El miércoles 19 de octubre Romina Péchin presentará su nuevo álbum “Huesos” en el espacio cultural La Tangente, ubicado en Palermo, CABA.
La música y compositora nació en La Pampa, donde tuvo contacto con la música desde chica gracias a su entorno familiar. Así, conoció la guitarra de la mano de su madre; instrumento que luego experimentaría sola.
Se estableció en la Ciudad de Buenos Aires de grande para estudiar música y musicoterapia. Durante su estadía formó parte de distintas bandas hasta que en el 2010 comenzó a indagar en la composición. Entre idas y vueltas a la provincia de la cual es oriunda, nutrió su obra de múltiples cruces sonoros e influencias visuales.
Su música indaga la tensión entre la canción y la composición electrónica post digital y el uso de la voz como medio de experimentación sonora. Nota al Pie dialogó con la cantautora para conocer más sobre su obra.
¿Por qué abordaste el electro folk? ¿Qué te influenció?
En realidad no decido hacer un género en particular. No pienso en géneros a la hora de componer, si en lo que me interesa e intriga. Lo que más me lleva a componer es la experimentación electrónica con la canción, ahí hay un cruce interesante. Si uno trata de encerrarlo en un género, creo que se cierra un poco el sentido.
La idea es armar algo nuevo. Pienso en explorar con la música electrónica y ver de qué manera hago sonar la canción dentro de ese mundo electrónico y ambient.
Lo que me lleva a componer es la posibilidad de jugar con los materiales. Me gusta armar tramas, texturas con los loops, los sintes, las voces y las programaciones electrónicas.
Con todo eso voy construyendo distintos mundos o atmósferas. Algunas más en tensión y otras en más armonía. También me gusta pensar en paisajes que se van armando con distintas capas.
¿Cómo es el proceso compositivo? ¿Se da primero la canción o lo electrónico?
Se da más de manera conjunta. Voy armando estas tramas, atmósferas y paisajes experimentando con distintos sonidos. En la mayoría de esos paisajes surge la canción pero otras veces tengo un texto que me gusta mucho o una poesía que me inspira ponerle música. Entonces armo melodías para esa poesía.
¿Qué cuentan las canciones de Huesos?
No todas cuentan lo mismo. Algunas tienen que ver con una búsqueda más personal en términos de experiencias y sensaciones. Hay otras que son una experimentación con las voces, el desarme y deconstrucción de la palabra. Poniendo el acento en un juego tímbrico y percusivo.
También está “María Pueblo”, que es una versión de un tema de la década del 60. Tuvo su musicalización a raíz de la pueblada histórica del Cordobazo. Donde hubo una manifestación de los trabajadores en la que asesinaron a una a una mujer.
En base a ese suceso, una escritora y poeta argentina, que se llama Pocha Barros, hizo un escrito hermoso que utilice para hacer una de las canciones. En ese tema están y se escuchan las mujeres en lucha y su presencia histórica.
El arte de tapa de Monte como el de Huesos es abstracto. ¿Qué se busca transmitir?
Tiene relación cuando la música abre sentidos. Creo que de alguna manera ese arte con lo visual están abriendo otras posibilidades de significado y no se cierra en uno específico. Ahí está lo interesante cuando cada uno puede decodificar lo que ve y lo que escucha para armar algo propio.
¿Qué consideras que cambió desde tu primer trabajo al de ahora?
Hay un desarrollo de la experimentación electroacústica y ambient que en Monte está su inicio, un asomo a todo ese mundo. Tiene más presencia el folk pero en Huesos lo electrónico se profundiza.