La acumulación de 100 mil tropas rusas en Ucrania; su posible ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN); las exigencias y el rechazo por parte de Rusia; y la expansión de la alianza militar occidental cerca de las fronteras del Estado euroasiático, ha llevado al conflicto entre estos dos países a transitar grandes niveles de tensión.
A fines del año pasado, el gobierno ruso le presentó a Estados Unidos una serie de exigencias con el objetivo de reducir los niveles de confrontación aumentados por el conflicto ucraniano. Entre estas, la prohibición de que Ucrania entre a la OTAN. Además, solicitó a EEUU como al resto de las potencias occidentales el fin del despliegue de tropas de la OTAN en Europa del Este.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó que consideraría imponer sanciones económicas al mandatario de Rusia, Vladimir Putin. Además, aseguró que Washington no tiene intención de enviar tropas a Ucrania, aunque advirtió a Rusia que enfrentará sanciones si ataca Ucrania.
Sin embargo, Biden puso en alerta a 8.500 tropas norteamericanas en caso de una agresión rusa, además de que la OTAN amplió el patrullaje a las fronteras rusas en el Mar Negro y el Báltico, así como Lituania. En este marco, Estados Unidos ha retirado su personal diplomático de Kiev, capital de Ucrania; y lo siguieron Alemania, Reino Unido, Australia y Canadá, que anunciaron la decisión de evacuar sus embajadas.
Principales causas del conflicto entre Kiev y Moscú
En 2008 la OTAN invitó a los dos países ex soviéticos, Ucrania y Georgia, a ingresar a la alianza. A finales de 2013, el entonces presidente ucraniano Víktor Yanukovich, aliado de Putin, decidió no firmar el ingreso de Ucrania a la alianza militar, en un Acuerdo de Asociación de Libre Comercio con la Unión Europea (UE). Entonces comenzaron las movilizaciones de la oposición que expulsaron a Yanukovich del gobierno en febrero de 2014. Mientras que en occidente este hecho se conoció como la Revolución Naranja, en Rusia se vio como un golpe de Estado. Ese mismo año, el país euroasiático anexionó a la península de Crimea luego de que declarara su independencia de Ucrania.
Ucrania depende de un 72% del gas natural de Rusia, al igual que ocurre con otros países europeos. Desde el final de la URSS, Estados Unidos ha intentado integrarlo al mundo occidental y utilizar a su favor el límite con la frontera rusa. En la Cumbre de Bucarest de 2008 se aprobó la integración militar de Ucrania en la OTAN y su incorporación económica en la UE; y en 2014 el nuevo presidente, Petró Poroshenko, firmó el acuerdo económico.
Nikolay Zhurlavlev, vice vocero del Senado de Rusia, dijo que si los países europeos desconectan a Rusia del sistema interbancario de transferencias SWIFT no podrán recibir gas, petróleo y metales de Moscú.
Además, en la península Crimea, el ejército ruso desplegó tropas con 6 mil militares, aviones de caza y bombardeos. Por su parte, el jefe militar de la República Popular de Lugansk, Yan Leschenko, afirmó que la situación en el Donbass “está al borde de una guerra”. Donetsk y Lugansk, ubicadas en la región del Donbass, se declararon en rebeldía de Ucrania y formaron repúblicas independientes.
Rusia – EEUU
Las garantías solicitadas por Rusia a Estados Unidos incluyen la no incorporación de Ucrania y Georgia a la OTAN; el repliegue de armamento y tropas en los países aliados que ingresaron a la alianza militar después de 1997, entre los que se encuentran Polonia, Hungría, Croacia, Lituania, Letonia, Estonia; así como el pedido de que las partes firmantes no se consideren adversarias.
EEUU y la OTAN rechazaron formalmente esas peticiones y Rusia fue acusada este lunes en el Consejo de Seguridad de la ONU de querer incrementar su presencia militar sobre las fronteras de Ucrania. En este sentido, Biden amenazó a Rusia de sufrir “graves consecuencias inmediatas” en caso de que Moscú se salga de la vía diplomática. Mientras tanto, el gobierno de Vladimir Putin rechaza ser considerado una amenaza para Ucrania, y pide garantías de que Kiev no se unirá a la OTAN.
Por otro lado, el embajador ucraniano, Sergiy Kysklysya, pidió una desescalada con el fin de que se reanuden las negociaciones sobre el conflicto en territorio ucraniano con los secesionistas apoyados por Moscú en la región oriental del Donbass. El embajador llamó al diálogo con Rusia, aunque alertó que “la militarización actual de Crimea, el mar Negro y el mar de Azov es una aténtica amenaza” para Ucrania.