. “Esta idea de que las personas que no son jóvenes pueden menos, es el estereotipo de la madurez como algo que no sirve para nada”, opinó.