Zulma Lobato ganó el juicio al canal de noticias Crónica TV por “daños y perjuicios” y fue indemnizada con la suma de 300 mil pesos más intereses y costas. En esta nota se indaga sobre la relación que la artista ha tenido con la televisión y sobre el costo de la violencia mediática, en este caso, en materia de género.
El juicio
Zulma Nélida Dekleva, más conocida como Zulma Lobato, ganó el juicio por “daños y perjuicios” que había iniciado contra la productora de Crónica TV, Estrellas Satelital, el productor César Notaro y la conductora Anabela Ascar.
La mediática había iniciado acciones legales tras filmarse y difundirse sin su consentimiento un episodio en el que se vio comprometida su salud. El hecho ocurrió en 2011 en los estudios del canal televisivo y mientras estaban fuera del aire.
En ese sentido, según explica la sentencia de la Cámara Civil que publicó el medio Página 12, “todas estas cuestiones pertenecen a la esfera privada de la Sra. D., y no se advierte qué interés socialmente relevante puede tener su difusión”.
“Así las cosas, ante la ausencia de consentimiento por parte de la actora, es claro que en el curso de esa emisión se lesionaron el honor, la intimidad, y la imagen de la Sra. D”, precisa el documento.
La televisión y Zulma Lobato
El caso con Crónica no fue el único juicio por “daños y perjuicios” que ganó Zulma Lobato. La artista ya había sido indemnizada con 200 mil pesos tras demandar un “informe” emitido en 2007 por el programa de Chiche Gelblung, en el que se insinuaba que comía de la basura de un supermercado.
Así como las descompensaciones, el desempleo y la pobreza también parecen ser situaciones divertidas para Crónica TV. En otra oportunidad, periodistas del mismo canal tomaron “con gracia” la situación de la artista que pedía trabajo al aire “porque la estaba pasando muy mal”.
Otro acontecimiento en el cual se vio afectada la imagen de Zulma y que ella misma declaró haberse enojado, fue protagonizado por Roberto Pettinato. En el marco de su programa Un Mundo Perfecto, el conductor solicitó a sus televidentes que enviaran fotos con la boca abierta para hacer un “Lobatazo”. O sea, una imitación de la expresión facial de Zulma cuando transitaba una crisis nerviosa al aire.
La lista podría seguir
“La historia de la artista parece condensar las humillaciones, amedrentamientos y cueldades más pronunciadas del país”, señala el Frente Britnificante en la presentación de la nota “Ella es Zulma, una entrevista de Franco Torchia”, donde se indaga acerca de la vida de la mediática.
Zulma Lobato antes de su popularización en la pantalla chica
Lobato descubrió su vocación artística a muy temprana edad. Según ha declarado en reiteradas oportunidades, a los 17 años comenzó a trabajar como extra en diferentes canales y luego participó en el Teatro Colón como figurante.
Años antes había empezado a estudiar teatro y canto. También había dejado la secundaria y entrado al mercado laboral, ya que su madre estaba enferma y no podía sostener los gastos de la casa. En ese contexto, tanto Zulma, que tuvo su primer trabajo a los 13 años, como sus hermanes, tuvieron que ayudarla.
Además de las 40 películas donde participó como extra, la artista trabajó en distintos rubros para llegar a fin de mes, desde empresas de limpieza y comercios en área cinematográfica hasta cadete.
Sin lugar a dudas, su vida artístico-profesional dio un giro cuando se presentó en el programa Hechos y Protagonistas emitido en Crónica TV; aunque no podría precisarse si tuvo suerte o no.
¿Cuál es el costo de la violencia mediática?
Con la popularización de la noticia del juicio, algunos medios han salido a decir que la mediática “recibió una importante suma de dinero” o que “se llenó de plata”. Otros más moderados no han hecho más comentarios que la declaración de que “fue compensada”.
Sin lugar a dudas, la compensación a Zulma es necesaria pero ¿es justa y suficiente? ¿Es acorde a los números que maneja el medio de comunicación la sanción recibida? ¿Afecta, condiciona, restringe futuros contenidos? En definitiva, la resolución del caso y la mirada de estos medios, ¿no es una lectura desde el trans/travestiodio donde pedir trato digno ya es demasiado?
Definitivamente el costo de haberse difundido una situación íntima sin consentimiento es mayor para Zulma que para el canal. ¿Siete salarios mínimos cuesta la violencia mediática? ¿Quién pone el precio? ¿Cuál es el mensaje detrás de esta resolución?
Si el monto de la sanción no es significativo para las ganancias de los medios de comunicación ¿no es dejar la vía libre para la reproducción de cualquier tipo de discursos?
En este punto se torna inevitable preguntarse quién controla y regula este tipo de situaciones y cuál es el rol de los medios de comunicación. ¿De qué manera se puede construir una sociedad libre de violencias si los canales televisivos pueden transmitir cualquier contenido casi sin ningún tipo de responsabilidad?
Todos estos interrogantes podrían centralizarse en uno fundamental: ¿Qué pasó con la Ley de Medios?