Carlos Uruzola es correntino, tiene 33 años y en el último tiempo decidió inmortalizar sus ideas en esculturas que sean apreciadas por todes. Entendió que necesitaba revalorizar el concepto de las segundas oportunidades y decidió crear a lo grande. Oriundo de la localidad de La Cruz, desde su taller exporta obras de arte. Nota al Pie dialogó con el artista.
El joven se dedica a crear esculturas con materiales reciclados y con diseños propios. Al respecto comentó: “Nunca estuvo en mis planes ser artista, hacer arte o hacer las cosas que hago. Pero lo mío es todo autodidacta, aprendo con cada trabajo y hago lo que puedo con los materiales que tengo”.
Uruzola comenzó diseñando cosas pequeñas, pero en el último tiempo decidió aumentar el desafío: figuras humanas y de animales a gran escala. Tres esculturas que miden más de tres metros son homenajes a trabajadores ferroviarios. Sobre estos “gigantes” precisó que “uno tiene un pico, otro una pala y el otro tiene un martillo, y son obras que me encargaron desde un municipio”.
Por otra parte, aseguró que la base de su trabajo tiene que ver con la seguridad y el coraje. “Tenía la responsabilidad de hacer tres esculturas para la entrada de una localidad y una cosa así, con semejante tamaño fue un desafío que acepté sin experiencia” dijo el escultor. “No me iba a pasar el resto de mi vida pensando qué hubiera pasado si no lo aceptaba”, añadió.
Esculturas con mensajes de hierro
Cuando Carlos Uruzola finalizó el secundario, tenía intenciones de ingresar a la Prefectura. Sin embargo, tuvo un accidente que le ocasionó una cicatriz en el abdomen y no lo pudo hacer. A través de los años ejercitó su imaginación y comenzó a unir trozos de hierros, herraduras y otros materiales para formar figuras dignas de admiración.
“Hacer esculturas con chatarras es dar el mensaje de segunda oportunidad”, expresó el joven. Sobre eso, reflexionó: “Creo que a la mayoría de las personas nos mintieron, nos engañaron, nos usaron o nos hicieron sentir que no valíamos nada”. “Fíjate vos en lo que se puede convertir un pedacito de hierro que parece que ya no sirve; termina siendo una obra de arte”, remarcó el artista.
Hace seis años que el joven aprendió a usar las herramientas que tenía su padre en el taller. Aseguró que las ganas de hacer algo lo impulsaron a aprender todo desde cero y ahora su carrera como escultor no tiene techo. Aseguró que se identifica mucho con su trabajo y ama lo que hace.
En la actualidad, su trabajo le permite vivir de lo que le gusta y aseguró tener mucha demanda. Si bien el joven se pasa mucho tiempo solo en su taller, su familia es a la primera que acude cuando necesita opiniones de sus obras.
El origen de las grandes cosas
Tras no poder ingresar a la Prefectura, Uruzola incursionó como ayudante de albañil; también trabajó en una ferretería, en un lubricentro y hasta en un aserradero. “Después dije no quiero trabajar el resto de mi vida de empleado, quería libertad y ese fue el clic mental que hice y empecé con todo esto”, comentó.
Aprendió a usar cada una de las herramientas que su papá tenía en el taller y comenzó a diseñar pequeñas cosas. En sus comienzos hacía porta macetas, triciclos y algunos que otros adornos. Esos primeros trabajos le permitieron independizarse, pero no quería conformarse sólo con eso. Indagó en internet y encontró que mucha gente hacía esculturas con chatarra . “Si ellos pueden, yo también puedo”, expresó emocionado.
“Cuando comencé a hacer los triciclos estaba re feliz por los resultados, porque me apasiona lo que hago y porque estaba haciendo algo con mis propias manos”, aseguró el escultor. Después llegó el turno de diseñar las obras a gran escala. Cada trabajo se convierte en experiencia, ya que cada vez lo hace en menos tiempo e invierte en cada detalle.
El entrevistado comentó: “Cuando la gente comenzó a conocer mi trabajo los pedidos comenzaron a aumentar”. Debido a esto, ahora su metodología de trabajo se basa solamente en tomar pedidos ya que son piezas que demandan mucho tiempo.
Crecimiento de un artista
La localidad de La Cruz está ubicada a más de 400 kilómetros de la capital correntina y les vecines del lugar fueron testigos del crecimiento del artista. En relación a les vecines, Uruzola expresó: “Acá están súper contentos, porque nos conocemos todos y todos vieron mis inicios y ven mi progreso”.
El joven también reconoció que invierte tiempo en las redes sociales porque son una gran vidriera para mostrar su trabajo y poder llegar a más lugares y personas. Esta semana, por ejemplo, exportó su primera escultura fuera del país. A través de las redes sociales una persona de Puerto Rico vio el talento del joven y no dudó en encargarle un trabajo.
“La gran ventaja de las redes sociales es que te permiten estar conectado con el mundo entero. Tengo Facebook e Instagram y siempre que puedo comparto mis trabajos en esas plataformas”, comentó.
Por otra parte, dijo que tiene pensado hacer obras que son representativas y que apelan a distintas temáticas. “Tengo muchas ganas de hacer grandes esculturas, no en el sentido del tamaño, sino en el mensaje que buscan dar”, sostuvo. Algunas de las temáticas que abordaría son: la maternidad soltera, la Guerra de Malvinas, y el abandono de los animales.
Desafíos humanos
Para finalizar, el artista reflexionó sobre la necesidad de que cada persona pueda dedicarse y hacer lo que más le gusta. Dijo que lo que más detiene al ser humano es el miedo y esto hace que no se pueda avanzar. “Hay que hacer, aprender y que el no saber no te detenga”, remarcó.
En relación a su carrera comentó: “Yo no sabía nada de lo que hago ahora y cuando uno está empezando la mayoría te tira piedras, pero el primer paso es la barrera mental. Hay que animarse y arriesgarse”. Así, Carlos Uruzola decidió dejar volar su imaginación y dejarla inmortalizada en las esculturas que tanto ama hacer. Paso a paso y día a día, Carlos Uruzola aprendió a ser un artista a lo grande.