La fundación “No Me Olvides” se encuentra compuesta por madres de caídos, veteranos de guerra y civiles que adhieren a la causa Malvinas. Su objetivo es promover, fortalecer, resguardar y favorecer la mejora de la calidad de vida de personas que son o que fueron expuestas a episodios traumáticos y de violencia.
Por otra parte, esta fundación apadrina a todas las escuelas y jardines de infantes que llevan el nombre de un caído. En la provincia de Corrientes es el caso de la escuela 784 Ramón Cirilo Blanco. Nota al Pie dialogó con Mabel Miranda, docente e integrante de la fundación quien aseguró que “yo me prendo a todos los proyectos que incluyen a la causa Malvinas, por eso puedo decir que mi misión es malvinizar”.
El vínculo de la docente con la fundación nació hace 12 años mediante el padrinaje de dos escuelas en dónde ella trabajaba y desde entonces se suma y participa en todos los proyectos. “Yo creo que la malvinización pasa por la participación, porque creo que, si alguien se siente involucrado se malviniza, se aprende a conocer o querer a la causa y los pros o los contra” aseguró.
También expresó que junto a otres docentes fomentan la participación en charlas porque “me parece que sentarse a hablar con aquel sobreviviente conocerlo o leer lo que han escrito también es el modo de malvinizar”, agregó.
¿Cómo nació No Me Olvides?
La fundación nace de la mano de Julio Aro, actual presidente de la fundación, quien a partir de un viaje a Malvinas en el 2008 “quedó muy impactado por la cantidad de tumbas en las que estaba la placa que decía ‘soldado argentino solamente conocido por Dios’”, relató Miranda.
En el año 1982 Aro fue prisionero en manos de les ingleses y es mediante esta situación que, años más tarde, logra vincularse con el Coronel británico Geoffey Cardozo. Éste último fue quien armó el Cementerio de Darwin: “fue él quien sepultó a nuestros 649 soldados, quién eligió el espacio físico para sepultarlos, y quien puso las lápidas”, comentó Miranda.
Relató, además, que después de ese viaje a Malvinas, Aro tuvo una charla con su madre en la que ella le confesó que, si él no hubiese regresado con vida, le gustaría saber dónde estaba su hijo. “Ella le dijo que: ‘no moriría en paz sin saber dónde está su hijo’”.
Fue esta situación la que motivó a Julio Aro a recorrer el país en busca de las madres y familiares de los caidos en esta guerra. Desde entonces “se convenció de que estaba en él la responsabilidad de encontrar y de devolver el nombre a los soldados que habían perdido su identidad”.
Un proyecto contra la amnesia
Uno de los proyectos más importantes que lleva adelante la fundación es la identificación de soldados que quedaron en las Malvinas. Años atrás, Aro decidió trabajar junto a la periodista Gabriela Cociffi con quien lanzó una investigación periodística que fue publicada durante un año en la revista Gente.
A través de este proyecto recorren el país y “llegan a la localidad de San Roque Corrientes, dónde se encuentran con la escuela en la que trabajaba Miranda, que lleva el nombre de un caído: Gabino Ruiz Díaz”, dijo. Desde entonces participan de manera conjunta en distintos proyectos con la intención de malvinizar.
La fundación tiene la responsabilidad de acompañar a los familiares de los caídos y a los ex combatientes, además de realizar múltiples labores solidarias. Miranda aseguró que “se realizaron muchos proyectos, entre ellos el de llevar a todas las mamás de soldados, de todo del país a Darwin y devolverles el nombre a esos soldados no identificados. Fue una lucha compleja, porque era un proyecto ambicioso, pero ese es el fundamento”.
Un nombre para mi escuela
En 2015 Miranda encaró un nuevo proyecto que consistía en otorgarle un nombre a la escuela 784 de la segunda sección de San Luis del Palmar, en el interior de la provincia de Corrientes. “Propusimos el nombre de un caído en Malvinas“.
Era un chico que vivía en el paraje donde se encuentra la escuela, que había ido a Malvinas y que nunca más se supo de él”, dijo la docente. A partir de entonces, les estudiantes junto a les docentes encaran una investigación para reunir datos de este soldado.
“Este chico era un NN, y gracias a la investigación que hicimos junto a los chicos encontramos a sus hermanos que dieron su muestra de sangre para el ADN y así recuperó su identidad”, comentó Miranda a Nota al Pie.
A partir de esta hazaña, el entonces subsecretario de derechos humanos, Claudio Avruj, entregó a la escuela para su custodia, la placa que se encontraba en Darwin, en la que está expresa la leyenda “Soldado argentino sólo conocido por Dios”.
“Es la única escuela que cuenta con la placa que estaba en el cementerio de Malvinas. Ahora sabemos dónde está el soldado cuya escuela lleva su nombre. El nombre de Ramón Cirilo Blanco”, relató Miranda.
Una misión: devolverle la identidad a los caídos
A través del consentimiento de familiares de los caídos, la fundación intenta devolverle la identidad a los soldados que fueron sepultades como NN. Lo hacen a través de un examen de ADN y con la colaboración de la Cruz Roja Internacional.
Además, a través de la colaboración de Geoffey Cardozo, quien hace entrega de un documento que permitió mayor exactitud, se pudo avanzar en el reconocimiento. “Era una carpeta en la que estaba detallado todos los cuerpos que había recogido y cómo los había ubicado en el cementerio. Esto fue una pieza fundamental para que los soldados fueran reconocidos. Fue una gestión heroica”, dijo Miranda.
En la época en que se desarrolló la guerra, Cardozo se había encontrado con un soldado que no tenía más identificación que una placa en la que había acuñado su número de documento a mano. A partir de ese momento, decide sepultarlos junto a sus pertenencias, en bolsas separadas.
Cardozo sabía dónde había sepultado a este soldado, “porque él armó el plano en el que estaban todos los detalles y eso fue clave para su identificación”, sostuvo Miranda. Este soldado en cuestión era Gabino Ruiz Díaz, oriundo de San Roque, Corrientes, quien también tiene una escuela con su nombre.
El origen
Miranda aseguró que el hilo conductor de todo el proyecto de reconocimiento de soldados fue Gabino Ruiz Díaz. “La primera mamá que se visitó fue a Elma Pelozo, mamá de Gabino, y en paralelo se avanzó con las cuestiones políticas y permisos que demandaba”, dijo.
“Era un proyecto que parecía ilógico, irreal, y por eso en ese momento la presidenta (Cristina Fernández) no los recibió”, comentó la docente. Sin embargo, fue mediante Roger Waters que se logró que la presidenta pudiera considerar el proyecto.
Así, “un dos de abril la presidenta anunció, en Ushuaia, en un acto oficial la aprobación del proyecto. Por eso podemos decir que fue un proyecto que recorrió bastante y que costó mucho”, agregó Miranda.
Por otra parte, en el marco de los 40 años de la gesta de Malvinas, se vienen realizando distintas actividades. Como por ejemplo travesías de nado, talleres con la UNNE (universidad Nacional del Nordeste), talleres con ex combatientes y la colaboración de ex alumnos para la elaboración de la biografía de los soldados.
“Hemos reconstruido la biografía de Gabino Ruiz Díaz en su momento, y ahora estamos a punto de publicar la biografía de Ramón Blanco, junto a los maestros”, finalizó Miranda.