El espectáculo de narración oral “La Voz del Mar- Relatos sobre Malvinas”, subirá a escena este jueves 4 de noviembre a las 20.30 horas en el Teatro de la Fábula, ubicado en Agüero 444, en la Ciudad de Buenos Aires. La puesta está basada en textos de ambas narradoras, quienes recopilaron testimonios directos de jóvenes soldados argentinos que estuvieron en Malvinas durante la guerra, en 1982.
Según cuentan sus creadoras: “Las historias narradas nacen de los días de frío, pánico y heroísmo de los soldados en las islas, de las vivencias y angustias de sus familiares a la distancia y de las vidas de todos ellos y ellas luego de que los atravesara la experiencia bélica”. El espectáculo es protagonizado por Claudia Montesino (C) y Laura Dippolito (L), quienes dialogaron con Nota al Pie sobre su trabajo.
¿Cómo surgió la idea del espectáculo?
C- La idea del espectáculo nació hace muchos años porque sentía que como narradora tenía la necesidad de contar cosas sobre Malvinas, sobre los que fueron, los que nos quedamos, los que volvieron. No solamente para un reconocimiento desde el arte, sino también para poner en palabra un montón de cosas que necesitaba y después entendí que varios, no solamente yo, lo necesitábamos.
Fui viendo cuentos, historias, hasta que surgió la pandemia y por un montón de otras cosas, decidí que era el momento de comenzar a transitarla con el proyecto de este espectáculo y allí convoco a una narradora de mi misma ciudad: Laura Dippolito.
Porque nos unían varias cosas, las ganas de hacer algún proyecto; además Laura hacía varios años atrás había sido partícipe de recopilar testimonios de veteranos, excombatientes de Malvinas. Convoqué a Laura porque tengo un respeto hacia ella por su actividad artística, de su compromiso con los textos y porque el tema Malvinas me vinculaba de diferentes maneras, entre ellas de recopilar testimonios de combatientes y haber estado en la ciudad de La Plata mientras el conflicto también la atravesaba de diferentes formas.
¿Cómo se unen sus historias?
L– Con Claudia nos une una de esas historias, esos vínculos en los cuales puede pasar mucho tiempo en el que no nos hayamos visto, pero sabemos que hay actividades en las que nos vamos a encontrar. Soy también narradora y siempre me gustó poner en palabras y dar cuenta de las historias que «no se cuentan», justamente. Así que en mi ciudad, La Plata, me convocan para contar las historias que van quedando en los pliegues del transcurrir de las generaciones.
Cuando Claudia me convocó, compartió la idea. Al comienzo de la pandemia me encantó poder poner la energía y todo lo que nos estaba sucediendo en algo que era a la vez incierto y certero. Incierto porque no sabíamos con qué formato y teníamos que lanzarnos a la pileta, pero eso era lo atractivo: estaba todo por hacerse.
Retomé mis trabajos que habían quedado hacía mucho tiempo y nos sumergimos en la investigación. Y así fue como terminamos pariendo: «La Voz del Mar, Relatos de Malvinas»; después de un año y medio.
¿Qué relacionan sus historias con los hechos sucedidos en la guerra de Malvinas?
L– Las historias nos atraviesan, generacionalmente. La semana que empezó la Guerra de Malvinas me enteré que estaba embarazada de mi primera hija y empecé a preparar la materia que me faltaba para recibirme. Así que esas dos situaciones quedaron ineludiblemente pegadas a la Guerra.
Habitar la ciudad de La Plata fue otro plus en la situación y, con posterioridad, trabajar en este grupo que recolectó los testimonios. Y cuando fueron presentados con la presencia de ex combatientes, uno de ellos dijo: «Es la primera vez que alguien me pide que hable».
Esa sensación me quedó dando vuelta y justamente es lo que vincula a las historias elegidas con esa cuestión. La necesidad de dar cuenta de que hay una serie de historias que no solo nos atraviesan personalmente, sino como sociedad y como artistas. Y tienen que ser puestas arriba de un escenario. Porque sino estamos dejando un agujero peligrosísimo en la construcción de la memoria colectiva.
¿Qué particularidades tienen los relatos seleccionados para esta obra?
C- Cuando me enteré de la Guerra de Malvinas estaba justo en la escuela, casi terminando la secundaria y veníamos de toda una situación en el país respecto a la Dictadura Cívico Militar Eclesiástica. Y además entender que varios compañeros de sexto año que habían compartido hasta hace muy poco conmigo el tiempo, iban a ser convocados y seguramente iban a estar en Malvinas, como sucedió.
La Plata tiene particularidades: fue uno de los lugares donde salieron varios soldados conscriptos y el vínculo fue permanente, sobre todo por lo que no se hablaba. Eso es lo que me llamó mucho la atención. No se hablaba con los que venían, de lo que sentíamos por Malvinas. Era como un silencio que pedía que por favor se rompiera.
Y de ahí el compromiso desde la narración oral; porque la palabra no es inocente.
Cuando empezamos a recolectar testimonios de las personas que nos rodeaban veíamos que todavía no podían poner en palabras todo lo que en Malvinas sucedía. Les atravesaba el cuerpo. Y ver la presencia de varios ex combatientes en la obra, donde nos dicen que nunca les preguntaron cómo se sentían o qué preferían. Que ese hueco que les había dejado el haber estado en el conflicto bélico se tapaba con salidas a bailar, por la edad, porque «ya va a pasar»; y por lo que a veces, como sociedad construimos, de que «de lo que no se habla, no sucede».
