A 8 años de la muerte de Gustavo Cerati existe una faceta poco conocida del ex Soda Stereo, como lo es su recorrido por la música electrónica. Alejado de la vorágine del rock, el músico optó por un ambiente más underground. Sobre eso investigó Gito Minore y lo plasmó en el libro “La geometría de una flor”. Al respecto, Nota al Pie dialogó con el autor para conocer más sobre ese “otro” Cerati.
Un repaso sobre Gustavo Cerati
Cuando se habla de Gustavo Cerati siempre se vislumbra al músico que cargaba una guitarra y que a la cabeza de Soda Stereo marcó nuevos paradigmas en el “rock latino”. Al pensarlo en solitario, también hay un recuerdo de sus trabajos solistas como “Amor Amarillo” (1993); “Bocanada” (1999); “Siempre es Hoy” (2002); “Ahí Vamos” (2006) y “Fuerza Natural” (2009).
Sin embargo, antes de ellos, e incluso de manera transversal, se coló otra nueva faceta que el artista desplegaría; curioso, obsesivo, emocionado. Avanzado el 1990, el músico se interesó en la electrónica, no como recurso en sus trabajos, sino para adentrarse concretamente en el género musical.
En ese marco, la sorpresa del público fue absoluta. ¿Por qué un tipo tan exitoso en el mundo del rock querría meterse en un espacio desconocido? La respuesta no fue novedad. Si algo destacaba al ex Soda era su constante búsqueda por crear nuevas cosas; despertar emociones y hacer música.
Con esa impronta, el artista encaró proyectos que pasaron desapercibidos pero que, al momento de descubrirlos, permiten entender la obra de Cerati. “Colores Santos” con Daniel Melero; “Plan V” con los chilenos Andrés Bucci, Guillermo Ugarte y Christian Powditch; “Ocio” con Flavio Etcheto y “Roken”, también con Etcheto y Leandro Fresco, fueron indispensables para un artista que, colmado de rock, estuvo dispuesto a probar nuevos sonidos.
Sobre “La geometría de una flor”
Si bien, Gito Minore hacía un tiempo venía con el Heavy Metal; tiempo después volvió a ahondar en las obras de Soda Stereo y de Gustavo Cerati. La idea de “inculcarle” a su hijo la música que él seguía de adolescente hizo que, en 2017, le despertara otra al escuchar Colores Santos.
En ese marco, el disco que Cerati compartió con Daniel Melero, y que le sirvió al ex Soda para adentrarse en la música electrónica, generó en Minore las ganas de trabajar sobre eso y de escribir un libro.
El primer proyecto en mente tenía que ver con esa obra a la que considera como “transversal” en el rock argentino. Pero luego prefirió abarcar el resto de los trabajos electrónicos de Cerati porque, a pesar de haber pasado desapercibidos, creía que merecían un análisis detallado. Así entonces nació “La geometría de una flor”, el libro publicado por Editorial Gourmet Musical en 2021.
Sobre el proceso de creación del libro
Según contó Gito Minore, el proceso de elaboración se convirtió en un total desafió porque, además de desconocer sobre la música electrónica, las entrevistas nunca lograban concretarse. Es que, en un primer momento, el libro estaba pensado para agrupar reportajes a diferentes personalidades que habían compartido escena con Cerati.
“Al principio me había agarrado una desilusión muy grande porque, como nadie me contestaba, tuve que rearmar las preguntas y buscar responderlas de otra manera”, confesó Minore. Sin embargo, reconoció que la metodología le sirvió para repensar una nueva estructura del proyecto. Y, como si hubiese sido un milagro, resaltó que fue ahí donde “empezó a conectar”. Esto último porque, de a poco, empezaron a llegar las respuestas de les entrevistades. “Son de esas cosas que pasan”, aseguró.
Un buscador de esos que no se conforman
A mediados de los años 90, la música electrónica empezaba a ganar terreno en la escena mundial y Gustavo Cerati la vio venir. Intrigado por este nuevo género, el artista optó por correrse el boom de la fama y del rock, y se adentró en un ambiente más underground.
Así, tal como relata Minore, como investigador de esa etapa, pero también como un contemporáneo del momento, nadie entendía nada. “Todo el mundo se preguntaba qué hacía este tipo tocando en una discoteca después de hacer un River”, contó.
“Gustavo Cerati era un explorador”
En el tiempo en que Cerati emprendía la búsqueda constante de crear nuevas cosas a través de la música, el artista prefirió no caer en las etiquetas. “Yo creo que era un explorador porque disfrutaba la música y se daba el gusto de no hacer pie”, expresó Minore respecto de esa etapa.
Asimismo, señaló que, en esos primeros pasos electrónicos, Gustavo “abandonó” la guitarra y comenzó con otras “jugadas” para componer algo donde ahora la letra no era prioridad.
Sin embargo, este nuevo adentramiento le valió algunas críticas. Es que en los ‘90, correrse de un género que se definía combativo hacia otro en el que las palabras no importaban tanto, no cayó del todo bien. “Cerati en ese momento tenía la antena puesta en esta nueva música, más que en la realidad inmediata argentina”, explicó.
Además, el autor del libro agregó que el artista fue acusado de frívolo porque “el país estaba casi incendiado y él estaba haciendo música electrónica y no cantando ‘se viene el estallido’, por ejemplo”.
Cuando no hay más que decirnos
Pero, a pesar de que Soda Stereo contaba con algunas herramientas de la electrónica, Colores Santos puede ser considerado como el primer vínculo puro entre Gustavo Cerati y ese género musical. Y, aunque tanto él como Melero lo definieron como un disco de rock, en “La Geometría de una flor” Minore sostiene que la placa en realidad sirvió para “redefinir la forma de pensar el rock en nuestro país”.
Además, el escritor y poeta destacó que fue en ese proyecto donde comenzaron a vincularse los elementos electrónicos que Cerati tomaría y que luego usaría en otros trabajos como “Plan V” y “Ocio”.
No obstante, consultado sobre cómo fue que incluyó una figura como la del ex Soda en un estilo musical que, hasta ese momento era poco conocido en el país, Minore aseguró que fue algo recíproco.
“Hubo una linda retroalimentación entre la electrónica y Cerati porque más allá de su carrera, de su éxito y de haber creado un montón de cosas, él quiso aprender de los nuevos músicos”, dijo. Y, en ese sentido, señaló que Gustavo logró darle visibilidad al género electrónico al incorporarlo en discos como “Bocanada” o “Siempre es Hoy”.
Por otro lado, en el libro, Minore se encarga de dejar en claro que esta nueva etapa ceratiana no consistió en un capricho. Más bien, según sostiene el autor, el objetivo de Gustavo Cerati fue concretar la búsqueda de nuevas combinaciones que, al final del día, también logren despertar emociones.
“La capacidad de emocionar con este nuevo lenguaje en el que incursiona el artista es todo un desafío del que sale victorioso”, destacó en su libro. “Allí residirá su virtud capital”, agregó.