El 24 de febrero, al anunciar el comienzo de la operación militar rusa en territorio ucraniano, Vladimir Putin sostuvo que uno de los objetivos era la “desnazificación de Ucrania”. En la actualidad, la creciente existencia e influencia de grupos neonazis en el país europeo es una realidad innegable.
Se trata de grupos legitimados por sectores de la sociedad ucraniana a partir del estallido bélico. Y que fueron acompañados por una narrativa occidental que olvidó el carácter criminal de ellos. De esta manera, la preocupación recae sobre lo que sucede con estos conjuntos neonazis en Ucrania post-conflicto.
Una influencia cada vez más evidente
Si bien no es posible categorizar a Ucrania como un Estado Nazi, lo cierto es que desde el año 2014 los grupos de extrema derecha han crecido. Nostálgicos del nacionalsocialismo, han adquirido una relevancia cada vez más evidente e importante en las instituciones de gobierno.
En el Golpe de Estado a Viktor Yanukovich en el 2014 (maniobra orquestada desde la OTAN), diversos grupos paramilitares de origen neonazi fueron la fuerza de choque en las protestas contra el gobierno pro-ruso. Lo que desde Europa presentaban como el despertar democratico de Ucrania era, por el contrario, la violencia organizada de los sectores ultranacionalistas.
Uno de los casos más representativos de la violencia fascista fue la Masacre de Odessa. Allí, un incendio provocado por la organización neonazi Pravy Sektor terminó con la vida de 48 personas. Gran parte de las víctimas eran rusoparlantes. Se refugiaban en la Casa de Los Sindicatos luego de protestar contra el Golpe, en el marco de la violencia ejercida por los paramilitares.
Extrema derecha
Culminada la destitución de Yanukovich, los vínculos de la nueva conducción del Estado de Ucrania con la extrema derecha no terminaron. Por el contrario, se profundizaron. El ministro de Defensa, el fiscal general de Estado, el vice primer ministro e, incluso, el Ministerio de Recursos Naturales, fueron ocupados por dirigentes ultranacionalistas con simpatía por el nazismo.
Desde el derrocamiento de Yanukovich la persecución política fue moneda corriente. El gobierno pro-occidental logró la desintegración de la principal fuerza política del país, el Partido de las Regiones. Asimismo, proscribió al Partido Comunista de Ucrania, frente al silencio de Occidente.
La integración de grupos neonazis en las fuerzas armadas ucranianas tuvo también su correlato político. En el año 2019, la Rada Suprema (el parlamento) de Ucrania, declaró el 1° de enero como día en el que se conmemora el nacimiento de Stepan Bandera. Este fue un dirigente ultranacionalista ucraniano que colaboró con el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Además, lideró grupos de extrema derecha que llevaron adelante masacres contra la población judía en todo el territorio ucraniano.
El batallón AZOV
Uno de los símbolos más importantes de la absorción por parte de las fuerzas armadas de los grupos neonazis en Ucrania es el caso del batallón Azov. Su escudo es el Wolfsangel, parte importante de la simbologia nazi. A su vez, el primer comandante fue un exdiputado de la organización de extrema derecha “Cuerpo Nacional”.
La milicia paramilitar nació en el año 2014. Esto fue luego de que el Ministerio del Interior autorizó la formación de grupos civiles armados con el objetivo de luchar contra el separatismo de la región del Donbass. Un año más tarde fue incorporado a la Guardia Nacional como regimiento. Este hecho le permitió ampliar su capacidad armamentística.
Desde entonces, debido a su importancia estratégica en el conflicto ucraniano, Azov fue creciendo de manera exponencial. Aumentó en cantidad de integrantes como en ramificaciones que tienen incidencia en otros ámbitos de la sociedad ucraniana.
Scott Ritter, un ex oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU, reveló en un entrevista al canal RT que el batallón Azov le impuso al gobierno ucraniano la negativa a cumplir con los acuerdos de Minsk. “Este es el control que esta gente tiene (…) El ejército los absorbió, promocionando a sus oficiales. De esta manera acabaron teniendo a neonazis por todas partes”, expresó.
El respaldo de Zelenski
El presidente de Ucrania, Zelenski, ha negado cualquier acusación de vínculos con grupos neonazis en reiteradas ocasiones. Sin embargo, el pasado lunes, en el marco del Día de la Victoria, publicó una foto en sus redes sociales de un militar con la insignia de la unidad Totenkopf, símbolo de las Waffen SS durante el nazismo.
En marzo, en una entrevista con Fox News, el presidente ucraniano fue consultado por la simbologia nazi presente en el batallon Azov. “Son lo que son. Defienden a nuestro país, fueron incorporados al ejército”, sostuvo Zelenski. Además, el primer día de aquel mes designó a Maxim Marchenko, comandante de una organización paramilitar ultraderechista, como gobernador de Odessa.
Un mes más tarde, en el marco de una videoconferencia con el Parlamento de Grecia hubo otro acontecimiento que generó polémica. Allí, el jefe de Estado invitó a un neonazi de la unidad militar a exponer frente a las personas presentes.
Otro ejemplo que ilustra la posición del gobierno de Zelenski respecto del crecimiento de los grupos fascistas en el país europeo se dio en diciembre del 2020. En la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al igual que Estados Unidos, Ucrania votó en contra de la resolución presentada. La misma implicaba la “Lucha contra la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a alimentar formas contemporáneas de racismo, discriminacion racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia”.