Es por eso que ese fue el vínculo y también la necesidad de elegir esos testimonios hilvanándolos con las historias de vecinos, familiares, novias, soldados; en realidad toda la sociedad civil donde fueron partícipes de eso y necesitaban recuperar esa voz.
¿Hay diferentes narradores?
C– Una particularidad del espectáculo es que a cada lugar que vamos, invitamos a narradores locales para que hagan una parte de lectura de testimonios de soldados de Malvinas, eso nos parece importante porque lo colectivo une. Y también el respeto al llegar a algún lugar, saber que hay otros narradores interesados en esta memoria colectiva y por eso la convocatoria.
L– Desde que empezamos, ninguna función nos dejó indiferentes porque en todas suceden cosas que creímos que ya lo anterior había sido algo inesperado. Así que estamos expectantes con las próximas funciones a ver qué más va a suceder con La Voz del Mar.
¿Qué importancia tiene hoy este tipo de obras para la memoria colectiva este mes donde se conmemora el día de la Soberanía Nacional? (20 de noviembre)
L – La voz del Mar no está pensada como una cuestión espectacular en el sentido de la Unidireccionalidad de lo que sucede en la escena. Como espectáculo se cierra con una apertura al debate. Y al compartir con el público presente impresiones, memorias, recuerdos, comentarios; como ya sucedió en las funciones por las que transitamos. De hecho, tuvimos la presencia de ex combatientes y contamos con el apoyo y el aval de CECIM La Plata. Lo que ha generado situaciones muy conmovedoras.
En la última función, uno de los ex combatientes presentes, cuando debimos cerrar; porque la necesidad en pandemia de hablar es imperiosa y es tan fuerte, porque se suma a la memoria de Malvinas la situación de soledad, aislamiento y dolor, que hacen que hablar, compartir, expresar, sea aire; dijo que todo el tiempo él había regresado en su memoria a Malvinas pensando en blanco y negro. Y que después de haber atravesado la experiencia de nuestro espectáculo podía ver el paisaje de Malvinas en colores.
Eso es lo que buscamos. Esa es la importancia: poder recordar. Tener el acompañamiento para recordar. Tener el entorno amoroso que habilite el recuerdo como tal y lo deje ser. Porque la guerra es algo que ha quedado incrustado como una piedra en una pared de rocas y cada vez cuesta más; pero hay que sacarlo. Porque el año que viene son los 40 años de Malvinas. A nosotras también nos costó mucho llegar al escenario con la obra.
¿Qué nos pueden contar de su vínculo con la narración oral?¿Cómo iniciaron en ella como forma de expresión?
L– Yo me acerqué a la narración oral como parte de mi tarea pedagógica, fui durante muchas décadas profesora y la narración oral me permitió introducir no sólo historias sino problemáticas y dinámicas en el aula que de otra forma no hubieran aparecido. Posteriormente se volvió, como dice Claudia, «una actividad de artivista». Porque cuando uno narra, se narra.
Lo que hace la narración oral saca a la luz aquello que alguien cree que logró encerrar en una mazmorra o en un placard o en un baúl. Y con una palabra, volvió a la luz y no se puede negar que está ahí.
C– A mi también me une la narración oral, al principio un vínculo, una herramienta pedagógica, que además sentía que podía poner voz de una manera diferente, motivar en clases. Después por diferentes situaciones, viajé al exterior y encontré que la narración oral era una forma de vivir, una profesión. Y siempre pensé, más adelante va a ir ganándole terreno a mi profesión y voy a decir que en primer lugar, soy narradora oral y después docente universitaria.
El tema es que hace varios años están a la par, pero enfocadas siempre. La narración con espectáculos que puedan poner voz a aquellas situaciones que son vitales: respecto a los Derechos Humanos, la visibilización de violencias por cuestiones de género, Malvinas; hay algunos otros proyectos también. Pero por sobre todas las cosas, sabiendo que el lugar que elijo en la narración oral es estar en espacios donde se hablen cosas que como sociedad, comunidad, necesitamos hablar.
¿Algo más que quieran destacar, comentar?
C- Otra de las cosas que nos interesa destacar es el tema de la memoria colectiva. Esto que encaramos también lo realizamos colectivamente, y nos fuimos encontrando porque también provocamos ese encuentro con personas que necesitaban aportar desde sus saberes sobre Malvinas.
Contamos con una música de Carlos Burré y con el ajuste de algunos temas de adaptación a lo histórico del historiador Juan Piz Diez.
L- También tuvimos la elaboración del vestuario por parte de Julieta Iribe y videos a cargo de Javier Yacuzzi. Y, además, tuvimos durante el espectáculo la curaduría de compañeros y compañeras narradores.
C- Contamos con una diseñadora, Micaela Biasotti, pero que hizo que prevaleciera este concepto de lo que nosotros queremos decir sobre La Voz del Mar. Con esta idea de que “la memoria como el mar, siempre regresa…”.
Esta obra forma parte del Ciclo Alevai, coordinado por Inés Grimland. Se presenta en escena este jueves 4 de noviembre a las 20.30 horas en el Teatro de la Fábula, ubicado en Agüero 444. Las reservas pueden efectuarse al (011) 15 447-02074.