Nació y creció en un pueblo al que nunca más volvería. No por cuestiones de la vida -o si- sino por decisión propia. Es que allí se sentía encerrado, incomprendido y atrapado.
“El paisaje de La Pampa es en realidad la ausencia de todo paisaje”, expresó en alguna oportunidad. Y en sus trabajos plasmó lo único que se pudo llevar de ese lugar: la bronca ante la idiosincrasia pueblerina y la doble moral de aquellas familias que hacían cualquier cosa con tal de salvar sus apellidos.
Además, se caracterizó porque sin tabúes pudo hablar de la sexualidad. Así escribió obras inspiradas en vínculos homosexuales aunque la polémica fue tanta que debió exiliarse.
Por eso Manuel Puig no da lo mismo en la literatura argentina. A pesar de haber muerto lejos un 22 de julio de 1990, su obra marcó un precedente en estas tierras.
La vida de Puig
Su nombre completo era Juan Manuel Puig Delledonne. Nació en la localidad bonaerense de General Villegas, el 28 de diciembre de 1932, a dos años del inicio de la Década Infame. Apodado “Coco”, era hijo del matrimonio compuesto por Baldomero Puig y María Elena Delledonne.
Su madre se desempeñaba como química pero además era una aficionada a las películas. Por eso, todas las semanas concurría al Cine Teatro Español. Sin embargo no iba sola, sino que llevaba consigo a su hijo Manuel. Fue así que de niño, deslumbrado por las historias románticas y las divas de Hollywood, el escritor pudo encontrar lo que fue su primera pasión.
Como en General Villegas no había escuela secundaria, en 1946 Puig se mudo a Buenos Aires y cursó sus estudios de bachiller en el Colegio Ward de Villa Sarmiento, partido de Morón.
Luego en 1950 decidió continuar en la Facultad de Arquitectura, pero solo cursó durante seis meses y en 1951 cambió por Filosofía y Letras. El joven además comenzó a trabajar en los laboratorios cinematográficos Alex. Como él ya hablaba inglés y consideraba que había dos lenguas dentro del cine (el inglés y el italiano), decidió aprender italiano en el instituto Dante Alighieri. Allí ganó una beca para viajar a Italia y estudiar en el Centro Sperimentale di Cinematografia.
Primeros pasos en la escritura
Apasionado por el cine, Manuel Puig decidió involucrarse de alguna manera con el rubro. La alternativa para la que se sintió apto fue la escritura de guiones. Sin embargo, más de una vez expresó que no estaba cómodo ni con el lenguaje ni con sus textos.
Motivado por amigues, empezó a escribir en su idioma y ahondó en sus recuerdos, sus vivencias y sobre todo, en el pueblo que lo había visto nacer. Este último componente fue fundamental en sus obras.
Tiempo después se mudó a Nueva York y comenzó a trabajar de aeromozo para Air France, en el aeropuerto Kennedy. Durante su tiempo libre, Puig escribió el texto que terminó por convertirse en su primera novela. Titulada La traición de Rita Hayworth, fue publicada en Buenos Aires en el año 1965 y en París en 1969. La obra casi obtiene el premio Seix Barral pero Mario Vargas Llosa, quien entonces era jurado, amenazó con renunciar si ganaba «ese argentino que escribe como Corín Tellado«.
“Pueblo chico, infierno grande”
La traición de Rita Hayworth estaba ambientada en Coronel Vallejos (una recreación ficticia de General Villegas) y es considerada una obra autobiográfica del escritor. El personaje principal es un adolescente apodado “Toto” (similar a “Coco”) que se siente diferente al resto. Además es un aficionado de las películas de los años 40, porque en ellas encuentra “un refugio y una ventana al mundo exterior”.
La particularidad de esta novela también radica en su formato para narrar las historias a través de diálogos directos, cartas y reflexiones de los personajes. En ese sentido, Puig decidió correrse de las estructuras literarias y a pesar de las críticas, logró consagrarse como un vanguardista al articular diferentes recursos.
Su segunda novela fue Boquitas Pintadas, escrita en 1967 y publicada en 1969. También situada en Coronel Vallejos, la historia logró escandalizar a les vecines de General Villegas ante las referencias encontradas. La conmoción fue tanta, que durante mucho tiempo Puig fue rechazado en esa localidad.
Sin embargo, fue esta novela la que lo convirtió en un escritor de renombre en el país. Presentada como un «folletín en dieciséis entregas”, la historia es contada a partir de diálogos directos, cartas, diarios íntimos, expedientes y publicaciones. Al respecto de esta combinación, el autor logró adaptar los discursos a los diferentes formatos que utilizó. Así las cuestiones de lo público fueron plasmadas en formas masivas. Y aquello que correspondía a lo privado se presentó en cartas o diarios íntimos, por ejemplo.
Además la obra también se caracterizó por sus críticas a familias de clase media de la ciudad. En nombre del amor, allí expuso la hipocresía, el engaño y la crueldad del ‘chusmerio’. En síntesis, Boquitas se convirtió en el libro que pudo materializar aquello de “pueblo chico, infierno grande”.
Puto el que escribe
Manuel Puig nunca ocultó sexualidad a pesar del contexto cruel que se vivía en ese entonces. Su compromiso y su libertad era tanta, que en 1971 fue uno de los fundadores del Frente de Liberación Homosexual.
Dos años después, publicó The Buenos Aires Affaire, un policial de época que derivó en amenazas de la Triple A y lo obligó a exiliarse.
Durante su exilio, terminó otra de las novelas que despertaría la polémica: El beso de la mujer araña. Publicada en 1976, la historia se basa en la relación entre dos presos que comparten celda. Los protagonistas son un militante de izquierda y un gay acusado de corrupción de menores.
Otra vez la política y lo social se mezclaron entre lo prohibido y lo sentimental. Así fue que el argentino siguió cosechando popularidad y publicando otros trabajos que para siempre establecerían nuevos paradigmas en la literatura latinoamericana.