Grecia Villalba nació en Santiago del Estero y viajó a Buenos Aires con el objetivo de comenzar sus estudios secundarios. Sin embargo, sus planes cambiaron, culminó una carrera terciaria y actualmente es docente de teatro.
Su historia de superación y perseverancia demuestra la importancia de su presencia en las aulas. Nota al Pie dialogó con ella, para conocer en profundidad su relato de vida. A continuación, la entrevista a Grecia Villalba.
¿Por qué decidiste viajar a La Matanza?
Yo vivía en Santiago del Estero, en una zona rural, muy precaria en cuanto al acceso a la educación. Hice solamente la primaria en una escuela rural, con una sola maestra que me tocó de primero a séptimo año.
Soy hija de padres separados, me criaron mis abuelos. El tiempo fue pasando y mi abuela siempre intentó que yo estudiara, pero por cuestiones económicas era difícil. No podía terminar el secundario porque para llegar a la escuela tenía que hacer 27 km y era complejo poder acercarme.
Como mi mamá biológica vivía en La Matanza, mi abuela acordó con ella para que yo pudiera venir a hacer el secundario. Mi intención era solamente finalizarlo y volver a Santiago, porque allá tenía posibilidad de trabajar.
Termine el colegio y un tío que vivía en La Matanza me preguntó: “¿Qué vas a ir hacer a Santiago? Ahora te toca luchar por lo que querés y lo que soñás”. Y ahí me replanteé el poder seguir una carrera terciaria. Y como siempre me gustó el arte y el teatro, fui por ese lado. Entonces, empecé a estudiar en Morón el terciario.
¿Siempre quisiste dedicarte a la docencia?
Siempre me gustó, pero no lo veía posible, sino lejano para mi realidad. De hecho, cuando arranqué el secundario tenía miedo. El ir a la escuela, pensar cómo me van a mirar y que me van a decir. Tenía muchos fantasmas. Y dije “lo voy a hacer más allá de mis miedos”.
En la secundaria me sentaba en los primeros bancos y no era sociable con mis compañeros porque también tenía prejuicios con lo que me iban a decir. Después, fueron pasando los meses y me fui adaptando, me fui juntando con gente agradable. Entendí que no todos discriminan por una cuestión de género o de orientación sexual. Pero nosotras venimos con esos miedos de chicas. No era fácil, había que luchar con los prejuicios ajenos y los propios.
¿Cuándo dictaste tu primera clase y cómo te sentiste?
Debuté como docente en Merlo en 2007, en una escuela primaria. Para mí era todo un acontecimiento, tenía los mismos miedos de siempre, esos nunca se terminan de ir.
Hoy en día estoy más segura que antes, también tiene que ver con mi propia desconstrucción. No me tengo que hacer cargo de los prejuicios ajenos, pero sí de los míos, que tienen que ver con ser un poquito más libre todos los días.
Entendiendo que en la sociedad hay personas que son crueles con el tema de la discriminación, pero no tiene que ser un obstáculo o impedimento para que yo avance.
¿Cómo crees que deberían enfrentarse esos prejuicios?
Creo que la educación es fundamental para eso. Es importante que se puedan trabajar proyectos que acompañen estas miradas. También, que les docentes comprendan que les estudiantes no solo aprenden un contenido, sino también un derecho, a luchar y a creer que es posible soñar.
La homosexualidad, el género y la orientación sexual es algo que ha pasado toda la vida. La manera en que inculcan lo que está estipulado para mujeres y varones, rosa, celeste, fila de varones y mujeres.
¿Crees que falta mucho tiempo para que la sociedad se libere totalmente de esos prejuicios?
Sí, creo que falta. Hemos avanzado en cuanto a derechos, eso hay que reconocerlo. Yo no hubiera tenido mi DNI, si no hubiese estado la ley de identidad de género en 2012, o no hubiese ido a casamientos de mis amigos gay por la ley de matrimonio igualitario. Son mimos importantes y valiosos que se llevaron a la práctica gracias a la lucha. Hay que empezar a romper esas estructuras conservadoras que siguen estando.
Muchas veces cuando hablamos de personas trans surge la pregunta de cómo lo enfrento o cómo lo hablo. Me pasa en las escuelas cuando doy charlas de ESI y hay un alumno trans. La realidad es que somos personas, y hay que respetar la identidad, simplemente tener empatía con ese tema y comprender que es posible una sociedad más igualitaria y más equitativa.
A su vez, comprender que todo se construye desde el respeto, y que la identidad de género no va a ser nunca un condicionamiento para la persona.
¿Alguna vez recibiste comentarios negativos por parte de tus alumnos o de sus padres?
No, con los padres nunca. Si me pasó con mis propios compañeres docentes.
¿De qué manera dictás tus clases?
En mis clases apunto mucho a la reflexión, intercambiar ideas, construir proyectos que tengan que ver con la identidad. Hacemos una ronda, charlamos, hacemos juegos lúdicos. Me gusta sacar a mis alumnes del salón y laburamos en el patio o debajo de un árbol, según la escuela que me toque. Soy cero estructurada en mis clases, pero siempre con la dinámica y el respeto. Eso es lo que transmito cuando entro al salón y lo que recibo.
¿Cómo comenzaste a interesarte por la política y la militancia?
Todo comenzó cuando estaba estudiando en Morón, armé el centro de estudiantes y fui presidenta. La vida me fue llevando por ese lado, me fui metiendo en ese mundo.
Empecé a militar desde el centro de estudiantes. Amo a Néstor y lo voy a amar siempre, ahí entendí lo importante que es poder hablar de política, hacer política y debatir sobre eso. Como Néstor abrazó a las minorías, y yo estaba incluída, nuestro colectivo estaba ahí.
En mi familia siempre fueron peronistas, y si bien yo no opinaba (solamente escuchaba), fue por Néstor que entendí lo importante que es involucrarse. Sobre todo, estar en esos lugares donde seguimos luchando por una sociedad más igualitaria. Es desde ahí mi amor hacia el kirchnerismo y el peronismo, si bien cada uno tiene diferentes miradas yo creo en un peronismo de la justicia social.
¿Cómo trabajan desde las organizaciones que coordinas?
Desde el proyecto educativo Diversidad Transformar creamos 3 espacios Fines para que todas las personas trans puedan terminar sus estudios. El mensaje que queremos transmitir es que es posible terminar el secundario, hacer un terciario y estar dentro del sistema desde la profesión. La formación es muy importante. Tenemos que vernos en espacios institucionales, porque tenemos todas las capacidades.
Tal vez yo pude dar esa pelea, y estoy dando clases, pero no la pase bien porque vengo de una familia de bajos recursos. Había que pelearla desde ese lugar y con personas que no entendían tu orientación sexual y se burlaban.
Pero creo que vale la pena dar esa pelea y luchar. Obviamente, si hay un estado que acompaña, y las organizaciones abrazan, es más llevadero estar ahí.
Este es el primer año con egresadas de los Fines, y es todo un logro. Tratamos que los profes se sensibilicen y formen en educación sexual para que no vayan con una mirada tan rústica. Hay que tener una mirada empática.
Estudiar es muy importante, abre la mirada la cabeza y el alma, es importante adquirir conocimientos. Nos vamos metiendo en un mundo que parecía imposible para nosotras.