Atención: esta nota contiene spoilers.
Tras los siete episodios de Stranger Things 4 emitidos en mayo, bajo la etiqueta Vol.1, Netflix estrenó el 1 de julio los dos últimos capítulos de la temporada. Con una duración de casi cuatro horas, ambos episodios brindan un final mayúsculo a una de las temporadas más grandes de la historia de la televisión.
La temporada 4 de Stranger Things llega en un momento tenso para Netflix, ya que las ganancias recientes del servicio de transmisión no fueron las esperadas. Un trimestre menos fructífero de lo anticipado por la corporación hizo caer el precio de sus acciones, lo que condujo a una ronda de despidos.
Después de más de una década en la cima y con una biblioteca inflada de contenido, este panorama inesperado recibe la vuelta de uno de sus mayores éxitos.
Las temporadas anteriores hicieron que sus capítulos se sientan como homenajes estudiados al cine de género de los años 80. Sin embargo, en esta cuarta entrega, la serie adopta un nuevo sentido de sí misma, convirtiéndose en algo más que un tributo a los clásicos que llenaron los cines hace décadas.
Se trata de una entrega más grande, sangrienta y mucho más intensa que las anteriores. Sin embargo, se siente como una evolución natural de la narrativa que han estado construyendo los hermanos Duffer, showrunners del programa, desde el principio.
Un entretejido de tramas casi perfecto
Los primeros siete episodios de la temporada 4 de Stranger Things tuvieron que ver con la expansión. Cuatro historias separadas que interactúan entre sí; los personajes principales lidian con las consecuencias de Star Court Mall, mientras un nuevo peligro se gesta en Hawkins.
Ese acto de malabarismo, equilibrando tantos hilos, vino con una serie de problemas. Si bien algunas historias se precipitaron –en particular las de Dustin, Steve, Robin y la búsqueda de Vecna–, hubo otras partes que se arrastraron, en particular los segmentos en California.
El Volumen 2 comienza momentos después de la gran revelación de que Vecna, Henry Creel y One son la misma ‘persona’. Max está retenida como rehén en Upside Down, atrapada en una pesadilla de recuerdos traumáticos, mientras les demás intentan liberarla con desesperación.
Sin embargo, ella no es la única en peligro: Hopper, Murray y Joyce están cercades por un Demogorgon en Rusia; Eleven se tambalea después de descubrir la verdad sobre cómo ayudó a crear Vecna; y Will, Mike, Jonathan y Argyle se apresuran a averiguar el paradero de Eleven.
A medida que avanzan los últimos dos episodios, los hermanos Duffer entretejen estas tramas con elegancia, y pronto, todos se dirigen en la misma dirección. Al cambiar el enfoque de regreso a Hawkins, el final se convierte en uno épico como conclusión casi perfecta para la temporada.
Calidad cinematográfica y una buena performance actoral
Ambos episodios son visualmente impresionantes, con secuencias casi cinematográficas que hacen desear que Netflix estrene el final de casi dos horas y media en los cines. Y, sin embargo, los episodios mantienen la misma atmósfera aterradora que los Duffer han nutrido y ampliado esta temporada.
A la vuelta de cada esquina, el peligro persiste y existe la sensación de que cualquier cosa podría pasarle a cualquiera en cualquier momento. Eso se siente aún más gracias a que las escenas más grandiosas se equilibran con otras más pequeñas e íntimas.
Es importante destacar que estos momentos dan tiempo de pantalla a los personajes que quedan atrás durante la primera mitad de la temporada. Noah Schapp realiza una actuación que roba la escena como el vulnerable Will, mientras que David Harbour continúa brindando seriedad a Hopper, y Dustin de Gaten Matarazzo ofrece una de las actuaciones más desgarradoras del programa.
Además, a pesar de que el final se centra en una batalla, hay mucho romance en el aire. Cuando llega la angustia, entonces, es aún más poderosa.
Tiempo y ritmo
Aunque se ha criticado la duración extensa de los episodios de esta temporada, esta permite historias más profundas y emotivas. Sin embargo, mantener el ritmo durante el final de una serie es difícil.
Un programa de televisión no tiene la misma estructura narrativa que un film, tiene muchas tramas que cerrar. Como resultado, el ritmo sigue disminuyendo, en especial cerca del final del espectáculo. Dividir el episodio final en dos hubiera permitido que algunas de las escenas tuvieran un poco más de espacio.
Sin embargo, lo que está claro es que Stranger Things no ha perdido nada de su magia. El volumen 2 tiene todos los elementos que hicieron de este programa un fenómeno: diálogos ingeniosos, personajes sinceros que se enfrentan a dolores de crecimiento y mucha nostalgia de los 80. Tanto la serie como los personajes están llegando a la mayoría de edad.
Mientras los Duffer se preparan para la temporada final de esta histórica serie de Netflix, lo que está en juego nunca ha sido tan alto. El elenco ha crecido, las batallas se han vuelto más audaces y el terror aún más frío. Con todos estos elementos, si pueden mantener la calidad de la temporada 4, podrán ofrecer una conclusión aún más satisfactoria para el programa.